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El coloquio de los pájaros enmudece

Pájaros en descanso en Srinagar

Javier Rada

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Sed bienvenidos a este encuentro, abubilla, ruiseñor, o excelente faisán... Platiquemos en las ramas más altas. Abrid los oídos y enchufad el corazón… porque empieza el coloquio de los pájaros de Archiletras. Arranca con la secuencia más hermosa de la creación. Ocurre todos los días, al pasar de las seis, al punto de la mañana, con Venus desnudándose ya en su cama de helio. Tiene este mágico momento un nombre digno de poetas. Según los ornitólogos, es el Coro del alba (Dawn Chorus, en inglés). Y dice así…

“06.30 a. m. Rompe el silencio el crepitar de un petirrojo. 06.45 a. m. Se le suma un ruiseñor bastardo. 07.00 a. m. Aún en sombras, un ruiseñor común canta oculto en la orilla. Por detrás, se activa el bosque. 07.15 a. m. Todo el elenco forestal: cornejas, mirlos, zorzales, oropéndolas, cucos... 07.30 a. m. Amanece el día”.

Con esta precisión ha descrito el coro del alba en su blog, Sonidos de la naturaleza, el naturalista Carlos de Hita. Con esta sinfonía amanece nuestro mundo todos los días…

Sonido, trinos, gorjeos… Una torre de babel de plumas. Invocaciones al rebaño. Es el espectáculo de las lenguas vivas del mundo. Centenares de pájaros y aves, intercambiando llamadas, cantos y vocalizaciones. Mensajes secretos. Un coro que nos fascina desde los tiempos en que el poeta persa Farid Uddín Attar escribiera El coloquio de los pájaros (siglo VI).

Muchos, aún hoy, desclasados en ciudades de rugidos mecánicos, imaginamos como el poeta qué podrán decirse cuando parecen mostrar su alegría por el nuevo sol. Acaso se digan como Attar escribiera: ¡Sé bienvenida, abubilla! ¡Salud, oh excelente halcón real, el de la vista penetrante! Sé bienvenida, ¡oh cotorra! Que vistes con un hermoso traje…“.

Sonidos que a veces son rápidos, zigzagueantes, estridentes y defensivos; otras, un saludo fraternal, algarabías e invocaciones colectivas en el estadio de un ciprés que despiertan la sonrisa del niño; a veces, una compleja y sonora trama de seducción, de belleza ascendente y ripios sugestivos, aflautados, extáticos... Así es el lenguaje de los pájaros.

¿Y qué sabes tú de sus cantos y llamadas? ¿Y qué sabes hoy del amenazante silencio de esos pájaros que han olvidado cantar, sin cultura, como indígenas que pierden el tronco de la lengua madre? ¿Alguien te ha comentado que un vacío tenebroso avanza lento y viscoso por la Tierra? ¿Has oído hablar de la primavera silenciosa?

No te asustes, querido ruiseñor, tú que le has cantado al amor. Sigue a lo tuyo, altivo petirrojo, que con tu trino defiendes sin descanso tu territorio. Empecemos nuestro coloquio con unas notas más suaves y alegres…

Muchos de los pájaros que ahora escuchas han aprendido su canto como tú, de sus padres. Es como una energía cultural, la música pasa de uno a otros, la toman y memorizan, desde el mismo nido o huevo, o cuando escuchan al marcharse de casa a sus iguales y copian y mejoran notas y cantos en su diaria competición e interacción.

Los ornitólogos creen que usan sus vocalizaciones de un modo paralelo a los humanos, para comunicarse, advertirse, saludarse, atraerse, y sobre todo desearse… Para enamorar y ser enamorado, para realizar sus confidencias sobre frutos y parásitos.

Su sistema fonador, la siringe, funciona de forma análoga a la laringe y cuerdas vocales humanas. Según la especie, pueden emitir un determinado rango de frecuencias y notas; por eso hay unas que apenas bufan, como tú, amigo buitre, y otras que cantan como serafines y que aprenden nuevas notas y composiciones durante toda su vida, como los canarios. En todo esto tiene que ver el tamaño relativo del cerebro: cantar es cosa de inteligentes, cuantas más notas, más sapiencial pareces, es algo sexy.

