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El precio de copiar a Disney: un promotor irá a la cárcel por sus musicales sin derechos de 'El rey león' y 'Mary Poppins'

Imagen de archivo de una representación de El Rey León en Madrid

Alberto Pozas

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El musical El rey león se estrenó en la Gran Vía de Madrid en octubre de 2011. Doce temporadas en las que la representación de la mítica película de Disney ha juntado a más de cinco millones de personas en el teatro y se ha convertido en el musical más taquillero de la historia. Ahora, un promotor español con antecedentes por estafa ha sido condenado a casi seis años de prisión por representar una veintena de obras de teatro infantil muy similares a El rey león o Mary Poppins por escenarios de todo el país sin permiso de Disney. El regreso de Simba o Supercalifragilístico, dicen los jueces de Tribunal Supremo, se parecían lo suficiente a las obras originales como para considerar que cometió un delito contra la propiedad intelectual y la propiedad industrial. Aunque salieran gatos en vez de leones.

Los espectáculos sospechosamente parecidos al éxito de Disney empezaron a proliferar por teatros de toda España a lo largo de la primera mitad de 2014. El rey león, el musical infantil en el Teatro Musical de València y el Teatre Municipal Xesc Forteza de Palma. El Rey León, vuelve la leyenda en el Buesa Arena de Vitoria. Así hasta 21 representaciones también en Pamplona, Santiago de Compostela, Albacete, Aranjuez, Haro, El Sauzal, Aranda de Duero, Palencia, Arroyo de la Encomienda, Castelló e incluso el Gran Teatro de Cáceres.

Los espectáculos, todos con títulos, escenografías y promociones que recordaban directamente a El rey león o Mary Poppins, vendieron miles de entradas y las empresas promotoras recaudaron, al menos, un total de 270.000 euros en taquilla entre todas las funciones. A veces, buscaba establecer una mínima diferencia para evitar problemas: los personajes eran gatos en vez de leones y el protagonista, en lugar de Simba, se llamaba Kimba. Una de sus empresas se denominaba Simba Producciones

Todas las promotoras, entre ellas IMC Producciones y Simba, pertenecían al acusado e incluso pagaban a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), pero no tenían permiso de Disney para sacar a escena a los protagonistas de sus películas. Ni para eso ni para usar canciones de El rey león y Mary Poppins, pero también de otras películas como Pocahontas o El jorobado de Notre Dame. Llegó, incluso, a registrar una de las obras aunque era una copia clamorosa.

Para entonces, este promotor ya tenía seis condenas a sus espaldas por estafa, apropiación indebida y falsedad documental que, entre otras, superaban los cinco años de presidio. Y según dijeron varios de sus antiguos colaboradores, estaba “obsesionado” con que sus espectáculos se parecieran lo máximo posible a uno de Disney. “Quítame los gatos, que yo quiero un rey león”, decía, según testigos, mientras presumía de haber ganado un juicio a la empresa estadounidense. No era cierto.

La compañía fundada por Walt Disney hace 100 años decidió llevarle a los tribunales después de comprobar que todas estas obras se habían estado representando entre 2014 y 2016 poniendo encima del escenario y en los carteles de publicidad toda clase de marcas registradas sin pagar ni un euro. El caso llegó a ser archivado en un primer momento, pero finalmente el juicio se celebró y el Tribunal Supremo, el pasado verano, confirmó lo que dijeron los jueces de la Comunitat Valenciana: que el promotor debe ser condenado a un total de cinco años y nueve meses de cárcel además de multas y la prohibición de trabajar en el mundo del teatro durante tres años y medio más.

Los “sucedáneos” de El Rey León

Ninguno de los jueces que ha estudiado el caso, desde la Audiencia Provincial de València hasta el Tribunal Supremo, dudan de que el acusado estuvo copiando durante años obras protegidas de Disney para tener éxito por teatros de todo el país, contratado por empresas privadas y por administraciones públicas. En un proceso judicial paralelo al penal, un juzgado de lo mercantil tuvo que exigirle que dejara de representar “sucedáneos” de El rey león y le condenó a indemnizar a Disney con casi 81.000 euros por infringir la propiedad intelectual de la empresa.

A lo largo del proceso, el acusado reconoció que no había adquirido los derechos y licencias necesarios para representar obras relacionadas con películas históricas de Disney, pero también que algunas de sus representaciones no era una copia. “El rey de la sabana”, una de ellas, “no tiene que ver con la de Disney”, defendió ante los tribunales sin éxito. Una vez el caso llegó a juicio, con Disney pidiendo hasta ocho años de cárcel para él, se encontró con otro problema: toda la gente que había trabajado con él en estas obras dejó claro que el objetivo era copiar a El rey león lo máximo posible.

“La puesta en escena de estas dos obras se parecía a los originales en cuanto a la vestimenta y diálogos, en un 100%; que los personajes eran los mismos que los de Disney; todo igual”, dijo uno de los testigos sobre dos de las representaciones que Disney llevó a los tribunales.

La Audiencia de València, la primera que sentenció el caso, entendió que su actitud fue “pertinaz y duradera” a la hora de representar obras muy similares a El rey león y Mary Poppins. Le consideró culpable, por un lado, de un delito contra la propiedad intelectual: cuatro años de cárcel y una multa de 8.400 euros. Por otro lado, de un delito contra la propiedad industrial: un año y nueve meses de cárcel más.

A su condena de cárcel, que tendrá que cumplir en prisión, se suma la condena económica. Tendrá que indemnizar a Disney con 40.000 euros y tiene prohibido ejercer durante tres años y medio en cualquier profesión relacionada con “la promoción y representación de obras teatrales”. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana rechazó su primer recurso y ahora ha sido el Tribunal Supremo el que ha confirmado su condena, dando luz verde a su entrada en prisión. “La intención del acusado era que la obra a representar se pareciera, lo máximo posible, a la original de Disney”, zanjan los jueces.

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