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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El secreto del debut de La Oreja de Van Gogh: su primer disco se grabó con otros músicos porque ellos “no tocaban bien”

La Oreja de Van Gogh, con los cinco discos platino que ganaron por 'Dile al sol'

Laura García Higueras

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“Llega tarde el 28 y nerviosa miro el reloj. La lluvia conmigo empieza un día de pleno sol”. Estos fueron los primeros –e inmortales– versos del sencillo con el que La Oreja de Van Gogh se presentó ante el mundo el 18 de mayo de 1998. La canción formaba parte de Dile al sol, el álbum debut de la banda que acabaría firmando su propio capítulo dentro de la historia del pop español, con cerca de un millón de copias vendidas. El grupo donostiarra, formado por Amaia Montero, Pablo Benegas, Xabi San Martín, Haritz Garde y Álvaro Fuentes, había llamado la atención de Sony un año antes, gracias a la maqueta en casete que grabaron tras ganar el Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián.

La entonces directora artística de la discográfica, Jennifer Ces, fue su gran valedora. Ella fue quien convenció al sello de que debían apostar por esta pandilla de amigos de la universidad que se juntaba a tocar después de clase. “Se tuvo que pelear bastante porque había mucha gente en Sony que decía que no sabíamos tocar bien, que estábamos empezando. Llevábamos muy poquito pero ella veía que teníamos algo”, agradece 25 años después en conversación con elDiario.es el batería del grupo, Haritz Garde.

La discográfica acabó dando el visto bueno y fichó a Alejo Stivel para la producción del elepé, quien aceptó acudir a su local de ensayo para escuchar el repertorio. “Estábamos de los nervios. En ese momento casi no sabíamos ni qué era producir. Estábamos en un sueño”, afirma el integrante de la banda. El veredicto del productor no fue del todo el esperado. “Les dije que veía mucho potencial a las canciones pero que para poder conectar con el público tenían que estar bien tocadas y ellos no tocaban bien”, recuerda a este medio el excomponente de Tequila.

Su sugerencia fue que se encerraran a ensayar ocho horas al día durante un año y que, “quizás así, lograrían controlar más o menos” los temas. Los tiempos que contemplaba Sony eran otros. El plazo para tenerlo acabado era de un mes y medio. Stivel propuso entonces como solución “grabarlo con otros músicos y que ellos no tocaran”.

“La compañía dijo que sí. Los chicos dijeron que no les parecía mal porque creían que era la opción perfecta para salir a tiempo”, explica el productor, que añade: “Todos se dieron cuenta de que así saldría mucho mejor. Yo no podía producir algo que fuera a sonar mal. Si lo hubiese hecho tocando como ellos tocaban, el disco no hubiera funcionado. Y con un primer disco fallido, hay carreras que no continúan”. El grupo estuvo presente en la grabación, acompañando también a Amaia Montero, cuya voz sí es la original. “Ella sí que tenía las condiciones para cantar, con el tiempo obviamente se perfeccionó y cantó mejor que en este disco, pero ya tenía esa voz que sonaba a que podía gustar y que comunicaba”, ensalza sobre la cantante.

“Claramente éramos muy inexpertos, muy jóvenes. Sabíamos tocar lo justo para nuestras canciones. Había muchas cosas que éramos incapaces de asumir y poder afrontar. Lo intentábamos pero era muy complicado y tuvimos que tirar de cuatro magníficos músicos”, reconoce Haritz Garde.

Éramos muy inexpertos y jóvenes. Sabíamos tocar lo justo para nuestras canciones. Había muchas cosas que éramos incapaces de asumir y poder afrontar

Haritz Garde Batería de La Oreja de Van Gogh

Para grabar los instrumentos, Stivel contó con su equipo de confianza –con los que posteriormente grabaría álbumes como 19 días y 500 noches (1999) de Joaquín Sabina y el debut de El canto del loco (2000)–. De hecho, el productor relata que, durante la promoción de aquel disco, alguien le preguntó a Sabina en una entrevista “quiénes habían sido los músicos con los que había grabado. Y él dijo que los de La Oreja de Van Gogh. Nadie entendió a qué se refería y tampoco aclaró nada más porque en ese momento era tabú. Se quedó en una broma interna”.

Las 'colaboraciones'

Los nombres de los profesionales que participaron en la grabación aparecen en los créditos de Dile al sol como 'colaboraciones': Josu García como asistente de producción, corista y guitarrista; Marcelo Fuentes como bajista, Fernando Samalea como batería y Francis Amat al piano del sencillo Cuéntame al oído. “Esos 28 días fueron muy importantes para ellos. Estuvieron con músicos de máximo nivel, que a su vez estaban en la mejor disposición para compartir su experiencia con ellos. No les teníamos relegados en una habitación, al contrario. Elegir que tocaran otros fue simplemente para que el disco sonara bien”, argumenta Stivel.

