Nueve cosas con las que tener cuidado para evitar el dolor de espalda en vacaciones

Cómo evitar el dolor de espalda en vacaciones.

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Las vacaciones son una época que debe dedicarse a la relajación y el disfrute, no a padecer estrés y mucho menos sufrimiento físico por causa de un mal dolor de espalda o cualquier otro percance de salud. Es el momento en que querremos evitar a toda costa ponernos enfermos. Sin embargo, el fisioterapeuta Pablo de la Serna dice que, contrario a lo que podamos pensar, el riesgo de lesión se dispara en esta época con respecto al resto del año: “Las vacaciones son un periodo muy especial donde se rompen casi todas las rutinas del año, y eso comporta ciertos peligros que hay que prevenir si no queremos tener disgustos”.

Explica que las rutinas, aunque puedan ser pesadas, tienen la ventaja de hacer previsibles los movimientos y posturas que adoptamos; hay una cierta adaptación de nuestro cuerpo a ellas. Pero en verano, y especialmente en vacaciones, todo cambia, lo cual es bueno en muchos aspectos, “pero requiere de precauciones en lo que a gestos, posturas y esfuerzos se refiere, para que el cambio sea progresivo”. Este fisioterapeuta cifra en nueve los grandes peligros para nuestra espalda en vacaciones, la zona más sensible, ya que muchas personas tienen lesiones de discos vertebrales previas.

1. Los desplazamientos de los viajes

El fisioterapeuta explica que si tenemos que hacer vuelos transoceánicos estaremos muchas horas sentados en espacios incómodos, y si hay escalas, debemos sumarle quizás el dormitar en los asientos del aeropuerto de turno cuando no en el suelo. En resumen, un viaje largo puede suponer someter la espalda a un elevado estrés postural. Da lo mismo que sea en tren, avión o coche, la espalda estará muchas horas forzada. Ello sin contar con el síndrome de la clase turista.

Ante esto, de la Serna recomienda andar al menos una vez por hora, hacer estiramientos, flexiones de piernas, movimientos de pies, no llevar ropa apretada que comprima o fuerce la columna y beber mucha agua, pues la deshidratación puede incidir en las lesiones de espalda acrecentando el dolor. Además pide prestar atención a la forma en que nos sentamos. En los viajes en coche recomienda paradas frecuentes para estirar las piernas y hacer un poco de gimnasia. 

2. El equipaje

“Hay que llevar los pesos bien equilibrados por ejemplo cuando se hacen viajes con mochila o se sufrirá a la larga”, explica el fisioterapeuta, que previene que llevar más peso en un hombro que el otro no es recomendable. Y lo mismo sucede con el equipaje de mano que se carga en la cabina del avión o en el tren, que es preferible siempre que sean maletas con ruedas y no tengan excesivo peso. Un apartado especial merece el momento de subirlas en el portamaletas que se sitúa encima de los asientos. De la Serna recomienda ser cautelosos a la hora de levantar las maletas y hacerlo siempre de modo que la zona lumbar no sufra.

3. La playa

Para de la Serna, la playa puede ser buena si la utilizamos por ejemplo para andar por ella, pues nos permite tener los pies descalzos y así los podemos expandir y masajear, siempre y cuando no hagamos paseos excesivos que nos sobrecarguen. No obstante, la playa, con sus dunas y su relieve irregular puede ser un peligro si nos quedamos tumbados mucho rato.

El motivo es que la espalda coge posturas completamente anormales que pueden resultar dolorosas posteriormente en caso de lesiones previas. La recomendaciones son claras: levantarnos de la toalla con frecuencia, andar y hacer estiramientos.

4. El deporte sin entrenamiento previo

El experto se refiere a practicar deporte de manera intensiva cuando el resto del año no se ha hecho, lo cual es fuente de lesiones y contracturas. Por ejemplo, ponerse a jugar a palas dándolo todo, con las torsiones de cadera que implica este deporte, puede tener como consecuencia un aumento del dolor lumbar. Nadar a mariposa o a brazas en el caso de personas con lesiones sería otro ejemplo. La recomendación: entrenar durante el año y preparar el cuerpo para el sobreesfuerzo.

5. Los malos hábitos de vida

Sucumbir a los excesos veraniegos y comer de más, que puede hacer que cojamos peso, acaba incidiendo en las articulaciones y la musculatura. También abusar del alcohol entre aperitivos, reencuentros y fiestas, que es altamente inflamatorio y deshidratante, puede incidir sobre la resistencia de los discos intervertebrales. También se recomienda evitar el tabaco, ya que es otra fuente de procesos inflamatorios.  

6. Los horarios de sueño alterados

Nos acostamos más tarde, dormimos más horas de las que solemos, hacemos siestas en hamacas, sillones, etc. Pasar demasiado tiempo tumbado es malo para la espalda, y peor es dormirse con malas posturas, que terminan en dolor. Como es bueno recuperar el sueño durante las vacaciones, no es necesario prescindir del hábito de la siesta y el levantarse tarde, pero de la Serna sí recomienda escoger bien el sitio donde dormimos.

7. Las camas de los hoteles y apartamentos

Derivado del punto anterior, el experto advierte contra la lotería de las camas de hotel, que tanto pueden ser ideales como muy negativas. “Cada espalda precisa de un tipo de cama, pero como no podemos escoger un colchón hasta ese punto, por lo menos que podamos pedir un cambio de cama o habitación si es posible, o contrarrestemos la mala cama mediante gimnasia y buenos estiramientos al levantarnos”.

8. El calzado veraniego

De la Serna advierte sobre las chancletas, o al menos sobre su abuso, debido a su falta de sujeción al pie, que potencia los malos gestos y lesiones. También advierte sobre las alpargatas, que son excesivamente planas y carecen de amortiguación en la suela. “Son prendas para llevar en la playa, pero no para todo el día”, dice el fisioterapeuta, que recomienda calzado con puente y buena sujeción. 

9. Los aires acondicionados y ventiladores

Es importante aprender a sobrevivir al aire acondicionado, ya que si nos da directamente en un músculo de la espalda, lo estará excitando todo el rato hasta el agotamiento, con lo que terminaremos con contracturas por tener la musculatura cansada y descompensada, creando gran dolor. En caso de que así nos suceda y no estemos en condiciones de acudir a un profesional, de la Serna recomienda el uso de parches térmicos terapéuticos, “porque el calor que ofrecen reduce la inflamación y aminora el dolor, permitiéndonos llevar una vida normal a la vez que el músculo se relaja”. 

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