La obra de la subversiva Charlotte Posenenske ocupará el MACBA hasta marzo

Los primeros dibujos y pinturas, los relieves de aluminio y las esculturas modulares de la artista Charlotte Posenenske (1930-1985) ocupa el MACBA hasta el próximo marzo en la primera muestra monográfica dedicada a esta alemana, subversiva y radical, que en pleno éxito abandonó el mundo del arte.

La comisaria Hiuwai Chu ha explicado este jueves en rueda de prensa que “Charlotte Posenenske: Work in Progress” es una “retrospectiva que, de forma cronológica, profundiza en la práctica de la alemana, a menudo asociada al minimalismo, pero que va más allá”.

Sus obras, en diálogo pleno con el edificio diseñado por Richard Meier, ocupan la segunda planta y algunas de ellas, como una de nueva producción, “Drehflügel Series E”, basada en sus dibujos, y la pieza “Serie E Grosser Raumteiler”, consistente en dos tabiques adosados en las paredes, podrán ser manipuladas por el público que acuda hasta el lugar, dándoles diferentes formas.

Chu, acompañada por el director del centro Ferran Barenblit, ha afirmado que Posenenske, nacida Liselotte Henriette Mayer, fue alguien que desde el principio se rebeló contra el mercado del arte, “produciendo sin límites de edición, porque no quería piezas únicas sino compartir la autoría con los consumidores”.

Este hecho significa que todas sus piezas pueden ser rediseñadas, además de que “las vendía a coste de producción”.

En el año 1968, en pleno éxito escribió un manifiesto, cuyo texto se da a conocer en la muestra, en el que argumenta que como “el arte no puede contribuir en nada a resolver los problemas sociales más urgentes” dejaba este ámbito y se dedicaba a ejercer como socióloga, interesada en la producción industrial y las condiciones de los trabajadores.

Voz crítica y clarividente, con piezas que recuerdan a conductos de ventilación, que tanto utilizaba el aluminio como el cartón, “discutió las jerarquías y propuso que hubiera una conexión lúdica entre sus obras y quien las adquiría”, según ha resaltado Barenblit.

Con una infancia marcada por el suicido de su padre, cuando ella contaba diez años, por miedo a acabar en un campo de concentración por su condición judía, en 1942 fue expulsada de la escuela por ser “judía mestiza” y entre 1942 y hasta el final de la guerra vivió escondida junto a su madre.

Estas circunstancias, en opinión de Chu, marcaron una trayectoria que inició como pintora en la década de 1950, tras sus estudios de arte en Stuttgart, y también trabajó creando vestuarios teatrales “volumétricos” como los que creó para una representación de 1952 de la ópera “Turandot”, de Puccini, confiriendo a cada personaje una “presencia cilíndrica o poliédrica”, como puede deducirse de los esbozos que se exhiben.

Llaman la atención sus cuadros escultóricos, que desarrolló tras un viaje a Nueva York en la primavera de 1965, realizados con papel o metal flexible arrugado o doblado.

En una de las salas, resaltan las obras de sus series A, B, y C, elementos monocromáticos de colores primarios, colgados en la pared, o colocados en el suelo en grupos de dos o más.

Sin embargo, la “joya de la corona” son las piezas que se distribuyen por la sala grande de la segunda planta del MACBA, que ha recuperado el diseño original de Meier, con las claraboyas abiertas, con mucha luz natural, que se refleja en los diferentes proyectos escultóricos allí ubicados.

La retrospectiva, tras pasar por el MACBA, viajará hasta la ciudad alemana de Düsseldorf, entre abril y agosto de 2020, y, posteriormente, recalará en el Mudam Luxembourg-Musée d'Art Moderne Grand-Duc Jean, de octubre de 2020 a enero de 2021.