En nuestra lista de lo mejor del arte no solo hay exposiciones
En un año que parece que va a ser recordado por las grandes pérdidas y la cantidad de nombres del mundo de la cultura que nos han dejado, lo cierto es que el mundo del arte nos ha recompensado con grandes exposiciones e intervenciones.
Después de repasar las series que más nos han enganchado, los álbumes que mejor representan la cosecha discográfica anual y las películas que más nos han impresionado, ahora toca pensar en las exposiciones e intervenciones artísticas de 2016. ¿Nos hemos dejado alguna que consideres destacable? ¡Comparte tus elegidas en los comentarios! Y demos la bienvenida a 2017 con ganas de volver al museo.
J. M. Costa: El Bosco, un mundo que nunca se fue del todo (Museo Nacional del Prado)El Bosco, un mundo que nunca se fue del todo
La exposición del verano y del año fue la dedicada a El Bosco en el 500 aniversario de su muerte. Entre las muchas celebraciones y muestras en homenaje al maestro holandés, esta del Prado fue de lejos la más completa y mejor montada. Sobre el puro placer retiniano, la exposición y su catálogo ponían al día lo que sabemos sobre un pintor ya tan significativo en su tiempo como para que Felipe II colgara sus obras en El Escorial. Quedando claro que para pintar de esta manera no era imprescindible alucinar mucho ni meter de contrabando mensajes heréticos. El Bosco era un profesional de tradición familiar, un cristiano devoto y dirigente de su comunidad. No es conveniente tirar de concepciones románticas para analizar artistas nacidos siglos antes de ese movimiento.
Escucha atentamente: este sonido se autodestruirá inmediatamente después (Escoitar.org)
A finales de enero tuvo lugar en Internet una acción intensamente poética que al mismo tiempo era una denuncia contra la actitud de la política respecto a la cultura. El colectivo gallego Escoitar, tras diez años de actividad, decidía echar el cierre. Y lo hizo cerrando el Mapa Sonoro de Galicia que había ido generando durante ese tiempo sin que las autoridades hubieran ayudado lo más mínimo o quisieran hacerse cargo de un mapa que era un retrato sonoro de su tierra. El método del cierre afectaba al participante: cuando se entraba e la página de Escoitar para leer la despedida, sonaba uno de los sonidos recogidos en el Mapa Sonoro que al final quedaba borrado de dicho Mapa. Hasta el silencio.
Superegos, arte contemporáneo y el parque del Retiro (Palacio de Velázquez)
En septiembre abría en el Palacio de Velázquez del Retiro madrileño una exposición antológica del escultor vasco Txomin Badiola. El protagonista tiene una obra muy interesante, pero lo que elevaba el interés de esta exposición eran cuestiones genéricas, como el papel del subdirector del Reina comisariando quince exposiciones en tres años, el hecho de que un artista encargue a sus amigos la confección de la muestra o la relación que dicha muestra tenía (o no tenía) con el paseante indiscriminado del Retiro. Una exposición que mostraba, sin desearlo, mucho de lo que no hay que hacer para que el arte contemporáneo pueda integrarse en la vida cotidiana de las personas.
Marta Peirano: La proposición (Jill Magid, Nueva York)La proposición
Una artista conceptual norteamericana llamada Jill Magid convence a los descendientes del arquitecto mexicano Luis Barragán para convertir sus cenizas en un diamante de 2,2 kilates. Con ese pedrusco se hace un anillo de pedida con el que viaja a Suiza y se arrodilla delante de Federica Zanco, que ya está casada con el presidente de Vitra, Rolf Fehlbaum. Parece una telenovela pero es en realidad un drama fascinante de propiedad intelectual. Lo que falta es un poco de contexto.
Luis Barragán, el arquitecto más grande de México, murió de Parkinson en 1988 y le dejó sus bienes a dos personas. A su amigo Ignacio Díaz Morales le dejó su biblioteca para que le buscara sitio en una institución, cosa que hizo enseguida, levantando la Casa Luis Barragán. A su socio Raul Ferrera le dejó los derechos de autor de su obra y “todos los documentos, películas, dibujas, bocetos, maquetas y originales de su trabajo”.
