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Depredación, amigos, pura depredación!

Josep L. Barona

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Las metáforas biológicas son muy peligrosas cuando se aplican a la sociedad. Equiparar la dinámica de la naturaleza a las comunidades humanas conduce casi siempre a formas de darwinismo social que acaban con la culpabilización de la víctima, haciéndola responsable de sus males. La sociobiología no es otra cosa que eso y al final resulta que el pobre o excluido es responsable de su marginación y sus desgracias. Estas analogías suelen acercarnos a formas más o menos explícitas de colonialismo mental y eugenesia social.

A propósito de la estrategia del PP que se enjuicia en el caso Gürtel -seguramente extensible a otros muchos casos judiciales- varios actores relevantes se han expresado ante la opinión pública calificándola de parasitación de las instituciones. Quieren ilustrar con esta metáfora una estrategia que consiste en tomar las instituciones públicas, la administración del estado, autonómica o municipal para organizar una trama de beneficiarios que, por encima de la ley y de los procedimientos administrativos transparentes, de forma delictiva, se organiza para enriquecerse privadamente y parasitar los fondos públicos.

En su comparecencia ante la comisión parlamentaria que investiga la financiación delictiva del PP, el inspector jefe en la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF), Manuel Morocho, que es responsable policial del caso Gürtel, describió la trama delictiva organizada utilizando explícitamente la analogía del parasitismo. Diversos dirigentes de Podemos han utilizado también este término procedente de la biología en el mismo sentido, para expresar la estrategia que siguen los grupos corruptos.

Cavilando ahora sobre este asunto y en aras de la exactitud que pretende la terminología científica, creo, modestamente, que deberíamos revisar la metáfora. No habría que hablar de parasitismo, sino de depredación. Porque el parasitismo conlleva un tipo de simbiosis que requiere una estrecha relación entre dos organismos o dos individuos. Uno de ellos, el parásito o huésped, depende del otro (hospedador o anfitrión), del que vale para sobrevivir. Es decir, el parásito vive a costa del hospedador, e incluso a veces puede haber entre ellos algún beneficio mutuo. En cambio en la depredación, la relación es entre el depredador y la presa. Una presa cuyo único destino es ser devorada, exterminada por su depredador. En este sentido se aplica correctamente cuando se habla de un depredador sexual. Aquí hay un individuo perjudicado —que es la presa— y otro que se beneficia de ella —el depredador— y que sobrevive a costa de destruirla. Eso es lo que hace la corrupción: desangrar, arruinar y matar el sistema público. Por eso propongo a las autoridades de todo tipo: policiales, judiciales o políticas, que cambien la metáfora: es depredación, amigos, pura depredación!

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