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Doce películas de culto que ahora forman parte del catálogo de Disney+, aunque parezca raro

Collage Disney+

Francesc Miró

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El 24 de marzo de 2020 Disney+ llegó a España como una plataforma que pretendía competir en cuota de mercado con gigantes como Netflix o HBO. Pero lo cierto es que el catálogo con el que se presentó era exiguo en cantidad y variedad con respecto a sus competidoras: Disney poseía los derechos de múltiples películas y series que no se podían ver en su propia plataforma.

La escasez de títulos venía argumentada con el hecho de que eran una plataforma enfocada al público familiar: para empezar su andadura ya les iba bien con los productos derivados de Pixar, Marvel, Star Wars y National Geographic. El éxito de series como The Mandalorian o Bruja Escarlata y Visión prueba que han sabido jugar con habilidad sus cartas. 

Ahora el asunto ha cambiado: Disney+ ha sumado Star a su catálogo, añadiendo películas y series pertenecientes a Disney Television Studios, FX, 20th Century Studios y Searchlight Pictures. El resultado es una plataforma muy distinta en la que, entre otras cosas, podemos rescatar algunas películas singulares, por su culto y su significación cultural y política.  

Rocky Horror Picture Show (1975)

El inclasificable Dr. Frank-N-Furter de Tim Curry, la fantástica Janet Weiss de Susan Sarandon, el látex, el sexo, el rock: a priori no son los ingredientes que debería tener un musical disneyniano como podría serlo Mary Poppins (subversiva por otros motivos).

Sin embargo, este rotundo clásico de culto setentero ahora se puede ver en Disney+. Un musical maravilloso que por momentos resulta escalofriante. “Entre los momentos más inquietantes de la película destacaría los labios del comienzo, la bienvenida a los visitantes del mayordomo Riff Raff y la escena en la que aparece Eddie, el examante motorista y saxofonista del doctor Frank-N-Furter”, escribíamos sobre ella en nuestro especial de Halloween sobre películas que no son de miedo pero que nos aterrorizan. A falta de que vuelvan los cines Sing-Along, en un futuro lejano muy probablemente, buenos son los musicales extravagantes en casa. 

La profecía (1976)

La mirada de un niño paliducho de seis años, que no levanta ni un metro del suelo, nunca había sido tan aterradora. El Damien Thorn de La Profecía revolucionó el cine de terror en el 76, en parte por su subversiva lectura sobre la maternidad: como ocurre con La semilla del diablo, La profecía explora de forma apasionante el miedo a la maternidad y la exigencia física y psicológica del hecho de generar parentesco. 

Tal fue el pavor que provocó en el público, que la película de Richard Donner alimentó no pocas leyendas negras a su alrededor. El propio director tuvo un accidente de coche el primer día de rodaje, y se alojó en un hotel que fue víctima de un atentado de la IRA. El actor que interpreta al padre de Damien, mítico Gregory Peck, perdió durante los ensayos un avión que acabó estrellándose sin supervivientes, y el guionista de la cinta David Seltzer sobrevivió a un accidente de avión al que le cayó un rayo. Todos, sucesos muy parecidos a los que acontecen alrededor de Damien en el filme. Un poquito de satanismo en la plataforma de la casa del ratón.

La mosca (1986)

La explicitud y repugnancia de las imágenes con las que David Cronenberg abordó la degradación del cuerpo humano en La mosca la convierten en uno de los máximos exponentes del body-horror, subgénero imprescindible para entender el terror contemporáneo. 

“No es necesariamente la obra cumbre de Cronenberg, pero sí una de las mejores películas del director”, escribía el periodista y crítico cinematográfico John Tones, “procedente además de una época en la que había madurado una serie de temas clave de su obra, y estaba preparado para dejarlos caer en el cine mainstream. El resultado es una cima del cine de terror de la época”. 

El color del dinero (1986)

Veinticinco años después de haber interpretado a Eddie Felson en El buscavidas de Robert Rossen, Paul Newman volvió a ponerse en la piel del as del billar arrogante y seductor que conocimos en los sesenta. Su porte y elegancia seguían intactos, pero lo que había pasado eran, precisamente, veinticinco años. 

En El color del dinero, un envejecido Newman se enfrentaba a un jovencísimo Tom Cruise, bajo las órdenes de Martin Scorsese. Un filme excelente, que pivota entre la reflexión generacional y el amargo retrato del lado oscuro del éxito, fundamento de un sueño americano irreal. 

Starship Troopers (1997)

El estreno de Starship Troopers estuvo rodeado de polémica por su extremada violencia y su exaltación militarista y patriótica del imaginario reaccionario estadounidense. Nadie sabe exactamente cuando se volvió la mirada sobre este filme de Paul Verhoeven para que terminase hoy reivindicado como lo que es: una gigantesca, desproporcionada, sátira de aquello que precisamente se le criticó en su momento. 

En 2016 este periódico entrevistó al cineasta a su paso por el Festival de San Sebastián. Preguntado por este filme, confesaba que se se había inspirado en la estética nazi de El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl y contaba: “La audiencia entendió que lo que estaban viendo eran héroes norteamericanos. Y en realidad les preguntaba: ¿y si resulta que estáis adorando a fascistas?”. 

