Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
No entrar al trapo no es ponerse de perfil
En España hay miles de jueces y magistrados cada uno de los cuales es titular del poder judicial del Estado. El poder judicial, a diferencia de los poderes legislativo y ejecutivo se ejerce individualmente, incluso cuando se actúa en el interior de un órgano colegiado. De ahí la existencia del voto particular.
Un parlamentario no es titular del poder legislativo. Un ministro, incluso el presidente del Gobierno, no es titular del poder ejecutivo. Titular del poder legislativo son las Cortes Generales. Titular del poder ejecutivo es el Consejo de Ministros. Cada juez, por el contrario, es titular del poder judicial del Estado. Teniendo en cuenta la cantidad de jueces que integran el poder judicial y los diferentes lugares en que cada uno de ellos ejerce la función jurisdiccional, es normal que reaccionen de manera diversa en la aplicación de la ley, especialmente cuando se trata de leyes con un impacto singular en la sociedad, como es la ley del sólo sí es sí. De ahí la necesidad de la doble instancia y del recurso de casación para unificar la jurisprudencia.
Ante una ley tan controvertida como es la ley de 'solo el sí es sí' cabía esperar que se produjeran reacciones como las que se han producido. La ley es magnífica y se va a abrir paso en el ordenamiento jurídico con beneficios importantísimos para las/los destinatarias/os de la norma, que somos todos, aunque no de la misma manera. También a los varones nos afecta. De manera distinta, pero nos afecta.
Quiero decir con ello que había que contar con que se producirían resistencias y emboscadas en el momento inicial de aplicación de la misma, con la finalidad de hacerla descarrilar. En un colectivo tan amplio como el de los jueces y magistrados, no se puede no esperar que algunos de ellos apliquen la norma de la manera en que lo han hecho y que dicha reacción encuentre altavoces mediáticos que amplifiquen el mensaje que con dicha aplicación de la ley se transmite.
Insisto en que esto tenía que haber estado previsto y que no se podía, en ningún caso, entrar al trapo y reaccionar descalificando a los jueces como “machistas” y portadores de una “justicia patriarcal”. La ley es tan buena que acabará superando todos los obstáculos que se le pongan por el camino. Siempre que se mantenga la serenidad y no se caiga en la trampa o las trampas que se interpongan en el proceso de aplicación de la misma.
La ministra de Igualdad y su equipo han hecho un trabajo formidable. Tiene que tener confianza en lo que se ha hecho y en el éxito de la operación que ha puesto en marcha con la ley de 'solo sí es sí'. De ahí que comprenda, pero no entienda, que haya reaccionado visceralmente de la forma en que lo ha hecho.
Los ataques de los que ha sido destinataria han sido repugnantes, pero la ministra debería haber interpretado que dichos ataques en el fondo lo que vienen es a certificar el éxito de haber conseguido que la ley fuera aprobada por las Cortes Generales, a pesar de todos los pesares. Los ataques son la expresión de la frustración de quienes no han podido impedir que la ley fuera aprobada y no disminuyen, en consecuencia, la valía del trabajo realizado, sino todo lo contrario.
Entrar al trapo ha sido un error. Y así hay que reconocerlo. Lo que no se puede es atacar a la vicepresidenta Yolanda Díaz por no haberlo cometido. La vicepresidenta ha reaccionado exactamente igual que el presidente del Gobierno. Los dos han conservado la calma y no han entrado al trapo. Y eso no es ponerse de perfil.
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