No hay tiempos muertos en los viajes compartidos
El viaje compartido como experiencia de socialización forzada. El coche como habitáculo que impone el contacto con desconocidos. Con estos elementos de base, la fotógrafa Mar Sáez (Murcia, 1983) ha construido un relato visual de una rutina autoimpuesta, basándose en su experiencia personal como fotógrafa in itinere, a caballo entre Madrid y Murcia.
El proyecto, caracterizado por la riqueza cromática y el estímulo imaginativo que supone la concatenación de pasajeros, vehículos, escenas de ambiente y sitios de paso, se expone en el Centro de Arte de Alcobendas (Comunidad de Madrid) bajo el título A los que viajan.
En el origen de las fotos está el arraigo a la vez personal y profesional que hizo vivir a la autora a caballo entre Murcia y Madrid, adonde se fue a estudiar con sendas becas de la escuela Lens de fotografía y del programa de máster de PhotoEspaña y La Fábrica. “En los más de 50 o 60 viajes realizados a través de plataformas de vehículo compartido quise reflejar con la cámara, por pura satisfacción personal, lo que vivía y escuchaba. Luego el proyecto se fue definiendo”, explica.
Confesiones compartidas
A esa definición contribuyeron los sentimientos de incertidumbre sobre el futuro y de soledad cuando se llega a una ciudad en la que no se conoce a nadie. Y luego vino un cúmulo de vivencias y emociones compartidas con otros viajeros. “En esos momentos te haces muchas preguntas”, dice Sáez. “Y te das cuenta, hablando con esos desconocidos compañeros de viaje, que esa sensación de desarraigo, de no sentirte ni de aquí ni de allá, es algo compartido por otros viajeros”.
En los trayectos realizados, la autora hizo fotos, a veces a horas intempestivas, de los lugares transitados y de sus compañeros de viaje. Llevaba consigo una pequeña fuente de luz continua o aprovechaba “la luz disponible (los faros del coche, los semáforos o cualquier objeto iluminado)”. Sáez contaba, a menudo con la colaboración de los retratados. “Tienes que vencer la timidez y el temor a molestar”,dice, “pero el resultado es muy gratificante”.
Preguntada por las personas que le han influido o inspirado en este proyecto, Sáez cita En el camino, de Jack Kerouac, como ejemplo de “experiencia vital y de reflexión sobre dónde quieres ir”. A nivel estético menciona, como fuente de inspiración, las pinturas de Edward Hopper y las fotografías de Stephen Shore y William Eggleston.
El planteamiento de la muestra es circular: comienza con imágenes nocturnas y va dando paso al día. El diseño es de la propia fotógrafa. “Disfruto mucho haciendo los diseños expositivos”, declara. Perfeccionista, Sáez es capaz de hacer infinitas pruebas “hasta que todo encaja”, así como “jugar con la puesta en sala, los tamaños de las copias, las paredes… todos los elementos de la exposición”.
El proyecto tuvo, primero, una primera vida en papel prensa en la celebrada serie de periódicos monotemáticos DÚO: fotolibros frágiles pero de exquisita realización concebidos por los fotógrafos y editores Carlos Luján, Juan Millás, Eduardo Nave y Juan Valbuena —asociados a la editorial Phree y el colectivo Nophoto —. Si cada número yuxtapone a un fotógrafo y un escritor o periodista, en este caso se emparejaron las fotos de Mar Sáez con el relato que hizo el escritor y profesor de Historia del Arte Miguel Ángel Hernández, titulado “Sobre el viaje por carretera con desconocidos”.
En el texto, Hernández interpreta así las fotos de Sáez: “Miro las fotos y creo que yo también busco esos tiempos muertos. Pienso en las miradas perdidas, en el viaje detenido (...). Esas miradas me hacen pensar en ‘instantes de peligro’, en momentos decisivos en los que la vida puede tomar otro rumbo y uno puede convertirse en alguien diferente del que es”.
Mirada internacional
Como tantos fotógrafos de su generación, Sáez es una autora con formación universitaria (Psicología y Comunicación Audiovisual) y disciplinada que no ha dudado en acudir a los Rencontres d’Arles (el festival de fotografía más prestigioso de Europa), o a Paris Photo (la feria especializada más conocida en el continente) para buscar apoyo profesional.
Su primer gran trabajo, Vera y Victoria —un relato visual sobre la vida íntima y la conexión emocional de una pareja heterodoxa de mujeres—, fue becado por el Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín que organiza el fotógrafo y periodista Gervasio Sánchez. Fue publicado como fotolibro en Francia, en la editorial de André Frère, en colaboración con los Cuadernos de la Kursala, el proyecto editorial que dirige el comisario Jesús Micó. El trabajo está representado en el extranjero por la agencia angloamericana Institute. En España, tras su paso por la galería Kursala de la Universidad de Cádiz, fue la galerista madrileña Pilar Serra quien expuso Vera y Victoria en la feria ARCO de Madrid y en su espacio de la calle Santa Engracia de Madrid.
Sáez cambió esa observación de la intimidad de una pareja —común a otros proyectos suyos como Gabriel y Trans— por las intimidades compartidas entre desconocidos. “Los momentos de espera, de tránsito entre una ciudad y otra son los momentos perfectos para encontrarnos con nosotros mismos”, asegura. “En esta sociedad acelerada no existen los tiempos muertos. Pero son el momento idóneo para reflexionar y hacerte preguntas como: ¿cuál va a ser el siguiente paso? ¿cuáles son mis proyectos? ¿qué se me está olvidando vivir?”.