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Los demonios infantiles y los horrores del mundo

Félix en clase con sus compañeros y sus demonios

Pedro Moral Martín

El Festival de San Sebastián ha terminado y para su último día de sección oficial ha guardado una pequeña y terrorífica joya titulada Les démons. En Perlas se han podido ver Son of Saul un drama sobre el holocausto que ganó el último FIPRESCI de Cannes y Black Mass, la vuelta de Johnny Depp a los papeles serios, thriller sobre el famoso capo irlandés James ‘Whitey’ Bulger.

El horror de lo cotidiano

Hay una escena terrorífica en El Árbol de la vida, quizá una de las más importantes de toda la película. El niño protagonista está observando como su padre (Brad Pitt) arregla la parte inferior de un coche y solo tiene que dar una patada al gato para que el pesado vehículo le aplaste, para acabar por fin con esa figura autoritaria que detesta. El deseo no se materializa, pero la sola idea de plantearlo con un sutil recurso cinematográfico ya es espeluznante. Sobre todo porque, esto, ocurre. Nuestra cabeza está llena de felices reminiscencias de nuestra infancia o si no felices, al menos, nostálgicas, nada que no nos haya enseñado Del Revés con sus recuerdos esenciales.

Si se escarba en ese pasaje vital que es la infancia y en el que se desarrolla en gran medida nuestra inteligencia emocional, aquello que más tarde definirá nuestro carácter, hay también muchos terrores, deseos perversos, tanteos en nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, comportamientos crueles, entrañables test sobre nuestra sexualidad, ideas equivocadas de lo prohibido y sobre todo la magnificación del más mínimo cambio en todo aquello que sostiene nuestro universo: familia, colegio, amigos…

Nadie esperaba que Les démons, la última película en competición de San Sebastián, planteara de una forma tan aterradora la historia de cómo un niño construye su personalidad a través de sus miedos infantiles. Félix es el joven protagonista de este escalofriante drama  en el que los demonios de la vida real, más perturbadores, sórdidos, miserables y enfermizos irrumpen en su infancia mientras él intenta controlar su miedo a todo, a la separación de sus padres, al rechazo de la chica que le gusta, a la impunidad de sus fechorías infantiles e incluso, al SIDA.

La propuesta del desconocido debutante Philippe Lesage es desafiante. Les démons está contada con un tono pausado en el que siempre acecha una monstruosa tragedia. El horror de lo cotidiano es constante al igual que en la propuesta de Ruben Óstlund, Fuerza mayor.  Es un filme incómodo en el que Lesage trabaja con los terrores infantiles y los contrapone con la mayor de las depravaciones humanas.  La película canadiense no es apta para estómagos delicados.

El holocausto (una nueva mirada)

Era complicado construir una película sobre el holocausto que no se haya visto ya, pero el director húngaro László Nemes ha conseguido pasar esta barrera con una propuesta única, igual de desgarradora y difícil que todas las demás, las que uno quiera pensar: La lista de Schindler, El pianista, La vida es bella...

En mitad de la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Auschwitz se forman grupos de trabajos de judíos que se encargan de quemar los cadáveres de su propia gente, Saul encuentra a un niño que sobrevive y le toma como su hijo en una obsesión terrible por salvar un destello de luz entre tanta violencia. Sin embargo, el argumento no es lo importante de esta película, es el aspecto formal lo que la convierte en una obra única y uno de los títulos más importantes de esta temporada. Nemes coloca la cámara en el cogote o en el rostro de Saúl mientras desenfoca todo lo demás. El espectador vislumbra los horrores del campo de concentración entre detalles e imágenes borrosas de cadáveres, de nazis y de carbón.

El último papel serio de Johnny Depp

Johnny Deep regresa del Caribe y abandona las muecas para abrazar la contención, por fin, en un papel serio. Aunque muy disfrazado, su rostro es el del famoso mafioso irlandés James ‘Whitey’ Bulger. Black Mass se quiere acercar a Scorsese pero el material es demasiado grande para su director, Scott Cooper (Corazón rebelde). No se trata de narrar la vida del criminal enumerando los hechos en orden biográfico, la intención es contar como desde una amistad forjada en la infancia el agente del FBI John Connolly se alía con el criminal para acabar con la mafia italiana. La lealtad del primero al segundo es casi mística. Esta alianza provoca que Bulger escapara del ámbito de la ley para consolidar un reinado que le llevó a ser el capo más despiadado y poderoso de la historia de Boston.

La interpretación de Depp es contenida, sobria, simplemente magnífica. Sin embargo, es imposible empatizar con ninguno de los personajes a pesar de toda una ristra de nombres de gran categoría como Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Kevin Baco… El director lo quiere así, intencionadamente elige distanciarnos de la historia para variar en el estilo de las películas con temáticas idénticas. No lo consigue porque absolutamente todo suena a ya visto.

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