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Llega “La Bella Otero”, una vida de oscuridad y brillos a través de la danza

Llega "La Bella Otero", una vida de oscuridad y brillos a través de la danza
Madrid —

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Madrid, 1 jul (EFE).- Rubén Olmo estrena su primera composición como director del Ballet Nacional de España, “La Bella Otero”, un espectáculo “soñado” sobre una de las mujeres más influyentes de finales XIX, una artista que enamoró a seis reyes y triunfó en París y Nueva York, apodada “la sirena de los suicidas”.

“Vengo con mucha ilusión y expectativas”, ha dicho este jueves Rubén Olmo durante la presentación del espectáculo, que se estrena el próximo 7 de julio en el Teatro de la Zarzuela.

La fascinación por la historia de la Bella Otero llegó por casualidad. “Vi un cartel con su nombre y me di cuenta de que a pesar de haberlo oído no conocía nada sobre ella. Me puse a indagar y me cautivó su historia”.

La historia de Agustina Otero (Pontevedra 1868-Niza 1965) es una de las leyendas más atractivas del siglo pasado. Nacida en Pontevedra, fue violada a los 10 años de manera brutal (un suceso que la dejó estéril). Señalada por su entorno, decidió salir de su comarca.

En su deambular, en algún punto del camino se unió a un grupo de artistas, pero lo cierto es que solo parte de su biografía es real.

“Ella se inventó a sí misma, una artista hecha rápido con pocos cimientos”, fabulaba sobre su pasado y su presente, de ahí que en su historia haya muchas dudas sobre qué es realidad y ficción.

“Era una mujer muy pasional”, asevera Olmo. Llegó a ser amante de seis monarcas, parecía incapaz de profesar amor; “varios de sus amantes llegaron a suicidarse” por su desdén, se la apodaba “la sirena de los suicidas”, pero ella solo cayó en los brazos de una pasión: el juego, por el que acabó arruinada.

“Consiguió fama, dinero y joyas legendarias, pero lo perdió todo en el casino”, ha señalado Olmo.

Gregor Acuña-Pohl, autor del libreto en el que se sostiene la historia, cuenta que acabó en Niza, en la más absoluta soledad y pobreza, durante los últimos cincuenta años de su vida, conocida como “la loca de las palomas” a las que daba de comer, y siguiendo con sus fantasías, diciendo que era la hermana gemela de la Bella Otero cuando se le acercaba un periodista.

Acuña ha realizado una gran investigación sobre la que se ha recreado el ballet en torno a esta artista que falleció a los 96 años, una leyenda en un momento en el que utiliza “sus armas de mujer para ponerse al nivel de los hombres”.

Pero, además, “fue una de las primeras estrellas fruto de la publicidad. Cuando llegó a Nueva York, su productor y amante llevaba un año anunciando su llegada. Creando expectación. Y en el puerto, la recibieron miles de personas”, señala el dramaturgo.

Las bailaoras Maribel Gallardo y Patricia Guerrero interpretan a la Bella Otero en diferentes épocas de su vida. La primera en la etapa más madura -“es para mi un honor que hayan contado conmigo”, comenta-, mientras que Guerrero interpreta su etapa de juventud.

“Tiene un magnetismo parecido a la protagonista, ese que atrapa al público”, dice de ella Rubén Olmo.

El compositor y director de orquesta Manuel Busto ha coordinado la creación de la partitura, en la que han participado Alejandro Cruz y Agustín Diassera.

El director del BNE apunta que necesitaba diferentes registros dentro de la danza española para contar “esa vida que nos lleva de Pontevedra, a Montecarlo; al café cantante a París, al Folies Bergère o a Nueva York.

“Quería una música muy descriptiva, que pudiera expresar cada sentimiento de la artista”, indica Olmo, y por ello recrean una “Carmen”, “porque se sentía identificada con ella”, con una mujer no sujeta a convencionalismos.

“Buscaba momentos históricos muy bailables”, por eso también hay un “can can”, una mazurca o una muñeira del grupo Rarefolk, que debido al aforo de la orquesta no podrá estar en el foso.

Una naturaleza expresiva y una danza sacada de las ilustraciones y sus retratos, incluso por su colocación en las fotografías.

“Danzas sensuales que no tienen una categoría en la danza española”, apunta el director.

Una historia universal que se pueda entender aquí, en París o en Nueva York. “Una vida apasionarte no solo con brillos, también es una vida de mucha oscuridad”, asegura Olmo, quien indica que no ha sido fácil montar un espectáculo así en pandemia.

“No ha habido momentos fáciles ni para nosotros ni para la profesión”, concluye.

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