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Érase un microgenio de Minnesota

Prince, el artista bajito

Patricia Godes

Vestido de Jesucristo Superstar con larga melena lacia y amplia túnica blanca, Prince se empeña en tocar el piano y la guitarra sin enredarse con sus largas mangas flotantes de mucho vuelo. Una tarea ardua y dificultosa dado que le cubren las manos y resulta cada vez más irritante el gesto que repite una y otra vez para liberarse de todas aquellas gasas. Es 1990, la primera vez que actúa en España. Su gira se titula Nude Tour. Es también el momento en que algunos nos dimos cuenta de que el microgenio de Minnesota se había consumido como una vela en una corriente de aire.

Prince era un chico bajito de Minnesota que sufría epilepsia pero poseía una pasmosa facilidad para grabar discos. Le gustaba dedicar canciones al sexo oral y al incesto y posaba muy bien en las portadas. Casi todo el mundo sigue creyendo que es guapo. Prince pasará a la historia como el hombre que intentó liberar la indumentaria masculina de la esclavitud del pantalón sustituyéndolo por unas medias altas de lana, cómodas y muy calentitas. Los ojos pintados, el pelo planchado y su característica trinchera de exhibicionista constituían toda su vestimenta. No es de extrañar que los fans de los Rolling Stones le abucheasen cuando fue su telonero en 1981.

Desde el principio, ha hecho gala de su habilidad para tocar él mismo todos los instrumentos y su música sufre un poquillo por sus limitaciones técnicas. Los discos que ha grabado con grupo suenan deslavazados y espesos. Le gusta que su música sea repetitiva y tenga algo de claustrofóbica. Cuando consigues atravesar su espesa bola de ego y sonidos enfollonados, puede resultar, sin embargo, hipnótica, con esa fuerza que poseen las personas obsesivas, un poco en la línea del que hace la torre Eiffel con mondadientes, colecciona discos de los Kinks o se sabe las listas de ganadores de Fórmula 1 desde 1955.

En favor de Prince contaba el hecho de poder escuchar a un negro haciendo esa música lejanamente emparentada con la de los afroamericanos que se llama rock y que se han quedado los blancos. Maestro de la autopromoción y habilísimo para elegir a sus mánagers y representantes, Prince convenció rápidamente a todos de que era un genio.

Purple Rain: del destape a la sicodelia

En el álbum titulado Controversy (1981), regalaba un póster suyo en la ducha como una vedette del cine español de destape. En la portada, lleva cuello duro y pajarita y su nueva gabardina es de reluciente lúrex color violeta. Como es un plano corto, ignoramos si ya se ha puesto los pantalones.

En 1984, se estrenó Purple Rain, la película que demostró que Prince era un verdadero as para imitar canciones y sonidos del pasado, de Marc Bolan a Jimi Hendrix. Su banda sonora le valió un Oscar que fue a recoger con una caperuza color violeta.

Después se hizo psicodélico, contrató a dos chicas muy listas, Wendy y Lisa (Melvoin y Coleman, respectivamente), se vistieron todos de brocado y toda la panda de Minneapolis se dedicó a grabar discos a destajo –fuesen propios o producciones ajenas- para aprovechar su recién ganada fama. Una chiquita de voz débil y carita redonda que se llamaba Janet Jackson se convirtió en primera figura gracias a ellos. Una irlandesa calva y deslenguada que llevaba tiempo buscando la fama se consagró con una versión de Prince. Otras chavalas, un grupo formado por dos parejas de hermanas que se llamaban las Bangles, igual.

 

Prince se fotografió desnudo para la portada de un disco titulado valientemente Lovesexy (1988). Estaba sentado en una linda flor como si fuera una crisálida y Wea empapeló el metro de Madrid con murales para promocionarlo. Cada año sacaba un disco tan espeso y exuberante como el anterior: capas y capas de música simple y ritmos repetitivos. Con su insistencia y sus extravagancias, se convirtió en alguien muy importante, le comparaban con Michael Jackson y la industria inglesa lanza a Terence Trent D’Arby siguiendo sus huellas. TVE retransmitió un concierto suyo en un escenario redondo en el que jugaba a baloncesto con una de sus go-gos y retozaba en una cama gigante. Muchos fans descubren que no logran aguantar hasta el final frente al televisor.

El artista antes conocido como bueno

Por algún extraño motivo, Prince no estaba contento. Seguía siendo muy bajito pero decidió enfrentarse a la gigantesca Warner, que parecía que le tenía mimado y le consentía todo, pero él quería más. Quizás que le comprasen canciones buenas como a Madonna. Además, le habían registrado el nombre de Prince que era el suyo de nacimiento y estaba muy enfadado.

A partir de ahora, 1992, los discos de Prince van a salir sin nombre. En la radio le tienen que presentar como “el artista anteriormente llamado Prince”. La bromita durará hasta el 2000. En ninguna cabeza cabe que se lo consintieran dos casas de discos diferentes. Es lo que tiene ser genio.