Lo cierto es que los humanos, excepto la raza de los poetas, no pueden saber qué os decís exactamente. Las aves más grandes, como las gaviotas o rapaces, tienen unas vocalizaciones innatas, no necesitan aprenderlo. Entre las especies que aprenden de sus congéneres encontramos a los loros, los colibríes, algunos córvidos, y luego los paseriformes (un gran orden natural que abarca casi la mitad de las especies del mundo).

Los paseriformes son los animales más pequeñitos y modernos, evolutivamente hablando. El gorrión, el herrerillo o el jilguero aprenden a cantar de los suyos. Y algunos son como dioses musicales; escucha al mirlo: gigantesco repertorio, lleno de notas, aflautado, melódico, melancólico…

Estos cantos son básicos para vuestra supervivencia, pues os sirven para el cortejo, la seducción y el éxito genético, pero también para la defensa de los territorios y las más variadas formas de interacción, o para mantener la cohesión del grupo. “Depende de las especies. Los pájaros tienen dos tipos de vocalizaciones, los cantos y las llamadas. Las llamadas suelen ser más genéticas, ya nacen sabiéndolas, como cuando el pollo pide comida a los padres”. Quien acaba de piar ahora, aquí, es Esther Sebastián, ornitóloga, investigadora de la Universidad de Alicante, que ha estudiado a distintas especies de Hawái (EEUU), y certifica cómo algunas de ellas están perdiendo su diversidad acústica, han olvidado cantar notas importantes.

Las llamadas instintivas sirven para funciones básicas e inmediatas. Los cantos tienen, en cambio, una función más social. “Todas las especies buscan la misma función: o atraer una hembra, o bien defender el territorio”, añade el también ornitólogo Cristian Pérez, de la Universidad de Alicante. Hoy sabemos que en muchas especies las hembras también cantan. “Lo escuchan de otros individuos de su especie, lo aprenden y lo incorporan a su repertorio, igual que aprendemos nosotros a hablar”, añade Sebastián.

Los ornitólogos creen que usan sus vocalizaciones de un modo paralelo a los humanos, para comunicarse, advertirse, saludarse, atraerse, y sobre todo desearse

Estas melodías buscan el virtuosismo, sorprender, llamar la atención de los otros, y también señalar cosas como que no te metas en rama ajena que está ahora ocupada. “Los individuos que tienen mayor diversidad de cantos son los individuos que tienen mayor fitness, es decir, que son de mayor calidad para las hembras”, dice Sebastián. Y como la primavera es la época de reproducción, entonces el coro mágico se dispara.

Todo pájaro tiene recursos limitados, pero si es capaz de invertir mayores esfuerzos en su canto, significa que es un individuo con solvencia. “Cantar mucho es costoso, tiene un coste enérgico, además de exhibirte ante un posible depredador”, dice Pérez. Solo puede cantar bien el individuo con más energía. Y cuanto más variado y rico sea su canto, mejor será la condición a ojitos de su pareja. “Para aprender muchos cantos necesitas tener un cerebro muy grande y un cerebro grande necesita comida”, dice Pérez.

Son como si fueran lenguas, porque cada especie tiene sus vocalizaciones, reconocidas entre los miembros de su clan biológico. “Tienen dialectos. Según la zona vocalizan más una sílaba u otras”, explica Pérez. Cantos para seducir, cantos de invitación o repulsa. Cantos de señalización o de saludo. Cantos que seguramente sean, a veces, por mera diversión o gozo. “Cuando no están en temporada de reproducción, también se comunican entre ellos. Es algo así como ”estoy aquí, ¿qué tal? Buenos días“. En fin, no lo sabría traducir, pero sí que son vocalizaciones que lo que buscan es interactuar con otros individuos de su especie”, apunta Sebastián.