Una mala jugada (1998)

Nadie diría que un realizador tan militante como Spike Lee comulga lo más mínimo con el ideario de Disney, pero lo cierto es que un par de películas suyas se pueden ver en la casa del ratón. Hablamos de Una mala jugada (1998) y La última noche (2002). 

La primera se nos revela como un drama paternofilial en el que las cuestiones de raza, barrio y clase social interpelan constantemente al espectador, ofreciéndole un retrato descorazonador y bello de los Estados Unidos de finales de siglo. La segunda retrata, precisamente, la Norteamérica post 11-S con una mirada lúcida que la convirtió en una de las mejores películas del siglo XXI según la BBC. Ambas se pueden ver en Disney+ ahora mismo.

Al límite (1999)

No deja de resultar curioso que el nombre de Scorsese se asocie hoy a un debate descontextualizado sobre si las plataformas devalúan el séptimo arte: muchas de sus películas, series y documentales están en plataformas o existen precisamente porque éstas se las han producido. Lo cierto es que el único director que repite en este artículo no defendía esa supuesta devaluación en su discutido artículo publicado por Harper's Magazine: criticaba a las plataformas por delegar la recomendación de sus películas en complejos algoritmos que potencian la novedad y la costumbre del suscriptor en lugar de dar valor a los fondos de catálogo y apostar por la sorpresa. 

Eso es precisamente lo que ocurre con los dos títulos de Scorsese que figuran en Disney+ ahora mismo: son un fondo de catálogo que hay que buscar por propia voluntad. Nosotros lo reivindicamos. Al límite es una de sus más desconocidas películas. Un thriller espídico y arrebatado con un Nicolas Cage tan excesivo como se le espera. Una película escrita, además, por otro importante pensador del cine contemporáneo: Paul Schrader. 

Boys Don't Cry (1999)

En Nebraska, la nochevieja de 1993 siempre estará asociada a un crimen tránsfobo: el asesinato de Brandon Teena, un joven que murió a los 21 años víctima de un crimen de odio en el que también fueron asesinados Lisa Lambert y Phillip DeVine. Un caso que estremeció a la opinión pública norteamericana. 

Su historia se convirtió en el sólido debut de la realizadora y guionista Kimberly Peirce. En su piel se puso Hilary Swank, papel con el que ganó su primer Oscar (cinco años después lo volvería a ganar por Million Dollar Baby). Probablemente esta sea la única película con temática trans que encontremos en todo el catálogo Disney+. 

Camino a la perdición (2002)

“Es ley de vida, los hijos están en la tierra para preocupar a sus padres”, le decía Paul Newman a Tom Hanks en una escena de este filme. Camino a la perdición es, esencialmente, una historia de padres e hijos, pero también es algo más. 

Para quien esto escribe este filme de Sam Mendes es la última gran película de mafiosos, con perdón de El irlandés. Una película que se mueve entre lo terrible y lo bello para dibujar un punto y aparte en las formas del cine negro clásico, y dar la bienvenida al cuidado estético del neonoir y el drama criminal contemporáneo.

Juno (2007)

En 2007, Elliot Page interpretaba a Juno Macguff en una comedia adolescente dirigida por Jason Reitman que durante meses protagonizaría una sonada polémica en los cines estadounidenses. El asunto: retratar las dudas de una adolescente embarazada que quiere dar a su hijo en adopción en lugar de abortar. 

Lo cierto es que Juno sigue siendo una comedia encantadora y actual 14 años después de su estreno. Una cinta, no exenta de cierto aire naif, que conjuga la habilidad de Jason Reitman para controlar la acidez de la crítica social con la facilidad para convertir el desespero en material cómico de la guionista Diablo Cody, de quien seguiremos hablando ahora mismo.

Jennifer's Body (2009)

Como ocurrió con Starship Troopers, tuvo que pasar un tiempo para que Jennifer's Body viese validado su carácter subversivo. El público no tuvo demasiada piedad con ella en su momento, la crítica no quiso pisarse los dedos y la película pasó a la historia como un desastre, refrendado por bajísimas calificaciones en agregadores de críticas. 

Sin embargo, años después una revisión feminista del a menudo muy masculino universo del cine de terror ofrecía una lectura muy distinta del filme, como atestiguaba en 2020 una columna de Lena Wilson, Project Manager del New York Times, titulada What Megan Fox Taught Me About the Power of Subversive Girls. Hoy en día Jennifer's Body se lee como una cinta que dialoga de tú a tú con un espectador adolescente para reflexionar sobre la hipersexualización del cuerpo de la mujer, la cosificación y el castigo asociado al deseo femenino. Y no conforme con eso, ahonda en la sátira de las convenciones del slasher y el cine de terror que asocia el sufrimiento femenino a la diversión del público. 

Stoker (2013)

¿Hay una película sobre el incesto en Disney+? Hay una película sobre el incesto en Disney+. Se llama Stoker y es la primera película norteamericana del realizador surcoreano Park Chan-wook, autor de títulos también de culto como Oldboy o Sympathy for Lady Vengeance. Una película sobre unas incómodas y extrañas relaciones familiares enrarecidas por la atracción, el deseo sexual y la autoridad.

Un excelente thriller, apoyado en la fantástica puesta en escena marca de la casa del realizador, y defendido por el trío de actores en estado de gracia que forman Mia Wasikowska, Matthew Goode y Nicole Kidman.

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