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De dineros y músicas

José Cervera

El lector Enrique González, de Madrid, piensa que eldiario.es no mantiene su compromiso con el software y la cultura abiertas al integrar en algunos artículos sistemas de escucha de canciones propietarios. En concreto dice:

“En este post Luis J Menendez impone a los lectores la instalación de un programa propietario (Spotify) para poder seguir la pista de sus recomendaciones musicales. Como no creo que sea un ignorante que no sabe lo que está haciendo, queda en evidencia el descarado ejercicio de periodismo con propósito comercial, en una práctica incuestionablemente contraria a la línea de este diario de promover la comunicación abierta y plural. Dirá seguramente que las pistas que quería compartir estaban en ese servicio, pero podía haber acudido a innumerables opciones abiertas para compartirlas.” este post

Lo cierto es que la versión de Spotify que ha integrado en el texto el autor se corresponde con un ingreso gratuito al servicio; gratuito en el sentido de que no es necesario pagar por el acceso, aunque por supuesto eso no significa que seas un servicio 'libre' o 'abierto' en el sentido del software open source o los contenidos acogidos a licencias 'copyleft'. De hecho tras escuchar algunas canciones es normal que salte un anuncio, por ejemplo de un automóvil de fabricación española o de un gran almacén de bricolaje, antes de iniciar la siguiente. Otras canciones están en YouTube, un servicio también gratuito para el usuario y también cerrado que a veces asimismo coloca publicidad en sus vídeos.

Lo que hizo Luis J Menéndez fue localizar en varios servicios gratuitos de Internet estas canciones de artistas muy poco conocidos. Al hacerlo no cometió ninguna infracción legal, mientras que si él mismo las hubiese subido a algún sistema de este tipo podría haber cometido un delito, especialmente si la próxima reforma del Código Penal llega a ser aprobada. De haber algún delito aquí lo hubiese cometido quien subió originalmente la canción, nunca el colaborador de eldiario.es o el propio medio.

Preguntada al respecto la dirección del periódico, responde el subdirector Íñigo Sáenz de Ugarte:

“No hay ninguna política al respecto. Supongo que será cosa del colaborador.”

Queda por tanto descartada la idea de algún tipo de acuerdo comercial entre eldiario.es y Spotify o cualquier otro sistema de publicación de música. Se trata simplemente de un enlace integrado en el texto por parte del colaborador, que localizó canciones de los músicos sobre los que deseaba hablar en diversos servicios. La activación de dichos servicios queda a criterio del lector, que puede o no escuchar la música. O puede efectuar su propia búsqueda libremente.

O, en palabras de Íñigo Sáenz de Ugarte:

“¿Cuál es el problema en enlazar? Enlazar es sólo una propuesta al lector. Nadie obliga a pinchar.”

Claramente el lector no lo ve de esta manera: en su opinión el asunto tiene mucha mayor trascendencia, pues opina:

“Si bien se trata de un tema en principio menor, o bien lo atajáis ahora o bien se convierte en una práctica que condiciona y desmejora hasta invisibilizar la visión de comunicación independiente que caracteriza eldiario.es.”

Este punto de vista entronca con una vieja polémica, una linea de fractura en el mundo 'Open Source'/'Free Software'. En el origen de la filosofía del software libre hay una fuerte corriente ideológica contraria a la idea misma del comercio. El intercambio libre de cultura, para esta visión, es incompatible con la existencia de empresas con ánimo de lucro. Richard Stallman, el mayor defensor de esta interpretación (y ferviente defensor del uso del término y la filosofía Free Software) se hizo famoso el el mundo informático a través de una épica batalla de ingenio al replicar él solo durante más de dos años y en código abierto todo el trabajo de una empresa entera de software (Symbolics) para evitar que monopolizase una parte vital de la investigación con fines comerciales. Éste fue el nacimiento del proyecto GNU para crear un sistema operativo abierto, que muchos años después e fusionaría con el Linux de Linus Torvalds en el hoy extendido GNU Linux. Stallman ha mantenido durante años una férrea oposición a cualquier abuso empresarial en el mundo del software.

Pero hasta guerreros de lo libre tan vehementes como Richard Stallman diferencian entre 'libre' y 'gratis', y el propio Stallman ha declarado más de una vez que el problema no es ganar dinero en sí mismo, sino el modo como se hace. Si el software es verdaderamente libre no hay problema con que una empresa pueda obtener beneficios. El problema es que para hacerlo cierre el código. No se trata de que el mismo comercio sea de alguna manera 'sucio' o negativo, sino de que el procedimiento por el que se lleva a cabo no sea pernicioso para la comunidad. Cerrar el código no, pero ganar dinero sin hacerlo es admisible.

Las claves para evitar problemas y malentendidos, por supuesto, son dos: transparencia y, sobre todo, preservar la voluntariedad. En la Web el enlace representa estas dos cualidades plenamente, incluso en su forma de 'player' empotrado. El propio enlace o su representación indica a dónde lleva, a qué sistema de reproducción está trasladando al lector. Y éste tiene la decisión final de pinchar el enlace o no hacerlo: la decisión es suya. El único detalle que sería necesario cuidar sería informar adecuadamente a los lectores en el caso hipotético de que eldiario.es llegase a algún tipo de acuerdo comercial para privilegiar a un reproductor sobre otro. De momento no es el caso; descanse el lector sabiendo que no hay ningún tipo de 'prostitución intelectual' en este caso.

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