En adelante, sus grabaciones se desencadenan como una tromba imparable: se trata de cumplir su compromiso con la discográfica a cualquier precio para poder escaparse y empezar una vida nueva.

Emancipation (1996) es un disco triple donde, por primera vez, incluye versiones de otros artistas. Entre ellos, dos temas de Thom Bell bastante maltratados. En 1998 queda, por fin, libre y ficha con Arista, pero la catarata de discos continúa. En 2003 la cuota es de dos álbumes, en 2004, de tres y, después de un periodo de relativa calma, vuelve a la carga en 2014, cuando edita otros dos. En los 80, cada disco de Prince era un acontecimiento, ahora es simplemente uno más. También tuvo tiempo de casarse y descasarse dos o tres veces y de diseñarse looks extravagantes para cada disco y gira.

Desentrañar sus aventuras musicales y vestimentarias durante los últimos 20 años es una tarea que pocos se atreven a afrontar. Cada exfan señala un momento concreto como punto final de su admiración. En su larga y prolífica carrera, Prince ha colaborado con clásicos como Mavis Staples y con starlettes como Sheena Easton y ha conseguido que todos suenen como él. Ha obtenido Grammys, Oscars y premios de todo tipo, ha batido récords y se le han atribuido récords de otros y, sobre todo, ha sabido dar de qué hablar. Le gusta mucho meterse en pleitos, es amigo de Larry Graham y el negro favorito de los críticos de rock.

HITnRUN phase one

HITnRUNPrince ha sido muy influyente. El primero que escribió 4 en vez de For, 2 en vez de To, B en vez de Be y U en vez de You. El primero que editó un disco en Internet (Crystal Ball, 1997), para luego volverse contra la web y atacar a las plataformas como YouTube que no pagan a los artistas. También ha sido el primer artista -y posiblemente el único- que ha conseguido movilizar a sus fans en su contra después de perseguirles por su uso indebido de fotografías, portadas, letras, etc.

En estos momentos, Prince es como Dylan y Neil Young, viejos dinosaurios que conocieron mejores tiempos pero que inspiran tanta devoción, respeto y admiración que cada disco que sacan es recibido y aplaudido como un reencuentro con el talento que antaño nos fascinó. El último se titula HITnRUN phase one, salió el día 15, empieza con el recitado de Purple Rain y suena a conocido por los cuatro costados.

Con un artista del calibre de Prince resulta difícil la objetividad. Sus extravagancias y divismos hacen que surja al instante la palabra “genio” y el juicio se obnubila. La breve encuesta que viene a continuación intenta introducir la imprescindible nota de objetividad y pluralidad de que habitualmente adolece la crítica musical. Ha sido elaborada entre amantes de la música afroamericana que tienen dedicación y compromiso profesional con la misma.

Dobleache, MC y director de la revista Hip Hop Life:

“Prince ha sido vital para entender la música negra, a la altura de James Brown o Michael Jackson. Sus problemas han sido la sombra alargada de Jackson, lo rebuscado y experimental de su música (que tenía un tanto descolocado al personal), la dificultad para clasificarle (un negro que a ratos sonaba como un blanco). Y su carácter de genio, tan opaco, tan distante... ¡tan genio!

Para comprender el devenir de la música negra desde los 80-90 hasta hoy hay que echarle un ojo: muchos artistas negros y blancos del palo que sean le deben muchísimo a Prince. Toda la incomprensión que no se llevan ellos se la llevó él.“

Javier Rivera, director de UMOMAG.com y UMOtv:

“Hoy día, muchos artistas de r&b como The Weeknd o Miguel tienen gran influencia de Prince en su música, lo que quiere decir que es un artista atemporal cuya transcendencia sigue vigente y eso no es algo casual. Prince es clave para entender la música pop de ayer y hoy. Uno de los pocos artistas que han podido quitarse la etiqueta de música negra y ser catalogados sencillamente como pop.”

JC Moreno, compositor, productor, multiinstrumentista:

“Me da pereza desde Batman (1989). Pero Diamonds & Pearls y The Most Beautiful Girl (1991 y 94) fueron excepciones. En el r&b actual todos le reivindican aunque en su momento era tachado de roquero. Sigo creyendo que es un genio a pesar de su repetición de fórmulas.”

Miguel Caamaño, director y presentador de Alma de León (RNE/Radio3):

“Prince me parece un multiinstrumentista con talento que no ha sabido dosificar su prolija capacidad compositiva y ha dejado que sus riñas con las multinacionales le conviertan en una especie de outsider de la industria.

Sus últimos discos están bien ejecutados pero carecen de éxitos que le den visibilidad en las radio fórmulas aunque creo que tampoco es lo que busca.

Prince es un hombre con innegable talento, inconmensurable en las baladas, que lamentablemente tuvo la desgracia de ser coetáneo de Michael Joseph Jackson. Ese fue su auténtico grano en el culo.“

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