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Sorolla en el Bellas Artes de Bilbao: Exquisitos bocados de pintura en miniatura

El museo de Bellas Artes de Bilbao presenta este martes la exposición "Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato", que reúne 186 pinturas que Sorolla llamaba "apuntes", "manchas" o "notas de color", pertenecientes a la colección del Museo Sorolla.

EFE

Bilbao —

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La genialidad y maestría que exhibió el pintor Joaquín Sorolla en sus obras de gran formato está presente también en sus “apuntes” u obras en pequeño tamaño como las que conforman la exposición “Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato” del Museo de Bellas Artes de Bilbao: Exquisitos bocados de alta pintura en miniatura.

La exposición, organizada en colaboración con el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla de Madrid, exhibe hasta el 23 de febrero de 2020 un total de 186 óleos de pequeño y mediano formato de los más de 400 que conserva en sus fondos la institución museística madrileña, de los más de 2.000 que realizó el pintor valenciano a lo largo de su carrera.

Las obras muestran el Sorolla más esencial y experimental ya que formaban parte de los estudios y ensayos que hizo a lo largo de su trayectoria artística y que posteriormente podrían convertirse en obras de gran formato o no, según ha explicado una de las tres comisarias de la muestra, María López Fernández, en la presentación de la exposición a los medios este martes.

Aunque se trata de estudios al natural sobre los motivos que luego le harían célebre, las escenas de playa con gente, barcos o animales, además de los paisajes urbanos y rurales, en ellas se aprecia la maestría en la ejecución de las pinceladas, “rápidas y espontáneas”, y la combinación de colores y composición escénica que plasmaría en sus piezas de gran tamaño.

Estos estudios pictóricos, que el artista llamaba “apuntes”, “manchas” (aunque de manchas no tenían nada dado el nivel de detalle que exhiben) o “notas de color”, los realizaba aprovechando cartones, el reverso de fotografías personales o tablillas que habían tenido un uso anterior y que el artista “reciclaba” ya a finales del siglo XIX y principios del XX para darles una segunda vida.

Este pequeño formato le permitía recoger con rapidez ideas y escenas de las cosas y personas que veía durante sus estancias en las playas mediterráneas primero y del País Vasco (San Sebastián y Zarautz) y sur de Francia (Biarriz) después.

Para realizar estos estudios, Sorolla transportaba sus pinceles, tablillas y tubos de pintura, siempre de la mejor calidad y comprados en las mejores tiendas del ramo en París, como ha evidenciado la comisaria de la muestra, en unas cajas fabricadas al efecto que le facilitaban su trabajo al aire libe.

En estas pinturas, ha revelado María López Fernández, Sorolla ensayaba las composiciones de color, el comportamiento de la luz y las sombras, aspecto este último en el que adoptó la técnica de los impresionistas franceses que usaban el color morado intenso para representarlas, y la estructura de la composición de la obra.

Al principio, estas obras, en las que recogía todas las ideas artísticas que bullían en su cabeza, las guardaba para sí mismo en su taller, cuyas paredes tenía empapeladas con estos cartones, en lo que constituía su obras más íntima y personal hasta que se dio cuenta del valor individual que tenían, lo que le llevó a empezar a venderlas también y a que fueran acogidas por el público con el mismo entusiasmo que sus obras de gran formato al considerar que encerraban “lo más puro del arte de Sorolla”.

En sus inicios, Sorolla utiliza estos estudios en pequeño formato de la misma manera que lo hacían Fortuny y otros artistas valencianos coetáneos, para experimentar con las vistas de las ciudades que visitaba, pequeñas escenas domésticas, etc, hasta que “poco a poco, cuando empieza a avanzar en su estudio del mar, de los reflejos del agua”, usa estas piezas para “comprender el movimiento de las olas, la importancia de las sombras, el movimiento de los niños en la playa, etc, que luego trasladará a sus obras de gran envergadura”.

“Su gran éxito, no sólo se debía a su grandísimo talento, sino que llevaba implícitas muchísimas horas de trabajo constante a lo largo de su vida”, ha concluido.

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