Consejos para cuidar los pies: especialmente en verano

Imagen: AntoMes

Marta Chavarrías

Cómo elegir bien el calzado

En verano, el pie está más libre, sin la protección de los calcetines y con una mayor sudoración. Pasa de un segundo plano durante los meses de invierno, durante los cuales ha permanecido “escondido”, a ser una parte muy expuesta. Por este motivo, es importante cuidarlos y mimarlos si queremos que estén sanos e hidratados. Con el calor, lo más habitual es que busquemos un calzado que nos permita llevarlo destapado.

En la mayoría de los casos será más ligero que el calzado del invierno, pero si no se elige bien pueden aparecer problemas como sequedad, hongos, poca transpiración o algún tipo de lesión. En este sentido, cabe destacar que llevar los pies sin calcetines y zapatos descubiertos favorece la aparición de callos o, si son nuevos, incluso pueden formarse dolorosas ampollas. Algunos consejos que nos ayudarán a elegir bien el calzado son:

  • Para evitar que aparezcan ampollas, sobre todo cuando los zapatos son nuevos, es aconsejable llevarlos un rato cada día para que se vayan adaptando a la forma del pie.
  • Comprar el calzado a última hora de la tarde, que es cuando el pie está dilatado.
  • El calzado debe favorecer la transpiración.
  • Adecuar el calzado a la actividad que se vaya a realizar. Si se usan zapatos deportivos, debe vigilarse la transpiración con el uso de calcetines de algodón o fibras naturales. Pueden usarse antifúngicos si se tiene predisposición a tener hongos.
  • Es recomendable llevar sandalias siempre con un sistema de sujeción al pie para evitar esguinces y torceduras de tobillo.
  • La higiene es fundamental para mantenerlos sanos. deben lavarse cada día con jabón y agua tibia o fría y, muy importante, secarlos muy bien, especialmente la zona de entre los dedos, para eliminar la humedad y el riesgo de aparición de hongos.
  • Puede usarse también una crema hidratante para pies.

Seguir estas pautas nos ayudará a evitar problemas como:

  • Callos por compresión en la planta del pie y los dedos y por sobrecarga.
  • Hongos por contacto en zonas públicas en la piel y las uñas.
  • Ampollas por fricción del calzado
  • Dolor en la planta por suelas muy planas o ausencia de sujeción.

Las chanclas, para la playa o la piscina

Las chanclas, suelas de caucho con tira entre los dedos, son una de las prendas más omnipresentes en los pies durante el verano. Pero abusar de este calzado y usarlo de manera habitual puede provocar problemas por la falta de sujeción y por una ineficaz hidratación.

Si bien constituyen un calzado adecuado para llevar en la piscina o en la playa, e incluso para usar baños públicos para evitar el contagio con hongos, no lo son para llevar como calzado para caminar o llevar todo el día. Este tipo de calzado, conocido también como flip-flop o havaianas, provoca acumulación de humedad, lo que favorece la aparición de hongos y verrugas plantares.

Además, son muy planas y no sujetan el pie correctamente, lo que provoca agarrotamiento de los dedos y dolor en la planta del pie y del tobillo. También provoca mayor inestabilidad ya que el pie no está sujeto con nada, sólo lo hace a través de una tira entre el primer y el segundo dedo, lo que aumenta el riesgo de sufrir una torcedura o esguince.

Adicionalmente, al concentrarse toda la presión en los dedos, esto puede causar heridas, molestias y sobrecargas. También dificultan el equilibrio y no están recomendadas para personas que tengan el pie plano o con mucho arco. Las chanclas deben usarse por un tiempo limitado y no para caminar durante el día. 

¿Caminar descalzo?

La respuesta es sí. Según el Colegio de Podólogos de Galicia (Copoga), caminar descalzo tiene numerosos beneficios: favorece la circulación de la sangre, se fortalecen los músculos de los pies, se mejora el equilibrio y se estimulan las terminaciones nerviosas de los pies. Pero los podólogos destacan que, para conseguir estos beneficios, debe hacerse sobre una superficie adecuada.

No se incluyen en esta categoría calles de asfalto o jardines urbanos o suelos húmedos como el de las piscinas o duchas públicas. La superficie más adecuada es la arena mojada o un césped cuidado, que no tenga agujeros ni piedras. Si caminamos descalzos, el cuidado de los pies debe ser más estricto (higiene e hidratación) porque, según los podólogos, el pie sufre más. Tampoco es adecuado que caminen descalzas las personas con pies planos o las que usen plantillas.

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