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Crítica

El asesino machista que se convirtió en un héroe en Irán sacude el Festival de Cannes

Holy Spider se basa en un suceso real ocurrido en Irán en 2000 y 2001

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Entre 2000 y 2001, Saeed Hanaei mató a 16 mujeres en la ciudad iraní de Mashhad. Todas eran prostitutas a las que asfixiaba en su casa. Mujeres que buscaban dinero para comprar droga y acababan prostituyéndose en un lugar en el que las mujeres solo pueden ser abnegadas esposas. El caso conmocionó al país, pero sobre todo adquirió dimensión cuando él fue descubierto y argumentó que sus crímenes machistas eran una misión divina para limpiar las calles de su país. Un suceso que estuvo durante meses en las portadas de los periódicos y en los medios y que provocó que Hanaei, en vez de ser considerado un asesino de mujeres, fuera aupado como héroe nacional. Era la muestra de que el machismo corría por las venas de un país corrompido en el que las mujeres eran seres de segunda, que podían ser asesinadas por su forma de vestir o por ir maquilladas o sin velo. 

Aquel suceso es la excusa narrativa para Holy Spider la nueva y esperadísima película de Ali Abbasi, director iraní asentado en Suecia. Un potentísimo thriller que en su primera parte haría las delicias de David Fincher y que en su segunda gira hacia un procedimental judicial más clásico. En ambas, el género es la excusa para mostrar un país completamente podrido. Machista, desigual, injusto, donde muchas mujeres se casan siendo niñas, tienen hijos siendo jóvenes y acaban drogadas y como prostitutas antes de llegar a los 30.

Abbasi ha saltado a la Sección Oficial de Cannes con su nuevo filme en el que se atreve por primera vez a mirar a su país natal. Lo hace con una película impensable para un cineasta iraní. Por lo explícito y por la contundencia de su mensaje, que no es solo hacia la violencia de las mujeres sino hacia una sociedad en la que todas las instituciones huelen a corrupción y en las que la religión ha empañado todo. Abbasi retrata una ciudad sucia, decadente, llena de callejones oscuros y donde la desigualdad deja víctimas en cada esquina.

Abbasi, que sorprendió a todos con la excelente Border, realiza un soberbio ejercicio de tensión en su primera mitad, con un gran manejo del suspense y una apuesta arriesgada en su forma de mostrar los asesinatos, centrándose en los rostros asfixiados de las víctimas. Su segunda mitad refuerza el mensaje político de la película, pero es más rutinaria, aunque el director consiga que nunca se pierda el interés, algo a lo que también ayuda la increíble interpretación de Zar Amir-Ebrahimi como la periodista que investiga el caso hasta límites obsesivos. 

El cineasta fue muy crítico en la rueda de prensa del Festival de Cannes con el cine iraní y la situación de censura que viven los artistas que obliga a realizar un cine excesivamente metafórico y críptico: “Tengo mucho respeto por el cine iraní, pero cinematográficamente no siento que el cine iraní sea mi casa, todo es jodidamente metafórico. Una flor en el viento representa… yo que sé. Las películas te tienen que golpear en la cara, no son unas jodidas flores. El cine no tiene país, ni fronteras ni género, alguien como Lynch o Luis Buñuel son más inspiración para mí, o el gran cine italiano. En los últimos 50 años hemos estado presentando una realidad paralela en el cine iraní. Las mujeres nunca se quitan la ropa. Duermen con cinco metros de tela alrededor de la cabeza. Nunca tienen sexo. Nunca se tiran pedos… Eso no es una inspiración para mí”. 

Holy Spider no pudo rodarse en Irán, pero Ali Abbasi intentó lograr el permiso para que fuera así. “Fui al Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, tomé una taza de té con ellos y les mostré el guion, menos algunas escenas. Pero estaba listo para comprometerme porque eso me permitiría acercarme a la realidad que quería retratar. Un año después, las autoridades seguían estancadas”, contó el director que finalmente no logró el permiso y se fue a rodar el filme a Jordania.

Muchos creen que Holy Spider traerá la polémica, sobre todo en Irán, pero Abbasi no entiende dónde la gente puede encontrar el problema. “Para mí no hay ninguna controversia con la película. Hay evidencias claras de que las personas de Irán tienen sexo. Hay evidencias de que hay prostitución en Irán, como en todas las grandes ciudades del mundo”, aseguró para aclarar que no ha querido hacer una crítica solo sobre la violencia hacia las mujeres, sino sobre toda la sociedad, especialmente la iraní, que permite que haya tanta pobreza mientras favorece a las grandes fortunas.

“Las mujeres que fueron asesinadas vivían todas en la pobreza. Se casaron cuando tenían 14 años. Tuvieron dos hijos cuando tenían 23. Esta no es una película contra el gobierno iraní. No es anti nadie. No creo que Roman Polanski estuviera haciendo una película contra Los Ángeles en Chinatown. Pero el hecho real es que el asesino era un hombre muy religioso y que los asesinatos estaban ocurriendo en una ciudad santa”, zanjó sobre un filme que muchos ven en un palmarés que empieza a tener demasiados nombres en las quinielas.

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