Ferrera estaba celoso de la gloria de Barragán, y pasó cinco años demandando a todo aquel que lo mencionaba hasta que un día se colgó frente a la casa de su socio muerto. Su viuda trató de vender el legado a instituciones mexicanas, pero pedía una cantidad disparatada y nadie se lo compraba. Entonces llegó Rolf Fehlbaum y adquirió archivos y derechos por tres millones de dólares.
Para Fehlbaum no era una inversión; había comprado el archivo como regalo de pedida para Federica Zanco, la joven arquitecta con la que viajaba a Mexico. Al abrir su regalo, Zanco se enamora tanto de Barragán que crea una fundación con su nombre y se impone la penosa tarea de catalogar el material. El primer problema es que se lo lleva a la sede de Vitra, cerca de Basilea y lejos de México. El segundo, que se obsesiona tanto con el material que literalmente lo secuestra, negando acceso a estudiantes, académicos, arquitectos, comisarios de arte y medios de comunicación. Después de 20 años, la proposición de Jill Magid es darle el anillo a cambio de los derechos y los archivos para devolverlos a México, donde pueda abrirse a las universidades y a la comunidad. Cambiar la obra de Barragán por su cuerpo convertido en diamante.
La historia de este proyecto está contada en un librito por la propia Magid y Laura Poitras, la oscarizada directora de CitizenFour, está preparando una serie documental. Es mi obra favorita de 2016 y en general. Si tienen una obra mejor que esta, les invito a cenar.
Francesc Miró: Vivian Maier Street Photographer (Fundación Canal Isabel II)Vivian Maier Street Photographer
Pocas exposiciones de fotografía crean, al cabo del año, el fenómeno que siguió a esta. No es para menos, pues al excelente trabajo de selección entre la ingente obra de la fotógrafa se le sumaba lo intrigante de su historia personal. Vivian Maier trabajaba como niñera y escondía en cajas todas y cada una de sus fotografías. Su ostracismo le permitió captar Nueva York con una mirada lúcida, triste y única. Falleció sin saber que su trabajo sería considerado una de las aportaciones más bellas a la fotografía del siglo XX, totalmente desconocida hasta 2007, cuando John Maloof la descubrió y se ocupó de dar a conocer su vida y sus fotos.
La Fundación Canal Isabel II se apuntó un buen tanto con la que, posiblemente, sea la exposición fotográfica más visitada del año. Un recorrido global por sus más de cien mil fotografías entre las que se escogieron algunas de las más memorables. Una particular mirada atenta a los detalles y a los rostros que pasan desapercibidos. Una visión que forma parte de la historia de la fotografía y ahora también de la memoria de aquellos que tuvieron la suerte de descubrirla en 2016.
Mónica Zas: La máquina de pensar (CCCB)
Relacionamos la figura de Ramón Llull con ese filósofo mallorquín que nos obligaban a estudiar en el instituto y cuya obra giraba alrededor de una total devoción por Dios. Nadie dudaba de su relevancia histórica, pero la exposición del CCCB consiguió vendernos al pensador como si fuese una “estrella de rock”, como dijo su comisario. Sus instalaciones algo futurísticas, los dibujos de Dalí o los recursos metaliterarios de Borges unían un legado de hace más de 700 años con el presente e incluso el futuro tecnológico.
A través de su ‘ars combinatoria’, Llull plantó las bases de la revolución algorítmica y digital. Sus diseños para encontrar una fórmula lógica sobre la existencia de Dios, terminaron siendo de gran utilidad para la programación informática. En definitiva, La máquina de pensar fue una muestra diferente que se completaba con talleres de arte digital y otras joyas para abrir la mente al conocimiento y a la tolerancia. Porque, como decía Ramón Llull, “no puede haber armonía sin diferencia”.