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Diez recetas deliciosas con plátanos muy maduros

Foto: Mooruk

Eva San Martín

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Menudo sinsentido: los hogares españoles desechamos 47,1 millones de plátanos (más de 900.000 kilos a la semana, según un informe sobre la materia del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación); solo porque han perdido su amarillo vibrante (y ahora su cáscara tiende al marrón o al negro), están blandos o porque su piel tiene demasiadas manchas. Es decir: porque han madurado.

Craso error. “Los plátanos blandos o maduros son más dulces que los verdes; en lugar de tirarlos, podemos aprovecharlos para cocinar y aportar dulzor a las recetas sin necesidad de añadir azúcar, por lo que tendremos un plato más saludable”, explica Ana Belén Ropero, profesora de Nutrición y Bromatología en la Universidad Miguel Hernández, y directora del proyecto Badali.

En estos tiempos de incertidumbre y confinamiento, queremos alargar el tiempo entre visitas al supermercado. Resultado: a veces compramos demasiado. Y (sobre todo) la fruta lo nota: se queda más tiempo en la cocina, madura, la cáscara oscurece y las piezas reblandecen. Aun así, “siempre que no estén también negros por dentro”, advierte Ropero, existen motivos para dar una segunda oportunidad a esos plátanos lánguidos.

Las virtudes del plátano

Primero esta fruta es casi un superalimento: fuente de hidratos de carbono, fibra, potasio y vitamina C, unas propiedades que no pierde con la maduración. Más bien al contrario: “En general, la fruta inmadura contiene algo menos de vitaminas y minerales que la madura; aunque desde el punto de vista nutricional no resulte significativo”, apunta la profesora.

No es la única diferencia. Mientras que el hidrato mayoritario del plátano inmaduro (verde) es el almidón, una molécula más complicada de digerir y que a veces provoca flatulencias o acidez, a medida que este madura, el almidón se rompe en azúcares más sencillos. Entre ellos la fructosa, la sacarosa y la glucosa. Por eso, el plátano suele ser más suave y digerible cuando está maduro.

Hay más: diversos estudios afirman que comer plátano ayuda a producir serotonina y dopamina, sustancias químicas que nos hacen sentir bien y tienen un papel en la prevención de la depresión.

Y según una investigación de 2009, las frutas con más manchas oscuras podrían ser mejores para el sistema inmune, ya que potencian el papel de defensa de los glóbulos blancos.

Virtudes especialmente valiosas durante estos días de incertidumbre, angustia y, para muchos, de vivir estrujados en casa. [Hace días te contamos qué comer para tomar la vitamina D que necesitas por la falta de sol durante el confinamiento]

Trucos para conservar los plátanos más tiempo

El consejo general es guardar los plátanos a temperatura ambiente y alejados del sol. De hecho, como recoge una información de la Universidad de Harvard, guardar los plátanos en el frigorífico, o por debajo de los 10ºC, en general, no es recomendable: el frío puede dañar o inactivar algunos enzimas buenos de la fruta.

Además, ayuda colgarlos (con un gancho o similar) en lugar de meterlos en el frutero. El motivo: así evitas el exceso de presión y que los plátanos que quedan debajo acumulen humedad.

Eso sí: una vez que el plátano esté maduro y su cáscara haya amarilleado, puedes meterlos en la nevera, dentro de un táper u otro recipiente cerrado. De este modo, conservarán su sabor casi intacto durante otra semana, por mucho que la cáscara ennegrezca.

El marrón es bello: recetas con plátanos pochos

1. Sustituto de la mantequilla en bizcochos y dulces

Por mucho que la cáscara esté marrón tirando a negra, no desesperes. Al contrario, pela el plátano y machácalo con un tenedor. Ya tienes una pulpa rica para añadir a un bizcocho casero. De hecho, puedes usarla en lugar de la mantequilla en repostería, como bizcochos o magdalenas. La cocinera Virginia García, de Gastronomía vegana, usa este método para hacer sus muffins.

La regla general de sustitución dice que hay que usar medio plátano maduro por cada huevo que pida la receta. Ten en cuenta que la fruta hará que se cocine más rápido. En consecuencia, revisa el horno unos minutos antes de lo normal y baja la temperatura de cocción unos 5 ºC. Además, recuerda añadir un poco más de levadura y reducir la cantidad de azúcar.

2. En guisos y currys

Prueba a añadir los plátanos a los guisos que se caracterizan por su dulzor, como los platos de curry. Puedes hacerlo con coliflor, patatas y cebolla; pero las combinaciones de este clásico de la cocina india son infinitas. También puedes experimentar en guisos de legumbres más clásicos, como platos con calabaza. O con lo que sea que tengas en este momento en la nevera. Experimenta y te llevarás más de una grata sorpresa.

3. Un polo de plátano

Cuanto más maduro esté el plátano, mejor para congelarlo porque resulta más cremoso. Para convertirlo en un postre refrescante, córtalo por la mitad e inserta por la parte plana un palo de helado o un pincho de brocheta. Si quieres superarte, prueba a sumergirlo antes en yogur y recúbrelo generosamente de semillas, frutos secos machacados, frutas deshidratadas o canela. Y deja que se congele en una tartera durante un par de horas. Nunca un plátano pocho tuvo un sueño tan dulce.

4. Helado fácil

Pela, haz rodajas y congela dos plátanos maduros. Al cabo de unas horas, bátelos o mételos en un procesador de alimentos junto con unas cucharadas de líquido: vale agua, leche, leche de coco o cualquier leche vegetal. Hay que batirlo hasta que quede suave. Puedes añadir más líquido para hacerlo más cremoso. Ya lo tienes, pero si quieres añadir un extra de sabor, prueba a incluir un poco de canela, extracto de vainilla, algún tipo de crema de cacahuete o de sésamo (tahín) o alguna fruta congelada, como fresas.

5. En batido

Haz rodajas muy finas antes de congelarlo, y siempre tendrás listo un dulce helado para añadir a tu yogur o a tus batidos. Mézclalo a tu gusto, con avena, leches vegetales, otras frutas o semillas como la chía (si no tienes, no es imprescindible), canela o miel.

6. Gominolas saludables

Si tienes una deshidratadora, tienes un tesoro. Haz rodajas de unos dos centímetros y mételas dentro para sacarles la humedad. Una vez secas, puedes conservarlas en un frasco hermético durante semanas. Y tendrás un dulce sano para picotear o para añadir al yogur o la leche de los cereales.

7. Para los más peques

A tu bebé no le puede importar menos la imperfección estética en la piel del plátano: pélalo y haz un puré para su merienda.

8. Premio para perros y gatos

Córtalos en trozos y úsalos para practicar algún truco divertido con tu amigo perruno: a la mayoría les encanta el plátano maduro. No son los únicos: algunos mininos, si lo aplastas bien, tampoco le hacen ascos. [Hace unos días te contamos los consejos para ayudar a gatos y perros a reducir el estrés durante el confinamiento]

9. Galletas de plátano y avena

Como cuenta Teresa Marín-Blázquez, cocinera y autora de Las María cocinillas, puedes transformar cuatro plátanos blandos y un puñado de avena en unas galletas.

10. Pan de plátano

Otro clásico en las recetas con plátano maduro. La bloguera Marta Guitián hace una versión sin gluten de este pan.

Recetas mundanas que nos reconcilian con los plátanos pochos. Y si todo esto te da pereza, siempre puedes añadirlos directamente al pan o revivirlos con un chorro de limón (el ácido evitará que los trozos de plátano oscurezcan tan rápido) y un poco de canela o miel. Imbatible.

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