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'Inéditos 2018': nuevos creadores visibles para reivindicar un arte que interpela a todos

Nazario Abecedario para mariquitas, 1978 Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Junta de Andalucía 2

Laura García Higueras

“Tenía una llave que me permitía ir por todas las salas del Museo Británico y ver cómo se montaban las exposiciones”. Para alguien que se define a sí misma como una “rata de museo desde que era pequeña”, esa llave que fue su estancia en prácticas en uno de los mayores museos del mundo le abrió también las puertas a mucho más. Lorena Saura Cuenca (Madrid, 1989) descubrió “cómo, a través de una selección de trabajos de distintos artistas, podías construir un discurso global” y ahora tiene la oportunidad de hacerlo realidad.

Saura es una de las ganadoras de Inéditos 2018, exposición presentada por la Fundación Montemadrid en La Casa Encendida, que en sus diecisiete ediciones ha apoyado a más de 50 comisarios noveles. En ésta se reúnen los proyectos curatoriales de tres jóvenes de menos de 35 años que han podido producir su primera muestra y editar un catálogo bilingüe del conjunto de la exhibición. Junto a Lorena, los valencianos Ali A. Mederuelo (1993) con Julia Castelló (1992), y Rafael Barber Cortell (1985) son los elegidos de este año.

Sus trabajos podrán verse hasta el 16 de septiembre. Son tres propuestas completamente diferentes, que abordan temáticas y formatos distintos con los que cada uno ha intentado vertebrar un tema. La primera ahonda en el papel del cuerpo como agente de expresión, los segundos en la necesidad de expandir los límites del documental más allá de la imagen, y el último en el futuro, desmontando su imposición de obligatoriedad.

Exposición I: efervescencia feminista en los 60

“El objetivo de la exposición es que la gente se dé cuenta de que lo que se estaba haciendo y reivindicando hace 40 años se sigue mantiene ahora”, explica Lorena Saura Cuenca sobre su muestra Cuerpo presente. Censura y performatividad

Lo afirma delante de la obra Vestirse, de Olga L. Pijoan (1972), que muestra en una serie de fotografías a una mujer en el acto de ponerse la ropa, mostrándolo de una forma cotidiana. No está sujeto a la sexualización del cuerpo femenino desnudo que suele ser retratado para ser visto, en función del ojo de un espectador -hombre- al que hay que deleitar. 

Esta historiadora madrileña nacida en 1989 ha querido profundizar sobre la efervescencia social y política de finales de los años 60 en España, y saber dónde estaban las mujeres, ya que en este periodo los movimientos feministas se encontraban en auge.

Otra de sus artistas expuestas es Fina Miralles con Relaciones. Relación entre el cuerpo y los elementos naturales. El cuerpo cubierto de paja, de 1975. En esta serie de fotografías, una mujer aparece vestida en con unos pantalones y un jersey en un jardín, para terminar mimetizándose con éste, cubierta de ramas y de hierba. Para Saura, “explora la aparición y desaparición del sujeto en el espacio público”, y cómo la mujer acaba invisibilizada muchas veces en éste.

A Nazario pertenece otra de las obras estrella de la sala, el Abecedario para mariquitas que ilustró en 1978, con ilustraciones correspondientes a cada letra de D de “Dietrich”, G de “Güevos”, L de “Locas” o Ñ de “Ñam, Ñam”. 

Saura pretende que “el público salga con algo que integrar a su vida, planteamientos, sensaciones, otras realidades que no había experimentado, sensibilidades. El objetivo es enriquecernos entre todos”. En su caso, a través de la potencialidad del cuerpo como herramienta artística.

Exposición II: el documental no ha muerto

“Nosotros venimos de una formación en la que se nos inculca la muerte del documental, algo que no compartimos”, comenta Ali A. Maderuelo sobre el eje de su exposición. Valenciano como Julia Castelló, conoció a su compañera en un Máster de Fotografía tras haber estudiado Comunicación Audiovisual e Historia del Arte, respectivamente.

Según reconocen, a la hora de diseñar muestras mezclan dos criterios: “el temático, de cara a que haya coherencia entre las piezas, que no se pisen unas a otras, que el espectador sea capaz de admirarlas de forma individual y en conjunto; y el criterio estético, que tiene que ver con la composición, el equilibrio y cómo dispones los elementos en un espacio”.

Una de las paredes ha sido tomada por la obra de Patricia Gómez y María Jesús González que, desde 2002, desarrollan una práctica artística que consiste en rescatar la memoria de lugares en proceso de desaparición o abandono. En Libro-celda 131, de 2009, han extraído pinturas murales de una cárcel documentando así no sólo detalles arquitectónicos, sino también el sistema iconográfico que puede hallarse en una prisión. 

Exposición III: regreso al futuro

“¿Carreteras? Allá donde vamos no necesitamos carreteras” le decía Doc a Marty McFly en el final de la película Regreso al Futuro, antes de embarcarse en una nueva aventura en su máquina del tiempo. Ronald Reagan utilizó la misma frase en un discurso en 1986. Apelaba a los jóvenes en una llamada hacia el futuro.

“Me interesaba decir cómo ese futuro es un momento al que no vamos a llegar”, explica su comisario Rafael Barber. Para ello, ha incluido obras que ponen de manifiesto los mecanismos de producción de realidad, incluyendo los presentes en la industria mobiliaria. A ésta última alude una de las piezas más curiosas de la sala, The role of uninentended consequences de Eva Fábregas de 2015.

Ésta utiliza una animación para mostrar uno de los objetos primigenios del diseño modernista, un sofá creado por Charles y Ray que fue concebido para poder ser transportado. Convertido en un puro objeto de consumo, el mueble ya no se ponía al servicio del cuerpo y su comodidad.

Termina la exhibición con la película El futuro que Luis López Carrasco rodó en 2013. En ella, se acude de nuevo el discurso de un dirigente, esta vez Felipe González tras ganar las elecciones con el PSOE en 1982 que decía: “todo era futuro y estaba por venir”. Barber resalta que “pertenecen a diferentes ideologías que aun así incluyen en sus alegatos una idea de futuro con el que tenemos que estar comprometidos”.

Pero, ¿qué podemos hacer ante esta imposición? Responde Barber: “No pensar tanto en qué vamos a hacer sino empezar a hacer cosas y ver cómo evolucionan. No trabajar hacia una meta, sino desde un proceso constante”. Y concluye: “Hay que hacer futuro antes de esperar a que venga”.

Estos “tejedores de hilos”, “facilitadores” o “intermediarios” son figuras fundamentales del Arte. Ellos son quienes seleccionan las obras que podrán ser conocidas por el público. Como reza el dicho “lo que no se conoce no existe”, por lo que su labor permite seguir ampliando el conocimiento y dar visibilidad.

En este contexto en el que la idea de museo tradicional ha cambiado, las exposiciones no se limitan a crear espacios de silencio con cuadros en los que escuchar a guías que dan un discurso de forma unidireccional. Ahora se amplía la experiencia haciendo partícipe al espectador. “Creo que la idea de museo como espacio hegemónico ha hecho mucho daño, porque realmente ha alejado el arte de las personas, como si sólo la aquellos con un determinado gusto pudieran acercarse”, expone Saura.

La madrileña continúa: “Y para nada, el arte es energía, que apasiona y remueve”, de forma universal. “No tiene que haber un mensaje inequívoco, en el discurso que crea el comisario ha de haber libertad, se prescinde de normas y cánones. Cada uno debe salir de la exposición pensando y sintiendo libremente, pudiendo haber reído, llorado reflexionado o emocionado”.

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