Sobre todo, esto ocurre por las mañanas, momento para el gran ágora de las aves. Pero también al atardecer, justo en el ocaso. “Hay dos picos diarios de vocalizaciones”, confirma Sebastián. No se sabe por qué exactamente escogen estos momentos del día, pero se teoriza en que es un momento más callado de las otras especies, o que a esas horas suele haber menos viento, y al estar menos caliente el aire se transmiten mejor las vocalizaciones. Buscan algo así como un momento teatral propicio. Pero en las últimas décadas un nuevo silencio está creciendo en el mundo…

Todo pájaro tiene recursos limitados, pero si es capaz de invertir mayores esfuerzos en su canto, significa que es un individuo con solvencia

Lo llaman la primavera silenciosa. Y los estudios certifican distintos fenómenos. Cada vez hay menos individuos de muchas especies en nuestros campos y bosques (aunque depende del lugar y del tipo de ave). Cada vez estos cantos del coro son más homogéneos o pobres. En distintas partes del mundo hay especies de pájaros que han olvidado, incluso, sus cantos ancestrales, y otras que ya no tienen de quién aprenderlos. Es como si la escuelita de las aves empezara lentamente a diluirse en ciertos puntos. En ocasiones, una lengua común se fragmenta en dialectos sonoros, al aislarse las poblaciones, como les ha ocurrido a las alondras. Y algunas empiezan a copiar, desorientadas, a otras especies próximas. “Si hay pocos individuos de mi especie, porque se ha perdido parte de la población, yo no escucho muchas vocalizaciones de mi especie, pero escucho vocalizaciones de otros individuos que son parecidos”, dice Sebastián. Y así, o se copian o se homogenizan o, sencillamente, se pierden. “Igual que perdemos diversidad genética, perdemos la acústica, porque se han hecho más sencillas las vocalizaciones y más parecidas entre ellas”, dice. Animales a los que les faltan sus cantos protectores, porque no tuvieron un padre o una madre que les dijera cómo se hacía. “Y no sabemos qué consecuencia podrá tener esto”, valora Pérez. No ocurre igual en todos los sitios, y es un fenómeno que los humanos están empezando a percibir, faltan todavía muchos estudios.

A veces les ocurre esto porque ya han perdido el contacto directo en su medio natural, en especies en peligro de extinción que están en aviarios de conservación, como el cuervo alalá de Hawái. El alalá solo se mantiene hoy en cautividad y todos los intentos de reintroducción han fracasado, en parte, porque ya no tiene los cantos necesarios para su supervivencia. Carece, por ejemplo, de la sílaba que alerta del halcón io, su máximo depredador, sus padres no se la transmitieron. Hay proyectos de conservación que intentan enseñar a estos pájaros a cantar de nuevo, usando grabaciones de vocalizaciones antiguas, como si fuera una escuelita de aves creada por los humanos.

En España sabemos, por ejemplo, que se están simplificando también las vocalizaciones de ciertos pájaros, pero no hay estudios sobre si las aves se están copiando unas a otras ante la falta de riqueza acústica. “Porque es muy difícil tener grabaciones de vocalizaciones históricas de calidad”, dice Sebastián. Pero se producen procesos similares. “Como no tienen de quién aprender se hacen los cantos más sencillos, y seguro que se han perdido sílabas que antes sí se podían vocalizar”, añade.

Todo esto tiene que ver con esta primavera silenciosa, un concepto desarrollado en un libro que lleva por título el mismo nombre y escrito por la bióloga estadounidense Rachel Carson. En 1962 ya advertía de que cada vez hay menos vocalizaciones en el medio natural. Insectos, aves, mamíferos enmudecen… Sabemos poco de este fenómeno, “pero hay estudios que han constatado que hay menos vocalizaciones”, constata Sebastián.

