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Los editores de Martin Amis: “Digamos que Amis no es tan conocido en Alemania como en Inglaterra”

Martin Amis ya no es lo que era

Paula Corroto

La polémica literaria del año tenía un poso raro. Su protagonista, el británico Martin Amis, autor de Campos de Londres y Dinero, entre muchas otras novelas, y posiblemente uno de los escritores más relevantes de las décadas de los ochenta y noventa –y aún con numerosos fans- se quedaba de pronto sin sus editoriales alemana y francesa para la publicación de su última novela, The Zone of Interest. Y no eran sellos cualesquiera: Gallimard y Hanser Verlag, dos grupos importantes.

Amis y su agente literario, la agencia de Andrew Wylie, pronto dejaron caer que el tema de la novela –una sátira sobre Auschwitz y el Holocausto- no gustaba demasiado a franceses y alemanes, y además no la habían entendido bien. Como si aún no se pudiera hablar de aquello. ¿Se trataba de censura?, se preguntaron los diarios en Europa y EEUU. No hay que olvidar que Amis ya mostró su humor negro relacionado con el periodo nazi en La flecha del tiempo.

La cuestión parece que tiene algo más que ver con la calidad literaria del libro y con motivos económicos. Según ha podido saber eldiario.es, el agente de Amis, conocido como el Chacal por sus particulares formas de negociar contratos, había llegado a pedir hasta 300.000 euros por el anticipo de esta novela a alemanes y franceses, cantidad que estos se negaron a pagar. Y fue a partir de ahí fue cuando se generó toda la controversia y empezó a sobrevolar la palabra ‘censura’.

Las dos editoriales rechazan esta acusación: “¡Hablar de censura es absurdo! -han declarado a eldiario.es.- Nosotros leemos todos los manuscritos y lo que ha ocurrido con Zone of Interest es que no nos ha convencido. No obstante, esto es algo normal en las editoriales, ya que no publicamos cada libro nuevo”, señala a este diario Christina Knecht, jefa del departamento de prensa de Hanser Verlag. El mismo argumento que ofrece Marie-Pierre Gracedieu, de Gallimard: “Esto no tiene nada que ver con la censura sino que no estamos convencidos con la forma literaria del libro”.

Razones literarias, esto es, ¿no es bueno el libro? ¿Es por ello que se han negado a pagar este anticipo a un autor al que llevan años publicando? Ninguno de los dos sellos han confirmado la cantidad supuestamente exigida, pero sí han dejado caer algunas pinceladas: “Digamos que Amis no es tan conocido en Alemania como en Inglaterra”, apostilla Knecht desde una editorial que, por otra parte, ha llegado a publicar hasta cinco novelas del autor.

Las razones que se dan en España, donde The Zone of Interest será publicada por Anagrama en otoño de 2015 ayudan a clarificar el asunto, ya que según han podido saber el eldiario.es, aquí su agente pide mucho menos dinero que en Francia y Alemania.

No es la primera vez que Amis se ve envuelto en una polémica por el anticipo de una novela. A mediados de los noventa tuvo un enfrentamiento con su agente de toda la vida, Pat Kavanagh, esposa de su amigo Julian Barnes por no pedir 500.000 libras a la editorial Jonathan Cape por La información. Amis se enfureció, abandonó a Kavanagh, se enemistó con Barnes y se fue con el Chacal, que sí los consiguió. Años después se arrepintió de aquello.

Años noventa: la era dorada de los anticipos

Años noventa: la era dorada de los anticiposEs probable que en aquella época Amis sí valiera aquel dinero. Él fue uno de los escritores que hizo que desde los noventa los anticipos comenzaran a crecer exponencialmente. Fue una época dorada. La casa por la ventana. Era una liga que se llenaba, además, de jóvenes autores británicos desconocidos a los que había que convertir en estrellas.

También había un brit-pop literario: a Zadie Smith se le llegaron a pagar 250.000 libras por unas pocas páginas del manuscrito de Dientes blancos, Hari Kunzru se llevó 1,5 millones de libras por The impressionist. Y en EEUU se mantenía la misma tendencia: Jonathan Safran Foer, con solo 26 años, recibió 500.000 dólares por su primera obra, Todo está iluminado. Hasta Dave Eggers pilló aquellos estertores del dinero a mansalva y en 2009, como él mismo anunció, obtuvo 100.000 dólares por su primer libro, Una historia conmovedora, asombrosa y genial.

Precisamente aquella fecha, 2008-2009, marcó un punto de inflexión. Cayó Lehman Brothers y con él muchas más cosas. A los autores desconocidos ya no se les podía pagar tanto y, en cualquier caso, mucho más fraccionado, en hasta cinco pagos y después de la publicación, como admite Eric Simonoff, agente literario de James Frey y Jhumpa Lahiri. La media para un autor seudoconocido empezaba a situarse en los 30.000 dólares en EEUU y en torno a las 26.000 libras en Reino Unido. Nada que ver con las cifras astronómicas de hacía una década.

Ahora: la apuesta por valores seguros y mediáticos

Ahora: la apuesta por valores seguros y mediáticosOtro aspecto que ha acabado sacando a Amis de la liga de los grandes tiene que ver con que las editoriales ya solo quieren apuestas seguras, y si puede ser un personaje mediático, mucho mejor. Y el británico, como apuntaba la editora alemana, no es ya ni tan joven ni tan conocido ni tan mediático, más allá de los mentideros literarios. Tampoco se conocen quiénes son ahora los nuevos valores británicos (de Zadie Smith no han trascendido los anticipos que cobra en la actualidad).

Ahora son otros los que reciben los anticipos millonarios –que también los hay- como la actriz y creadora de Girls, Lena Dunham, a la que Random House ofreció 3,5 millones de dólares por No soy ese tipo de chica, la humorista y presentadora Tina Fey, a la que Little Brown le pagó cinco millones de dólares por Bossypants, o los políticos Tony Blair -4,6 millones de libras- y Bill Clinton -15 millones de dólares- por sus respectivas memorias.

Quizá sólo haya una escritora que se salga en este momento de la ecuación: la norteamericana Donna Tartt, que cobró 450.000 libras por The Secret History y un millón por El jilguero. Eso sí, se convirtió en Premio Pulitzer.

En definitiva, la jugada de Amis –y, sobre todo, de su agente- ha salido mal. Los tiempos han cambiado. Fin de ciclo. Y la censura -literaria- no tiene mucho que ver con ello. Llámenlo como una de sus novelas: dinero.

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