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'Champán para todos', un retrato colectivo de Sergio Algora, el alma de 'El niño gusano'

Poster del documental 'Champan para todos'

Carmen López

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La idea de hacer un documental sobre la figura de Sergio Algora pasó por la cabeza de Lola Lapaz en 2015. La dejó aparcada durante un par de años, pero en 2017 se dijo a sí misma que si no lo hacía en ese momento, no lo iba a hacer nunca. Así que, junto a Marisa Ricarte, empezó a trabajar en la película Champán para todos, que se estrenó originalmente en 2018 y que ahora puede verse en Filmin.

Algora fue un rara avis dentro de la música indie nacional que nació en los años 90. Las letras de sus canciones estaban escritas en castellano y su imaginario poco o nada tenía que ver con el resto de grupos que conformaron aquella escena. La primera palabra que surge cuando se escuchan sus versos quizá es 'surrealistas', pero él siempre rechazó ese calificativo.

El Niño Gusano (1993), Muy Poca Gente (2000) y La Costa Brava (2003) fueron sus tres grupos de música y desde sus inicios ya se ganó una legión de seguidores fieles. En en ella se encontraba Lapaz, que aún sigue militando en el 'algorismo': “es un tipo de música que no ha envejecido. Esta mañana me estaba duchando y me he puesto un disco de La Costa Brava porque me apetecía, sigue sonando como algo nuevo”, comenta a eldiario.es.

La directora se dejó llevar por el espíritu de esa banda, que proclamaba que ensayar es de cobardes, para hacer el documental. Explica que: “Yo me dedico a la docencia. Soy profesora en tres universidades y me dedico a lo que sería el guión y la narrativa audiovisual. Llevo ya 19 enseñando pero nunca había filmado nada, en plan una peli, un corto o algo así. La Costa Brava actuaban con el ímpetu, con el impulso, con la idea de que las cosas hay que hacerlas y si salen bien, genial y si salen mal, pues nada. Y me puse a ello”.

Durante seis meses, Ricart y ella viajaron a Zaragoza, Madrid o Barcelona los fines de semana para entrevistar a las personas que salen en la cinta, entre ellos Francisco Nixon, Amaral, Jesús Ordovás o Nacho Vegas. Después de eso vino el trabajo de montaje, recortando testimonios y metiendo material adicional. Todo esto sin ningún tipo de ayuda económica: “La gente me decía que estaba un poco loca porque tenía que haber pedido ayudas y haberme movido un poco más. Pero me daba pereza el ir mendigando dinero y tal. Y también estoy un poco en contra de que hacer cine sea algo tan caro”, recuerda Lapaz.

La ausencia de entidades o inversores en el proyecto les dio libertad total, pero también significó encontrarse con trabas que solo el dinero podía solucionar. “A la hora del montaje acudí a televisiones públicas para ver si me podían ceder algún tipo de material como de Los conciertos de Radio3, por ejemplo. Pero el coste que me pedían era tan desorbitado que no lo pudimos asumir. Yo me tuve que hacer productora para hacerlo todo dentro de lo que sería la ley, legalmente y eso ha sido un condicionante”.

Quién, cómo, dónde

La intención nunca fue hacer un biopic, un “vida y milagros de Sergio Algora”. Su objetivo fue desde un principio ofrecer un retrato de él a través de los testimonios de las personas que le conocieron. Compañeros de banda, familia o personas que recibieron su influencia de una u otra manera.

Aunque solo vivió 39 años —nació en 1969 y murió en 2008, víctima de un fallo cardíaco— consiguió contagiar a los demás de su entusiasmo y su ímpetu. Tuvo una tienda de discos, trabajó en la Fnac y montó el bar Bacharach, en el que en un principio también servían comidas además de bebidas, pero los platos pronto desaparecieron de la carta. Él era una fiesta constante y su garito no iba a ser menos, así que priorizó las copas.