Algunos recordamos que años atrás era imposible cruzar España en un coche sin que pareciera el parabrisas un genocidio de insectos; hoy está limpio como una patena. Y los pájaros se alimentan de insectos

Algunos recordamos que años atrás era imposible cruzar España en un coche sin que pareciera el parabrisas un genocidio de insectos; hoy está limpio como una patena. Y los pájaros se alimentan de insectos. “Hay muchísimos menos insectos, y si no hay insectos no hay aves insectívoras. Es un efecto en cascada y nos encaminamos a esa primavera silenciosa en la que cada vez habrá menos vocalizaciones”, concluye Sebastián.

Y este no es el único impacto. Un estudio de Diego Gil, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, señaló, por ejemplo, que las aves que habitan cerca del aeropuerto de Barajas han modificado sus cantos por culpa del ruido de los aviones. En realidad, han adaptado el coro matutino a las líneas aéreas. “Se vio que las especies que estaban cerca del aeropuerto empezaban a vocalizar más pronto para no solaparse con los inicios de los vuelos”, dice Sebastián. Se observa también la influencia del ruido de los coches en las ciudades y hasta en las estepas. Cambia la frecuencia en la que cantan, con seguramente un mayor coste energético. Hay estudios que lo han certificado con carboneros, herrerillos y con el sisón. “Más que el tipo de notas que vocalizan, lo que cambia aquí es la frecuencia y la hora a la que cantan en estos sitios”, dice Sebastián.

Los cantos de las aves, como las lenguas humanas, siguen evolucionando, adaptándose al medio. Pero estas vocalizaciones son, en realidad, indicadores tempranos de pérdidas de individuos. Antes de que una especie ya no esté allí deja de vocalizar. Como el indígena que se pierde silencioso en la selva, lo primero que hace es enmudecer .

Un mundo más silencioso. Un paisaje más pobre. Una primavera famélica de trinos. Así que abubilla, ruiseñor, o excelente faisán... deciros solo en este punto que un mundo sin vuestro coro matutino sería un mundo incapaz para la belleza. ¿Qué podríamos hacer para evitarlo? ¿Qué se estarán diciendo los humanos de allí abajo, en su coloquio del mediodía?

Estorninos, los seductores del engaño

Hay especies que parecen muy jocosas con sus cantos. Estorninos, oropéndolas y calandrias son pájaros que imitan muy bien otras especies. “No se sabe muy bien por qué lo hacen”, dice el ornitólogo Cristian Pérez. Se cree que puede ser atractivo para las hembras, porque estas utilizan el indicador de su canto para determinar la calidad del macho. “Muchas especies seleccionan al macho en función de cuán variado cantan, e imitar a otras especies es una forma de aumentar el repertorio”, explica Pérez. En los humanos sería como intentar ligar hablando francés, o demostrando mayor competencia en idiomas. Los estorninos tienen sus cantos típicos, con unos timbres muy reconocibles, pero es común escucharles imitando a otras aves. Es lo que pudo escuchar Pérez la pasada Navidad, cuando creyó estar frente a una oropéndola.

Mieleros, los pájaros que copian a otras especies

Se encuentran en Kauai, una isla pequeña del archipiélago hawaiano. Los mieleros son una familia de aves que surgieron de un ancestro común hace miles de años. Son, actualmente, tres especies muy emparentadas pero distintas. “Por varias causas ha habido una reducción del 90 % del área de distribución de la especie”, dice Sebastián. Aunque sus cantos eran cercanos, estaban muy diferenciados, pero la pérdida de su territorio ha hecho que empiecen a asimilarse, se están copiando unos a otros. “Por suerte teníamos cánticos históricos de hace treinta años y los comparamos con los actuales”, añade. Así vieron dos cosas. Las especies habían simplificado los cantos, eran más sencillos ahora. Y, además, se parecían más entre ellos. “Ha habido un proceso de convergencia acústica”, explica. La necesidad ha hecho que copiaran las vocalizaciones que tenían más cerca. El peligro es que al usar las vocalizaciones de otras especies, y como estos cantos sirven principalmente para encontrar pareja, puedan llegar a hibridarse.

