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El aborto en la España rural franquista entra en la pugna por la Concha de Oro (y provoca desmayos en la sala)

Janet Novás, protagonista absoluta de 'O Corno'

Javier Zurro

Donostia —

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Que los hombres han impuesto su forma de mirar el mundo no es ninguna sorpresa. Lo han hecho a través de su posición de poder en todos los lugares, también en el cine. Durante mucho tiempo son ellos los que han contado las historias y los que han creado las imágenes que mucha gente asumía como reales. Son los hombres los que han plasmado en fotogramas el sexo, la maternidad o el embarazo, asuntos que conocían de oídas, por tópicos o por lo que les habían contado otros hombres. Una espiral masculina que empieza a romperse.

El resultado son otras miradas, otras historias y otras formas de contarlas. Que era necesario queda claro cuando uno ve lo que ha ocurrido con un filme como O Corno, que en sus primeras proyecciones provocó tres desmayos en el Festival de San Sebastián en una larga escena de un parto rodado de manera realista. La directora Jaione Camborda abre así su película, y es una declaración de intenciones. Las miradas dulces e idealizadas de un parto no existen aquí. Hay una escena dilatada en el tiempo, donde el sonido es clave, donde la experiencia es inmersiva y donde el retrato de los cuerpos y de su dolor adquiere otra dimensión.

Lo que viene después es la historia de una mujer que practica abortos en un pueblo de la Galicia rural en los años 70, durante el franquismo. Una mujer que tendrá que huir cuando sea perseguida adquiriendo el relato la forma de película de fugitivos. Un filme con poco diálogo, sensorial, donde solo la ayuda entre las mujeres ofrece algo de luz. O Corno tiende puentes con el presente, y reflexiona sobre el control hacia el cuerpo de las mujeres que sigue presente.

A la directora le ha sorprendido la noticia de los desmayos. Cree que vinieron provocados por el calor, pero también asegura que lo está “analizando”. “Al final es una escena muy inmersiva y y en la que tenemos mucho fuera de campo. El fuera de campo siempre activa el imaginario. Y en ese imaginario, puede ser que hubiera gente que tuviera más aversión”, dice.

O Corno deja claro ese contexto histórico de represión, de prohibición y de persecución de la mujer, pero nunca lo subraya del todo, potenciando sus vínculos con el presente.“Para mí era importante también que no se perdiera de vista la parte más humana existencial de la propuesta. Que lo político entrara en una dialéctica más racional. Quería que esa parte existencial fuera la que estuviera con más fuerza. Pero para mí era importante también el retrato de esta época de prohibición, pero de manera no explícita, sino en modo de clandestinidad, de oscuridad, de susurros. Recursos estilísticos para que haya un diálogo con lo actual, que no se sienta la distancia de una película de época”.

De hecho, ella plantea esta película casi como reacción. “Me parece que hoy en día es todavía necesario recordar lo que teníamos que hacer para poder tener decisión sobre nosotras. Se está dando voz y altavoz a ideas realmente retrógradas sobre este tema y es peligroso”. Sus elementos políticos también tienen que ver con el concepto de frontera: “Fronteras que son políticas, que no son reales. No son culturales. No son vitales. Son puramente impuestas y hacen que se juegue la vida la gente”. Una situación en donde fueron “las mujeres las que tuvieron que ayudarse para poder sobrevivir a ese control sobre sus cuerpos”.

Creo que toda esa riqueza, esa variedad, estar contribuyendo a esa diversidad tan necesaria y tan justa del cine con con los idiomas oficiales, es motivo de celebración

Jaione Camborda Directora de cine

O Corno plantea “una propuesta de tempo que también tiene que ver con lo político”. “Se apela a una observación más detenida. La película también tiene algo que ver con el respirar, con bajar una revolución a la rapidez en la que estamos sumergidos. Apela un poco a ese nuevo tempo, a escuchar más y no generar tanto ruido. Y eso es una manera también de ver el mundo”.

Lenguas al poder

O Corno es la tercera película española en competición por la Concha de Oro. Las tres están dirigidas por mujeres, algo que no había sucedido nunca en 71 ediciones. Tres películas, además, muy diferentes entre sí, con Isabel Coixet como referente de un cine más industrial pero autoral, Isabel Herguera llevando la animación a la Sección Oficial, y O Corno como voz de un nuevo cine gallego y otras miradas más en los márgenes. 

Camborde señala otra cosa importante, y es que son “en tres idiomas cooficiales”. “O Corno es la primera película en gallego que está en la Sección Oficial. Eso es alentador y algo que celebrar. Creo que toda esa riqueza, esa variedad, el estar contando historias y contribuyendo a esa diversidad tan necesaria y tan justa del cine con los idiomas oficiales, es motivo de celebración”, añade.

Un hecho que llega en el mismo momento en el que las lenguas oficiales se aceptan por primera vez en el Congreso, y en el que la derecha las ataca. Como dijo Carla Simón en su discurso al recoger el Premio Nacional, el cine va por delante de la política, algo que también piensa Jaione Camborda: “El cine siempre es punta de lanza, y lleva tiempo ya normalizando esa pluralidad de idiomas. Se está haciendo cine en Galicia, en el País Vasco y en Cataluña de una forma muy potente. Un cine que se está valorando mucho en el exterior y se está apostando por eso”.

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