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La “cenicienta” Bartoli “barre” en su debut operístico en Madrid

La "cenicienta" Bartoli "barre" en su debut operístico en Madrid

EFE

Madrid —

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En 30 años de carrera, Cecilia Bartoli no había cantado nunca una ópera en Madrid. Esta noche se ha quitado la 'espinita' ante el Auditorio Nacional con una de sus obras emblemáticas, “La Cenerentola”, y lo ha hecho con un gran éxito traducido en cerca de diez minutos de aplausos y gritos de “brava”.

Bartoli ha sido la gran protagonista, con un final de campeonato, y ha sido ovacionada en cada una de sus intervenciones pero también ha sido muy aplaudido el resto del reparto, especialmente el bajo barítono zaragozano Carlos Chausson, en el papel de Don Magnífico.

A su lado han estado el tenor uruguayo Edgardo Rocha (Don Ramiro), el barítono italiano Alessandro Corbelli (Dandini) y el ensemble barroco Les Musiciens du Prince-Monaco, dirigidos por Gianluca Capuano.

Han pasado 25 años desde que la romana (1966) la estrenó, en Bolonia, nada menos que con Riccardo Chailly en la batuta, pero esta versión es muy especial también porque se interpreta con instrumentos de época, los que toca la formación que ella fundó y dirige artísticamente.

El montaje, que firma Claudia Blersh y que tuvo un gran éxito en Salzburgo, no es ni una versión concierto ni escenificada aunque solo le falta para esto último el decorado: los cantantes no tienen partitura, salen disfrazados, hay elementos de atrezzo e iluminación.

El magnetismo e inquietud por todo lo que le rodea de la reina del belcanto, con más de 12 millones de CD y DVD vendidos, y cinco Grammys en su poder, se hace patente en cada página que canta y da casi un poco igual que sea una versión semi dramatizada porque su expresividad construye la escenificación.

La orquesta y el coro también participan de la versión -con subtítulos en italiano y castellano-, ya que a veces son “limpiados” por la Cenicienta, el coro -ataviado de igual forma que los músicos aunque con bombín- ayuda a los cantantes con algún elemento y hasta el director participa del pastel de boda.

“La Cenenterola”, estrenada en España hace 200 años, es una de las óperas mejor construidas de Rossini porque hay un crescendo continuo hasta llegar a un final en el que está lo más difícil: su rondó, “Nacqui all'affanno”, que es en sí mismo una lección de canto que concentra toda la energía de las tres horas anteriores.

Para cantar a Rossini, según contaba Bartoli en una entrevista con EFE, se necesita elasticidad y frescura e interpretar sus obras da mucha “longevidad” a la voz porque hay que trabajarla mucho.

Escuchar a la orquesta con instrumentos de época -los violines, por ejemplo, tienen cuerdas hechas con tripas de animales- cambia también mucho la ópera.

“Ha sido un descubrimiento total, es como hacerla por primera vez. El sonido es el de la época y es el que tenía Rossini en sus oídos cuando la creó, es ligero y orgánico. El resultado es que la voz está en un diálogo distinto con la orquesta”, explicaba Bartoli.

“La Cenerentola” de Rossini se parece a la historia de Perrault pero tiene diferencias sustanciales con este y, desde luego, con la película de Disney.

La madrastra aquí es el padrastro, el barón Don Magnífico, un ambicioso de libro que busca ascender socialmente casando a alguna de sus dos hijas “auténticas” con el príncipe Ramiro.

El aristócrata quiere que le quieran por sus propios valores y no por su título y para conseguir “la prueba del amor verdadero” decide intercambiar papeles con su mayordomo, Dandini, al que la familia de la Cenicienta intenta camelar.

Si la interpretación de Madrid es su debut en la capital en una ópera, en Barcelona, donde actuará el día 25, supone cantar una ópera completa casi 27 años después de debutar en el Liceo, donde hizo Rosina en “El Barbero de Sevilla”, de Rossini.

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