Alalá, el pájaro que olvidó cantar

El alalá es una especie nativa de Hawái que ha olvidado cantar. Endémica de la isla, animal espiritual de los indígenas, que creían que los comunicaba con el mundo de los espíritus, a principios del siglo pasado empezó a disminuir drásticamente su población. Este cuervo, prácticamente, se extinguió en libertad debido a la pérdida de los hábitats, la persecución humana y la malaria aviar. En los años 70 quedaban poco más que decenas de individuos que fueron capturados para ponerlos en un centro de cría en cautividad. Desde entonces, han fallado todos los intentos para restaurar esta especie en la naturaleza, porque han perdido sus cantos originarios, que aprendían de sus padres. Actualmente, hay unas 120 parejas sin memoria. “Hicimos un estudio con vocalizaciones antiguas que teníamos en grabaciones y vimos que habían perdido las vocalizaciones de alerta y de alarma, porque estaban viviendo en un ambiente en el que ya no necesitaban una llamada de alerta, como un aviario”, explica la ornitóloga Esther Sebastián. Estos cantos son fundamentales porque les sirven para nombrar, y por tanto detectar, a su principal depredador, un halcón llamado io, también natural de la isla.

Todas las veces que han intentando reintroducirlos ha ocurrido lo mismo. “Algunos se murieron de hambre, otros chocaron contra cables de alta tensión, pero la mayoría se morían porque el io se los comía”, explica. A pesar de que los cuervos son muy inteligentes, si olvidan las vocalizaciones y nadie se las enseña, les resulta muy difícil luego avisar a sus compañeros de los peligros. “Obviamente no es la única causa, pero creemos que la pérdida de estas vocalizaciones podría estar afectando su capacidad para sobrevivir”, añade. Hoy, los proyectos de conservación, en los que participó en su inicio esta ornitóloga, intentan enseñar las viejas vocalizaciones a los cuervos. Utilizan grabaciones antiguas y hacen maquetas del halcón (o usan individuos disecados) para que puedan relacionarlo y aprenderlo de nuevo. Es como una escuela de cantos creada por los humanos para los últimos alalá. “La idea era ponerles vídeos con las vocalizaciones, y hacer como que les atacaba la maqueta del io. Pero no es tan fácil”, concluye Sebastián.

Alondra ricotí: una familia partida en dialectos

La alondra ricotí es un ave que habita la península ibérica y que está amenazada. “Se trata de una especie que aprende a cantar después de dispersarse y aprende de los machos que tiene a su alrededor”, explica el ornitólogo Cristian Pérez, que ha realizado un estudio sobre la bioacústica de esta especie. La fragmentación de su hábitat ha hecho que las poblaciones empiecen a tener un canto diferente, aún viviendo relativamente cerca, a un kilómetro o dos de distancia. “Estas poblaciones están cada vez más aisladas, y no hay intercambio entre machos adultos que transmitan estos cantos y dialectos entre las poblaciones”, dice Cristian.

Cotorras argentinas: ¿nuevos acentos en Madrid y Barcelona?

Loros y cotorras aprenden de sus congéneres y son especies capaces, también, de copiar a otras en sus cantos y aprovecharlos en su beneficio. Los loros, por ejemplo, son muy inteligentes y de forma natural copian vocalizaciones o ruidos, incluso la voz humana. “Han aprendido que eso les puede traer algún tipo de beneficio y lo usan, porque tienen esa capacidad”, dice Sebastián. Al separarse los clanes o grupos por la fragmentación de los hábitats comienzan también a crear nuevos dialectos. “Seguramente las cotorras argentinas que viven en Barcelona o Madrid tengan dialectos distintos al original”, explica Sebastián. No se trata de cambios drásticos, serían como lenguas vernáculas de un mismo latín. “Los cambios drásticos son muy difíciles porque las vocalizaciones están relacionadas con la forma y tamaño de la especie, es un proceso físico de producción del sonido”, dice.

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