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Dióxido de titanio, ¿adiós a este colorante alimentario en la UE?

La pastelería emplea del dióxido de titanio.

Marta Chavarrías

20 de mayo de 2021 22:54 h

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El uso del aditivo dióxido de titanio (colorante E171) no ha estado exento de polémica desde hace ya unos años. Este colorante blanco brillante que se usa a menudo en chicles y otros caramelos ha estado bajo lupa desde 2016. 

¿Qué es el colorante E171?

El dióxido de titanio, identificado como E171, es un aditivo alimentario común que se usa como colorante alimentario con un importante poder blanqueador. No tiene beneficios nutricionales ni funcionales en los alimentos más que el de aportar color.

Está compuesto por una mezcla de partículas de dióxido de titanio que, debido a su tamaño extremadamente pequeño, se clasifican como nanopartículas. La preocupación es que estas nanopartículas puedan filtrarse en las barreras protectoras naturales del cuerpo humano.

¿Dónde podemos encontrar el colorante E171?

Las principales categorías de alimentos donde se puede encontrar E171 incluyen productos horneados de panadería, sopas, caldos, salsas, ensaladas y sándwiches para untar salados. Aunque su uso también está muy extendido en cientos de productos cotidianos como pasta de dientes, cosméticos y protector solar.

El dióxido de titanio también se usa en el sector farmacéutico, incluidos envases, recubrimientos de píldoras y pigmentos.

Historia de un colorante polémico

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado al dióxido de titanio como “posiblemente cancerígeno para los seres humanos”. Mientras, la Agencia Francesa para la Alimentación, el Medio Ambiente y la Salud y Seguridad Ocupacional (ANSES) ha instado a la precaución sobre su uso durante más de una década, tras señalar ciertas preocupaciones sobre el uso de nanopartículas en la alimentación humana.

Francia prohibió el uso de este colorante el 1 de enero de 2020, después de que emitiera una opinión negativa en 2019. Pero ya en 2017 la agencia publicaba otra evaluación que mostraba posibles efectos promotores de carcinogénesis en ratas. Entonces, los expertos ya destacaron la necesidad de realizar nuevos estudios toxicológicos para confirmar o refutar los efectos detectados entonces.

En septiembre de 2010, el Parlamento Europeo adoptó una propuesta de resolución en la que pedía a la Comisión que aplicara el principio de precaución y eliminara el dióxido de titanio de la lista de aditivos alimentarios permitidos.

En 2016, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) había subrayado durante su evaluación que los datos de toxicidad reproductiva eran “inadecuados para establecer la ingesta diaria aceptable (IDA) y el nivel máximo en alimentos sin riesgos para la salud del consumidor”.

Entonces consideró que la evidencia no apuntaba a problemas. Pese a todo, el estudio puso en evidencia algunas incertidumbres, subrayando la necesidad de más investigaciones

¿Qué dice ahora la EFSA?

El pasado 6 de mayo, la última evaluación de la EFSA daba un giro de opinión sobre el dióxido de titanio respecto a declaraciones posteriores. Según Matthew Wright, miembro del Panel de expertos de la EFSA sobre aditivos alimentarios y aromatizantes y presidente del grupo de trabajo sobre el E171, “aunque la evidencia de efectos tóxicos no fue concluyente, sobre la base de los nuevos datos y los métodos reforzados no pudimos descartar una preocupación por la genotoxicidad y, en consecuencia, no pudimos establecer un nivel seguro para la ingesta diaria”.

¿Qué significa esto? Según la EFSA, la genotoxicidad se refiere a la capacidad de una sustancia química para dañar el ADN y, en última instancia, puede tener efectos cancerígenos. Tras la ingestión oral, aunque la absorción de partículas de dióxido de titanio es baja, estas pueden acumularse en el cuerpo.

Concluyen, por tanto, que las evidencias actuales están asociadas con varias incertidumbres y que no se puede descartar una preocupación por la genotoxicidad. Por tanto, los expertos concluyen que este colorante ya no puede considerarse seguro cuando se usa como aditivo alimentario.

En este caso, la EFSA ha aplicado las Orientaciones del Comité Científico sobre nanotecnología de 2018. El dióxido de titanio E171 contiene como máximo el 50% partículas en el rango ‘nano’ (menos de 100 nanómetros) a los que los consumidores podemos estar expuestos. 

¿Qué ocurrirá a partir de ahora?

A la luz de las conclusiones del estudio, se espera que la Comisión Europea proponga que este aditivo se elimine de la lista de la UE de aditivos alimentarios autorizados, como ya ha reconocido en un tweet Stella Kyriakides, Comisaria de Salud de la UE.

Las autoridades europeas deben considerar la eliminación gradual del dióxido de titanio de la legislación europea sobre alimentos. 

Si la UE toma medidas en respuesta a la opinión de la EFSA, la decisión se notificaría a la Organización Mundial del Comercio y después será considerada por la Comisión del Codex Alimentarius. (Francia ha ampliado la suspensión un año más, hasta el 1 de enero de 2022). Queda por ver si habrá un efecto dominó en otros países y en otros productos.

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