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Sobre este blog

Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'The Leftovers': la culpa del superviviente

Imagen promocional de la segunda temporada de 'The Leftovers'

Miriam Lagoa Vidal

The Leftovers es una de esas series que consigue que se hable de ella más allá de la dosis semanal que suministra a sus seguidores. Lo consiguió meses antes de aterrizar en la parrilla de HBO por ser una adaptación de la novela de Tom Perrotta y también por ser el nuevo proyecto de Damon Lindelof, un creador que nunca se podrá librar de las quejas, ruegos y preguntas sobre el final de la serie Perdidos. The Leftovers (Canal+ Series), más allá de ser una exploración del dolor y el duelo por los seres queridos perdidos, también es una historia que va sumando más misterios que respuestas.

The Leftovers, con todos los avisos necesarios de no ser una serie fácil sobre todo en el plano emocional, no se lo puso fácil a sus seguidores y sobre todo a sus detractores, los que dejaron la serie tras cuatro capítulos y las que siguieron con ella por el simple placer del 'hate watching'. Su primera temporada fue de menos a más: un punto de inflexión en el capítulo que protagonizó Nora, con un festival interpretativo de Carrie Coon (injustamente olvidada en los Emmy), y una recta final emocionalmente devastadora.

En su segunda temporada, The Leftovers está llevando a cabo una especie de reseteo. Narrativamente es un poco más accesible, pero conserva intacto todo su bagaje emocional. Al reducir a cenizas (literalmente) la trama de la primera temporada, los creadores han planeado un nuevo viaje emocional, y en estos nuevos capítulos también geográfico, de unos protagonistas que siguen buscando un sentido a sus vidas.

 

De nuevo, el motivo por el que desapareció el 2% de la población mundial no es lo más importante. Damon Lindelof y su equipo siguen centrados en la pena, la ira, el sentimiento de abandono o el desconcierto que condicionan la vida de los que se quedaron. Aquellos que perdieron a sus seres queridos, los que cargan con la culpa del superviviente y ahora también los que se sienten inseguros, aunque no quieran reconocerlo, como le pasa a los habitantes de Jarden.

Una localidad, en condiciones normales situada en medio de la nada, tras la tragedia se ha convertido en un centro de peregrinación para cientos de personas que buscan un milagro, en una promesa de seguridad para quieres han perdido a alguien y en una comunidad necesitada de protección para los vecinos de toda la vida.

Aunque The Leftovers parece que quiere alejarse lo más posible de la historia de su primera temporada, la secta de fumadores está de momento en un discreto segundo plano, los guías que introducen a los espectadores en Jarden son la nueva familia que han formado Kevin y Nora. Los dos siguen siendo dos personas profundamente marcadas por la desaparición masiva, pero por pura supervivencia o miedo a la soledad deciden darse una oportunidad.

Sin embargo, uno de los grandes hallazgos de la segunda temporada es la entrada en escena de la familia Murphy. No sufrieron los efectos de la Partida repentina pero eso no quiere decir que se sientan cómodos con la situación que se ha generado en Jarden. Emocionalmente The Leftovers sigue siendo triste y perturbadora pero su historia ha ganado con la suma de nuevos elementos.

Las suma de preguntas también permanece pero entre las respuestas deberá estar el sentido de la escena de 15 minutos sin diálogos que abrió la segunda temporada. Si Damon Lindelof quería seguir dando que hablar, lo dejó claro desde ese arranque situado en la prehistoria de ese falso milagro llamado Jarden.

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