El bajista Marcelo Fuentes recuerda a elDiario.es que estaba en una plaza con Alejo Stivel cuando este le pidió “el favor” de trabajar en el álbum porque “tenía muy poco presupuesto” para sacarlo adelante. Él aceptó, y de la banda recuerda tanto lo “descomunalmente buenos que eran sus temas a nivel comercial” como la “ilusión” que tenían. El guitarrista Josu García opina en la misma línea: “Venían con muchísimas ganas, ímpetu y talento, pero con escasa experiencia en la grabación en estudio, por lo que usamos la nuestra para poder entregar en corto tiempo”.

Haritz Garde, por su parte, admite: “Estaban a años luz de nosotros por aquel entonces. Las partes que nosotros veíamos imposibles ellos las solventaban en cinco minutos”. El batería de La Oreja de Van Gogh expone que al ser un primer disco, se vieron obligados a grabarlo con un presupuesto menor. “No nos podíamos entretener mucho y con su ayuda al final salió un gran álbum. Teníamos buenas canciones pero todavía nos quedaba mucho por aprender del instrumento”, expresa.

“Trabajando con ellos no podíamos cumplir con el calendario que nos exigía Sony. Nos hubiera gustado tener suficiente para haber podido prepararles un poco más”, suma Josu García. El guitarrista, que ha tocado para M Clan o Loquillo, explica que sustituir a los instrumentistas originales era algo “habitual”. “No solo en España, históricamente ha sido así. Lo que se llaman músicos de estudio están para eso, para llegar a donde no llegan unos chavales que acaban de arrancar y tienen mucho talento, pero no la experiencia como para plasmar su trabajo de forma inmediata. Las horas valían mucho dinero”, argumenta.

Una 'masterclass' aprovechada

El productor y los músicos de sesión coinciden en que La Oreja de Van Gogh supo aprovechar la grabación para posteriormente aplicar lo aprendido a los directos. Josu García comenta que por su parte hicieron un esfuerzo por mimetizar lo máximo posible su sonido con el de la banda. “Intentamos grabar profesionalmente y con rigor, pero teníamos maquetas suyas y hacíamos ese doble juego de imitar, tocar como ellos. Tampoco se trataba de tocar de manera virtuosa”, sostiene. “Una vez grabado, ellos se dedicaron a tratar de destripar y copiar lo que habían visto y oído para sacarlo. Cuando finalmente hicieron las presentaciones habían avanzado respecto a lo que oí al principio”, aplaude Alejo Stivel.

El disco, que contó con el mezclado y masterizado de Barry Sage en ASK Producciones, fue presentado en un primer concierto que contó con Mikel Erentxun como padrino. El líder de Duncan Dhu había colaborado en los coros de los sencillos Pesadilla, Qué puedo pedir y El 28, cuyo título hace referencia a la línea de autobús de San Sebastián que llevaba al grupo al barrio de Amara donde tenían su estudio. “Me apunté al carro un poco a ciegas, pero a partir de ahí fue todo un carrusel de emociones positivas. Mi participación es pequeña pero a nivel vocal fue divertido. Al final acabé yo teloneándoles a ellos”, recuerda con humor para elDiario.es.

El cantante coincidió únicamente con Amaia Montero en el estudio, igual que Txetxo Bengoetxea, del grupo 21 Japonesas, que participó en los temas Dos cristales, Lloran piedras, La estrella y la luna y El libro. “Cuando hice mis voces la música ya estaba grabada”, explica sobre su experiencia, “la clave está en la composición más que en la ejecución. Luego ellos han demostrado en directo que saben defender sus canciones”.

Su evolución la refrenda Óscar Téllez, actual director de la Cadena SER Gipuzkoa, que en 1998 trabajaba en Los 40 Principales, emisora coorganizadora del Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián que funcionó como trampolín para La Oreja de Van Gogh. Su victoria en el certamen la lograron al segundo intento. “La primera vez se presentaron con una maqueta de cuatro canciones que no destacó para nada”, rememora el periodista a este medio. “Eran horrorosas. No nos cogieron con toda la razón del mundo”, comparte riendo Haritz Garde.

“Nos llamó la atención que después se presentaron en los estudios para que les sirviéramos de guía, nos preguntaron qué podían mejorar. Eso no era habitual. Ganas de trabajar no les faltaban”, valora Téllez. La siguiente propuesta del grupo fue completamente distinta. Tanto, que convencieron al jurado y terminaron ganando: “Sabían conectar muy bien con el público. Pasaron de no tener ni idea a coger las claves para hacer canciones pegadizas y fáciles de cantar”.

