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La autodestrucción de Podemos

Las exministras de Podemos Ione Belarra e Irene Montero.
24 de noviembre de 2023 22:49 h

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Podemos se ha convertido en un partido extraparlamentario por los errores cometidos por la dirección del partido en su interpretación del impacto del sistema electoral español en el funcionamiento de nuestro sistema político. 

Resulta difícil de entender que un partido fundado por profesores universitarios, entre los que destacaban, con mucha diferencia, algunos profesores de ciencia política, haya podido tomar decisiones en momentos decisivos sin tomar en consideración en qué sistema político estaba operando y bajo qué sistema electoral tenía que acudir a las elecciones.

Antes de que tuvieran lugar las primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977, ya se había definido, a través de la Ley para la Reforma Política de 1976 y del Real Decreto-ley 20/1977 de 18 de marzo de normas electorales, el sistema de poder mediante el cual se iba a aprobar la Constitución. Se recuperaba el sistema tradicional del constitucionalismo monárquico del siglo XIX, 'Las Cortes con el Rey', como eje del sistema constitucional, definiéndose en la Ley para la Reforma Política la composición de dichas Cortes: 350 diputados y cuatro senadores por provincia más 50 de designación real. Mediante el Real Decreto-ley 20/1977 se añadieron los demás elementos del sistema electoral: mínimo de dos diputados por provincia más uno para Ceuta y otro para Melilla; distribución de los 248 escaños restantes, tras detraer de los 350 los 102 asignados directamente, de acuerdo con la población de cada provincia, haciéndose uso de una fórmula de “resto mayor” para la asignación de los restos; y haciéndose uso de una fórmula de “media mayor”, la fórmula d’Hondt, para la transformación de los votos a las distintas listas en escaños. Para el Senado se establecería una formula electoral mayoritaria corregida, que se traduciría en que únicamente se podrían votar a tres candidatos de los cuatro que figuraban en cada una de las listas que competían. 

Este sistema de poder preconstitucional lo harían suyo las Cortes Constituyentes con el único cambio de sustituir los senadores de designación real por senadores designados por las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas en un número similar. El Senado de la Constitución continuaría siendo un Senado Provincial, como lo era el de la Ley para la Reforma Política.  

La finalidad que se perseguía con este sistema de poder era configurar un sistema bipartidista imperfecto, porque no se podía prescindir de los nacionalismos catalán y vasco, pero bipartidista. 

El éxito de la operación fue más que notable. El bipartidismo preconstitucional de las elecciones del 15 de junio de 1977 se perfeccionaría en todas las elecciones generales posteriores desde las primeras de 1979 hasta las novenas de 2008 e incluso hasta las décimas de 2011, así como en las municipales desde las primeras de 1979 hasta las de 2015 y en las autonómicas desde las primeras de 1980 también hasta las de 2015.   

Sería en las elecciones europeas de mayo de 2014, en las que la circunscripción es única en todo el territorio del Estado, en las que se quebraría el corsé bipartidista. Y en dichas elecciones emergería Podemos, que con un 7,08% de los votos consiguió cinco escaños. Sin la “excepción electoral europea” es posible que Podemos y también Ciudadanos no hubieran llegado a ser partidos parlamentarios importantes como lo serían en las elecciones generales de 2015, 2016 y 2019. 

Como referencia estatal para las “confluencias” en las “nacionalidades y regiones”, Podemos obtendría un éxito enorme en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015 y también en las elecciones generales de diciembre del mismo año. Se convirtió en un partido que competía de tú a tú con el partido socialista. Mejor dicho: como un partido que se situaba en condiciones de competir de tú a tú con el partido socialista. 

Parecía que se había conseguido lo más difícil: penetrar en el sistema electoral español con perspectiva de poner fin al “bipartidismo dinástico” que había caracterizado a dicho sistema desde 1977. Podemos se había convertido en un factor de primer orden para el funcionamiento del sistema político español. Mantenerse en esa posición tenía que ser su objetivo fundamental. 

Y aquí es donde ha fracasado de manera estrepitosa. Podemos se ha autodestruido por las decisiones adoptadas en las elecciones municipales y autonómicas de 2019 y 2023. 

En ambas ha actuado de la misma manera. En 2019, tras haber sido designado Íñigo Errejón como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, la dirección de Podemos se negó a aceptar la candidatura que Errejón había articulado tanto para la Comunidad como para el Ayuntamiento y Podemos concurrió con sus siglas frente al “partido de Errejón”. El resultado sería catastrófico para la izquierda en general, pero, sobre todo, para Podemos en particular. Se quedó casi al borde de ser extraparlamentario en Madrid y se quedó sin “las confluencias” en el resto del Estado. 

En las generales de 2019 Podemos consiguió salvar los muebles y forzar la formación del primer Gobierno de coalición de la democracia española. Parecía que era capaz de superar los efectos del batacazo de las elecciones municipales y autonómicas de mayo del mismo año. Pero era un espejismo. Bastó que, tras la destitución de Pablo Casado como presidente del PP y el fracaso de la moción de censura en Murcia, Isabel Díaz Ayuso disolviera la Asamblea y convocara nuevas elecciones, para que Pablo Iglesias abandonara la vicepresidencia del Gobierno y se presentara como candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma con la finalidad de que Podemos consiguiera superar la barrera del 5%. Lo consiguió, pero con un muy pobre resultado, lo que le conduciría a abandonar la política institucional. 

En el momento de abandonar la vicepresidencia del Gobierno designó, sin encomendarse a dios ni al diablo, a Yolanda Díaz como su sustituta tanto en la vicepresidencia como en la candidatura a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. Y volvió a repetir la misma operación que hizo con Íñigo Errejón. En el momento en que Yolanda Díaz decide articular una candidatura propia, la dirección de Podemos se le pone en frente, negándose siquiera a asistir al acto fundacional de Sumar. Podemos concurriría en solitario a las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023, pasando a ser un partido materialmente extraparlamentario más allá de la Comunidad de Madrid. Para no acabar siéndolo también formalmente, Podemos tendría que aceptar integrarse en la candidatura de Sumar, lo que le ha permitido conservar cinco escaños. 

En el sistema electoral español es muy difícil entrar, pero es muy fácil salir. Y pensar que se puede volver a entrar después de haber salido es una pura ensoñación. Ni siquiera la convocatoria de las elecciones europeas del próximo mes de julio le puede servir ahora de salvavidas.    

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