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El presidente de la Diputación exige un nuevo Plan Hidrológico porque el Ebro tira agua “al mar”

Río Tajo

Rubén Peñalba

Alicante —

El río Ebro, como todos los ríos del mundo, termina arrojando su agua al mar. Y ese argumento de perogrullo es el que servido al presidente de la Diputación de Alicante, el popular César Sánchez, para exigir un nuevo plan hidrológico nacional que lleve agua desde “donde sobra a donde hace falta”.

Sánchez recupera así uno de los argumentos que más juego han dado al PP en los últimos años en la provincia. Y lo hace desde una comarca, la Vega Baja, especialmente afectada por la sequía y por el Memorándum del trasvase Tajo-Segura, aprobado por el PP, y por el que en enero, por primera vez en la historia, se dejó de enviar agua al sur del País Valenciano al bajar la cabecera del Tajo de los 336 hm3, límite por debajo del cual Alicante no recibe ni gota.

De hecho, el propio Sánchez reconoce que los regantes sureños “no tienen garantizado que puedan regar el año próximo” y hay “un problema porque no llueve y tienen una situación de dificultad para afronar el próximo año”.

Lo hace, además, durante una visita al Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela y apenas dos días después de la defensa que el president de la Generalitat, Ximo Puig, hizo en Xàbia de las desaladoras. “Hay muchos países que tienen agua permanente por la conversión del agua de mar”, dijo Puig que rechazó, por no entender, “una especie de cruzada absurda que ha terminado en nada”, en referencia a dar la espalda al agua desalada.

Frente a todo, Sánchez denuncia que el río Ebro sigue tirando agua “al mar” y por ello reclama un plan nacional y saca a relucir la derogación del Plan Hidrológico Nacional “en 2003” -sic-, que provocó “un drama histórico del que hoy somos prisioneros”.

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