El batería de La Oreja de Van Gogh recuerda que en la primera maqueta estaban las primeras versiones de lo que acabarían siendo Pesadilla y El 28. En la segunda incorporaron las de Lloran piedras y Viejo cuento. Los cinco títulos demuestran lo diferentes que fueron los temas que conformaron su debut discográfico. “No teníamos una idea de concepto de álbum. Hay un poco de todo. Era todo muy espontáneo. La carta, por ejemplo, habla del secuestro de Ortega Lara. Era algo que podía haber escrito él desde el zulo”, comenta Haritz Garde.

Cuando ganaron el concurso, la banda contaba con un integrante más, el guitarrista Luis Meyer, que acabaría abandonando. El batería explica que su marcha fue “una dolorosísima decisión” que a día de hoy no tiene claro “si mereció la pena”. Aun así, indica que siguen teniendo muy buena relación.

“Lo que tocábamos al principio iba por unos derroteros distintos a lo que hace La Oreja ahora. Nuestro objetivo era sonar en Radio 3”, cuenta el antiguo miembro y actual periodista Luis Meyer en declaraciones a elDiario.es, “luego la banda derivó en otros estilos más acordes con las radiofórmulas de la época que, como el tiempo ha confirmado, me distancian mucho de ellos”. “La ruptura fue inevitable, supongo, por una mezcla de desmotivación y del papel cada vez menos necesario de una guitarra solista en la música que hacen”, concluye coincidiendo en que su vínculo actual es “bueno”.

Los 122 conciertos del 'Tour Dile al sol'

Una vez lanzado el disco, llegaron las actuaciones en directo. Si bien Alejo Stivel apunta que el “99% de los programas de televisión son en playback” y que, por lo tanto, lo que sonaba –y suena en ellos– son los propios discos; sí fueron los integrantes de la La Oreja de Van Gogh quienes tocaron en los 122 shows con los que recorrieron España durante el Tour Dile al sol entre 1998 y 1999. “Volvimos a meternos en el local a no ver la luz del sol para ensayar. Sabemos de nuestras limitaciones, siempre las hemos sabido, pero con trabajo y perseverancia las cosas salen. Los primeros conciertos fueron más regulares pero fueron saliendo mejor”.

El batería recuerda con especial cariño uno que dieron durante las Fiestas del Pilar de Zaragoza, en las que actuaron como teloneros de Revólver. “Al salir, estaba todo lleno. Nada más empezar, todo el mundo se sabía las canciones. Nos quedamos alucinados. A partir de ahí comenzó a venir más gente”, rememora.

El guitarrista que participó en la grabación, Josu García, cuenta que se alegró “muchísimo” cuando, meses después de lanzar el álbum, llenaron el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. “Se me saltaban las lágrimas al ver cómo esos chicos que habían llegado al estudio un poco verdes, sin experiencia, estaban encima de ese escenario con miles de personas coreando sus canciones, con ellos defendiéndolas con seriedad y solvencia”, revela.

El músico agradece igualmente haber asistido al primer día en el que Amaia Montero se enfrentó a un micrófono en el estudio. “Hubo momentos de pánico en los que se preguntaba qué hacía ahí y si podría hacerlo. Ahí está la labor de los que nos dedicamos a la producción, de hacer que se encuentre a gusto, para darle seguridad y apoyarla. Es bonito estar ahí porque fíjate lo que es ahora Amaia Montero. Una artista indiscutible”, alaba.

La voz original de La Oreja de Van Gogh abandonó el grupo en 2007 para iniciar un proyecto en solitario, y fue sustituida por la cantante Leire Martínez. Junto a ella, continuaron desarrollando su carrera, que acaban de retomar sobre los escenarios tras año y medio de parón. Este verano tocarán en festivales como O Son Do Camiño en Santiago de Compostela, Río Babel en Madrid y Magdalena en Vivo en Santander.

El relevo de Dile al sol lo tomó El viaje de Copperpot en el año 2000, esta vez con Nigel Walker como productor. El álbum ocupa el séptimo puesto en la lista de los discos más escuchados de la historia de España, con más de dos millones y medio de copias. “Confió en nosotros y nos dijo que íbamos a grabar todo. Incluso si había alguna parte que a alguno se le atascaba, hasta que no estuviera, no nos soltaba. Nos dio un muy buen impulso porque vimos que éramos capaces de grabar todo el disco”, sostiene el batería La Oreja de Van Gogh sobre los primeros pasos de una carrera en la que, más de un cuarto de siglo después, ha creado ocho álbumes de estudio, ha salido nueve veces de gira y ha acumulado numerosos premios como cinco Ondas y un Grammy Latino. Además de haber inmortalizado otras tantas melodías como La Playa, Cuídate y Puedes contar conmigo.

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