Cuatro claves para saber si los envases que compras son sostenibles

Foto: Nathalia Rosa.

Ángela García

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Elaborados con residuos procedentes de melocotón o con fécula de patata, yuca o caña de azúcar, el mundo del packaging se encamina poco a poco hacia el adiós definitivo al plástico. Las tendencias de consumo anuncian un horizonte en el que se reduzca notablemente la cantidad de residuos que terminen en el contenedor amarillo: el 73% de los consumidores compra ya habitualmente teniendo en cuenta motivos éticos y sostenibilidad, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Los primeros en tener fecha de caducidad han sido los plásticos de un solo uso, como platos, cubiertos, pajitas y bastoncillos, cuyo final ha sido fijado por el Parlamento Europeo para 2021. La compra a granel o el uso de las bolsas de tela empieza a ser frecuente y no faltan reprimendas a los supermercados que envuelven con plástico alimentos como las verduras, que cuentan con su propia barrera de protección natural.

Sin embargo, las marcas que no pueden evitar el uso de envases para comercializar sus productos recurren al ecodiseño para llevar al mercado recipientes más sostenibles, elaborados a partir de materias primas renovables, con un menor impacto medioambiental y que sean perfectamente reciclables o biodegradables.

Es el caso de Pascual, quien recientemente anunciaba un paso más en su estrategia global de sostenibilidad, presentando un nuevo tetrabrik elaborado en un 89% con materiales de origen vegetal. “No vale vender leche de cualquier forma”, subraya Víctor Córdoba, director general de la Unidad de Negocio Lácteo de Calidad Pascual. “Nosotros trabajamos para garantizar el bienestar animal de nuestras ganaderías y ofrecer leche de la más alta calidad, ahora lo haremos en unos envases más respetuosos que nos permiten cerrar el círculo de una cadena de valor sostenible”.

Su proyecto, elaborado en su mayoría por caña de azúcar y cartón FSC, ha recibido la máxima certificación otorgada por TÜV Austria. “Los envases son una pieza clave para desarrollar nuestra vida cotidiana por lo que, partiendo de la base de que no podemos desprendernos de ellos, el mayor logro es poner en el mercado envases que minimizan el impacto medioambiental en su ciclo de vida”, añade M. Cruz Córdoba, responsable de Ingeniería y desarrollo de Envases y Embalajes de Pascual.

Varias etiquetas y el ya habitual triángulo de Moebius avalan la excelencia medioambiental de los recipientes disponibles en las estanterías de los supermercados, pero estas son algunas claves para saber si lo que compramos es o no realmente sostenible:

1. Están elaborados con materias primas renovables

Eliminar material innecesario o aligerar el peso es una de las funciones del ecodiseño, pero la meta es que todos los polímeros de los envases, tradicionalmente derivados del petróleo, terminen por ser de origen vegetal. Ya existe en el mercado alternativas al plástico fabricadas con almidones de maíz y patata y es habitual que mucha comida a domicilio se entregue en recipientes biodegradables elaborados a partir de caña de azúcar.

2. Son 100% reciclables

La vida final del envase también tiene que ser eficiente y, desde el punto de vista de la economía circular, uno de los principales objetivos es que, tras consumir el producto, no se convierta en un problema medioambiental. Así, el envase debe contar con un fácil plegado y ser 100% reciclable a través del contenedor amarillo.

3. Si contiene papel, que sea de bosques certificados

Es el caso del nuevo envase de Pascual, que contiene fibras de madera de bosques gestionados de manera responsable. Esta cualidad está indicada con la etiqueta de un árbol acompañado de la leyenda FSC y certifica los estándares de sostenibilidad de los recursos forestales implicados en la producción. El Consejo de Administración Forestal es el encargado de verificar que los bosques con esta categoría cuentan con una gestión forestal ambientalmente apropiada y socialmente beneficiosa.

4. En su producción, la empresa reduce su huella de carbono

El packaging es la fase final de un proceso de elaboración que busca la sostenibilidad en todas sus fases. El uso de materias primas de origen vegetal “reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, además de apoyar un crecimiento económico desligado de fuentes fósiles y finitas”, explica Ramiro Ortiz, director general de Tetra Pak Iberia. Pascual ha calculado que con el nuevo brik reducirán las emisiones de CO2 a la atmósfera el equivalente al dióxido de carbono que absorben más de 16.400 árboles durante tres décadas.

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