Todos los entrevistados le definen como 'feliz' y le recuerdan como una persona que no se preocupaba demasiado por nada. De hecho, “Champán para todos” era una de sus frases míticas, la que usaba para cachondearse sobre la muerte.

En la cinta cuentan batallitas que construyen la figura del protagonista, como cuando llegaba al bar y gritaba “¿Queréis ver las estrellas?”, para acto seguido bajarse los pantalones y sacar a relucir unos calzoncillos estampados de eso, de estrellas.

También rememoran su conocimientos enciclopédicos sobre música, las reuniones para escuchar discos en su casa y sus libros de poemas. Porque Algora, más que músico, se consideraba un escritor [de hecho, no sabía tocar ningún instrumento]. En 2018, coincidiendo con el décimo aniversario de su muerte, se reeditaron los cinco poemarios que había publicado en vida y uno póstumo, Invierno, reunidos en el volumen Celebrad los días (Chamán ediciones). Además en 2019, Madmua publicó el libro Las letras de Sergio Algora, que también funciona como poemario.

Cuando Lola Lapaz se puso en contacto con los participantes, todos respondieron que sí, como seguramente lo hubiese hecho el propio Algora: “La gente se involucró enseguida y se ilusionó con el proyecto. Al ver el documental me di cuenta de que tuve mucha suerte porque hablan muy bien y son muy interesantes. Creo que eso también ha ayudado mucho a conformar todo el resultado final”, afirma la directora.

También obtuvieron ayuda de los seguidores del artista para completar la cinta. Lapaz comenta que: “hicimos una llamada a través de redes sociales para que los posibles fans nos mandaran el material que tuvieran. Entradas de conciertos, fotos, grabaciones. En el documental hay un fragmento que corresponde a una boda en Denia donde estuvo tocando La Costa Brava. Me pareció un recuerdo muy chulo para recuperarlo. No sé si los novios lo habrán visto, por cierto”.

Desde entonces hasta ahora

Champán para todos se proyectó por primera vez en 2018 en el festival Contemporánea: “fue muy bonito porque fue justo el año en el que se cumplían diez años de la desaparición de Sergio. Allí se hizo una especie de homenaje y se inauguró la plaza donde siempre se toca con su nombre. Fue algo bastante emotivo y la gente respondió súper bien”, evoca Lapaz.

Después, la cinta siguió su recorrido por salas y festivales. Pasó por el bar Fotomatón de Madrid, el Sidecar de Barcelona y por el Festival Internacional de Cine de Albacete (Abycine) y en el Som Cinema de Lleida. Un itinerario mucho más largo del que la directora se esperaba en un inicio.

“Los documentales en general tienen una media de vida de más o menos un año y medio o dos años de recorrido por festivales. Es lo que se tarda más o menos en intentar presentarte a todos los posibles y luego se acaba. Había mucha gente que no había podido ir físicamente a las proyecciones y se había quedado con las ganas de verlo”, explica la autora, antes de contar cómo una llamada cambió la esperanza de vida de su trabajo.

“A finales del año pasado, se puso en contacto conmigo Jaume Ripoll, que es el editor de contenidos de Filmin. Me propuso que la película estuviese en el catálogo y yo automáticamente le dije que sí. Me pareció lo mejor que le podía pasar para cerrar ya la etapa de difusión. Es la manera en la que todo el mundo pueda disfrutar del documental. Me encantaría que la gente que no conozca la figura de Sergio acudan a él o haya quien le redescubra”.

En menos de 40 años, Algora dejó una huella imborrable en quienes le conocieron, que aún siguen rescatándole del olvido. Tras su muerte, alguien pintó la frase 'Un jardín en cada poro' enfrente a su Bacharach, el bar donde trabajó la escritora Aloma Rodríguez, que en 2016 publicó un libro que le recuerda titulado Los idiotas prefieren la montaña. Se le puso su nombre a la plaza de Badajoz y también a un jardín en Zaragoza. Y ahora se le puede conocer aún un poco más gracias al trabajo de Lola Lapaz y Marisa Ricarte. Todos a brindar con champán.

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