Taruga o cómo construir una identidad propia con el arte de los murales
Para un pintor o pintora no es fácil conseguir una cartera de clientes que le permita sobrevivir en un mundo cada vez más complicado para las bellas artes. Con el reto de profesionalizar y tecnificar el trabajo de muralista nació hace cuatro años, Taruga, una plataforma que conecta artistas y clientes que quieren aportar un toque diferente a sus paredes. Sus servicios se pueden encontrar en toda España.
La plataforma, que actualmente cuenta con más de 250 artistas, se encarga de la gestión con la finalidad de “dar trabajo de calidad a profesionales de las bellas artes” y facilitar los procesos. Funcionan tanto por encargos específicos, como diseñando un mural único de temáticas infinitas (vegetación, galaxias, ilustraciones, vehículos, mapas, graffitis…). La duración del trabajo depende siempre de las dimensiones. Por ejemplo, un mural de entre 5 y 10 metros, pueden tenerlo terminado en menos de un día.
David Murcia, fundador y CEO de Taruga, y, sobre todo, pintor, cuenta con una larga trayectoria profesional y ha expuesto en ferias y galerías internacionales. Con la llegada de la crisis, bajó la demanda de cuadros y decidió emprender. “Taruga, es también una respuesta a la precariedad laboral en el mundo de la pintura por encargo. Hay muchísimos buenos profesionales, pero mala organización”, señala su creador.
Fue en 2014 cuando, junto con la diseñadora y artista plástica, Elena Maroto Pérez, y José Muñoz, encargado de ventas, empezaron a construir esta empresa reconvertida ahora en startup que sigue dibujando su camino en las instalaciones de Lanzadera, la aceleradora de empresas de Juan Roig.
En enero de 2020, Murcia y su equipo entraron en el Programa de Garaje, la incubadora que se encarga de apoyar y asesorar a este tipo de proyectos con la finalidad de que sean cada vez más escalables, también a nivel internacional.
“Es como elegir un tatuaje”
Tal como explica David Murcia, el equipo Taruga se adapta a las exigencias de cada cliente hasta conseguir que su idea del mural quede bien representada y podrán ver el resultado en un montaje digital previo. “Es como elegir un tatuaje”, explica. A su vez, los artistas también tienen la opción de aceptar o no el encargo. La gestión intermedia corre a cuenta de Taruga.
Desde València, la startup mira hacia la internacionalización de su proyecto. De momento ya han conseguido pintar más de 500 murales al año en España en naves, polideportivos, hoteles o locales, y también a particulares que quieren aportar una identidad original a las paredes de su casa.
Para un pintor o pintora no es fácil conseguir una cartera de clientes que le permita sobrevivir en un mundo cada vez más complicado para las bellas artes. Con el reto de profesionalizar y tecnificar el trabajo de muralista nació hace cuatro años, Taruga, una plataforma que conecta artistas y clientes que quieren aportar un toque diferente a sus paredes. Sus servicios se pueden encontrar en toda España.