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Una villana española y nieta de Chaplin para ‘Avatar’: “James Cameron y mi abuelo unen al mundo con sus películas”

Oona Chaplin lleva la interpretación en los genes. O, al menos, una educación en la que la cultura, y el cine, son importantes. Su abuelo era, ni más ni menos, que Charles Chaplin, uno de los cineastas más importantes de la historia. Un creador único, capaz de unir sensibilidades, de alzar la voz cuando tocaba, de emocionar hasta la lágrima y hacer reír hasta la carcajada. Para el recuerdo dejó obras maestras que siguen interpelándonos como si se hubieran rodado ayer: El gran dictador, La quimera del oro, Tiempos modernos… El gen artístico también están en su madre, esa Geraldine Chaplin que nos emocionó en las películas de Carlos Saura como Cría Cuervos y en los filmes de Juan Antonio Bayona. 

Para ella, hay algo de su abuelo en James Cameron, con quien ha trabajado en Avatar: Fuego y cenizas, en la que da vida a la temible villana Varang. Esa capacidad de que la gente se quede con la boca abierta delante de una pantalla, de crear una ceremonia común en torno a una película. Todo en un momento donde, además, con la posible compra de Warner por Netflix, las salas parecen estar más amenazadas que nunca. Para Chaplin no hay duda, “con Avatar, James Cameron ha unido el mundo”.

“Ha creado una unión en el mundo de personas de todas las edades, de todas las inclinaciones políticas, de todas las culturas, de todas las religiones. Nos ha metido en las salas del cine como una sola conciencia. Nos hemos vuelto todos azules. Es increíble el regalo de poder compartir esta experiencia con gente que sabes que está al otro lado”, opina, y lo vincula con lo que también hacía Charlie Chaplin. “Mi abuelo era el otro gran unificador del mundo. Mi abuelo nos hizo llorar y reír juntos y sentir juntos de una forma que nadie jamás lo volverá a hacer así. Porque además era él quien interpretaba, el que lo escribía, componía la música… Es el gran contador de historias de la historia humana. O al menos por lo que yo he podido experimentar”, apunta la actriz, a la que muchos espectadores descubrieron en Juego de Tronos.

No sabe si el arte va en los genes, pero confiesa que, cuando ve a su hija, que tiene poco más de dos años, de repente la ve “moverse como Chaplin”. “Tiene una gracia de movimientos, algo que es muy único y que yo lo veo con mi madre, lo veo con mi prima, mi tía Jane, mi tía Annie. Mi primo James. Hay algunos que lo tienen, y otros que no se mueven como Chaplin. Pero ella se mueve como yo. Creo que hay algo en los genes, pero también la cultura. Porque al final son los padres y el ambiente de los padres, el ambiente de la casa, lo que es importante. Ahí es donde va tu atención y tu energía. Los hijos aprendemos de eso”, dice la actriz.

Un alma hermosa

En la rueda de prensa de la película en París, James Cameron dijo que Oona Chaplin era una de las almas más hermosas que había conocido, a pesar de que interpretaba a una villana despiadada. Cuando le recuerdan a la actriz esas palabras se emociona y le cuesta decir algo. “Es que es muy buena persona”, acierta a pronunciar sobre el cineasta, que “inspira lo mejor” de ella. “Cuando estamos juntos yo soy la mejor versión de mí misma. Porque él me la saca, me inspira”, añade.

Rompe con la imagen que durante muchos años se ha tenido de él de cineasta serio y estricto en los rodajes. Al revés, le define como “juguetón, generoso y curioso”. “Es un líder, tiene mil preguntas, le encanta saber cómo funcionan las cosas, el ser humano, la biología, la tecnología… es que se construyó un submarino para ir al fondo del mar porque quería saber cómo era. Es un genio de otra categoría. Trabajar con él saca esa curiosidad y esa determinación para intentar responder a esas preguntas, y si no podemos, al menos son buenas preguntas para hacernos”, remata.

La prueba para Avatar le llegó cuando se encontraba viviendo en una casa en la selva cubana construida por ella misma. “Había muy pocas cosas que me hubieran sacado de esa cabañita… yo estaba en un proceso muy profundo, pero esa llamada de Avatar sí que me sacó de las trenzas y me fui para Los Ángeles. Lo dejé todo. La primera película me impactó mucho”, recuerda. Uno de los motivos de que dijera que sí, y también de que la primera le impresionara tanto, es que debajo de su capa de taquillazo se abordan temas importantes: “Por supuesto, es que esto no es solo un blockbuster. Es una historia que a mí me importa. Y no hay regalo mayor para mí como actriz, como artista, que contar una historia que me importa”.

Ahora que ha salido de esa cabaña surge la pregunta que todavía no se ha respondido. Volver a la industria o seguir en su retiro, que ahora se encuentra en una granja, donde vive con varias familias en comunidad: “Estamos sembrando nuestro jardín de Pandora en el norte de California, con muchos hijos que son salvajes”. Es como si Cameron supiera que ella tenía el espíritu de sus personajes dentro. Poco a poco se fue enterando de que los vínculos entre persona y personaje eran fuertes.

Oona Chaplin trabaja desde hace 15 años con tribus indígenas y tiene relación con “más de 60 ancianos de diferentes culturas alrededor del mundo”. A algunos de sus amigos les llevó al set, y hasta organizaron una ceremonia para bendecir el rodaje con una ceremonia de humo e incienso donde participó “desde Kate Winslet hasta el último trabajador que organizaba el reciclaje”. Fue, para ella, “uno de los grandes regalos de Avatar”, un proyecto que se ha entrelazado con su vida de una forma que no esperaba.