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España en Nepal: ocho preguntas

Xosé Mª Torres

Vocal en Farfamundi y expresidente de la Coordinadora Galega de ONGD —

Las intervenciones de un país en el exterior –y más si son de tipo humanitario, para mitigar el sufrimiento de los afectados por desastres naturales o de otro tipo– suelen merecer la aprobación, el aplauso, e incluso el entusiasmo de los ciudadanos.

Por ello, suelen contenerse las críticas, que sin embargo van apareciendo al cabo del tiempo dependiendo de razones como la magnitud de la tragedia en número y tipo de víctimas, los destrozos causados, o la lejanía a nuestro país. Entonces las agencias especializadas y los medios de comunicación analizan cómo ha sido la respuesta y critican las iniciativas adoptadas, si es que han sido menos correctas que las que figuran en los manuales y protocolos.

Esto ha sido así en la tragedia del tsunami de Indonesia del 2004, o el terremoto de Haití de 2010, y también, por citar otras más cercanas, en la epidemia africana de Ébola del pasado verano y la repatriación a España del padre Pajares o el rescate de los espeleólogos españoles en Marruecos del pasado mes de abril.

Y en relación con Nepal, ese tiempo ha llegado: el pasado 7 de mayo, Francisco Rey, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), a quien nadie podrá negar competencia en la materia, en el artículo “Nepal: ¿todo vale?”, publicado en el Huffington Post, criticaba con dureza la sobreactuación del ministro Margallo, y el envío, 9 días después del terremoto, de un impresionante dispositivo de 46 miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) con perros adiestrados, más otras unidades de la Guardia Civil y de la Policía. Todo ello para rescatar (¿vivos?) a los españoles (¿sólo españoles?) desaparecidos, cuyo número se ha ido reduciendo, de ciento y pico a finalmente sólo 6 personas, cuyos familiares, no debe dudarse, merecen nuestro respeto y afecto.

Si bien es cierto que la actuación oficial española en su inicio –avión Hércules cargado de ayuda humanitaria– fue correcta, si bien reducida, y también lo fue la de varias ONG enviando ayuda (Cruz Roja, Oxfam Intermón, y la colaboración de Farmamundi) y la salida de personal sanitario de Médicos del Mundo, en esta segunda intervención del Gobierno hay ya más dudas sobre su pertinencia.

Muchas personas pertenecientes al mundo solidario nos preguntamos, desde la creación de la UME, qué hacen soldados del Ejército apagando incendios, en lugar de equipos de extinción profesionales o miembros de Protección Civil con medios adecuados; y similar cuestión se nos plantea ante esta actuación allende nuestras fronteras, con finalidad imposible, como señalaba Francisco Rey, como es el rescate de españoles sepultados por aludes que tras más de 10 días, estarían previsiblemente muertos. ¿A qué han ido?

El caso recuerda a una de las iniciativas en el tsunami asiático por parte del Gobierno español, que tuvo la ocurrencia de enviar al costosísimo buque de asalto anfibio Galicia (¡un buque de asalto!), justificándolo en los magníficos quirófanos y equipo médico de que disponían, con una tripulación de centenares, que llegó a la zona del tsunami… mes y pico después de la tragedia (¿viaje de propaganda de la construcción naval española?), apenas unas semanas antes de que las autoridades indonesias ordenaran la salida de todos los equipos extranjeros.

O al titular de aquel periódico que señalaba –ante una tragedia ocurrida en Centroamérica– que unos adiestradores caninos españoles enviados a la zona se habían tenido que ocultar falsamente y enterrar para combatir el desánimo (sic) de los perros de rescate al no encontrar a nadie con vida. ¡Lógico!, pues un deslave de barro en zona rural no es lo mismo que un derrumbe de un edificio; en el barro no hay zonas donde resguardarse como en los escombros y, tras varios días en las zonas rurales, la probabilidad de encontrar a alguien con vida se reduce a cero, como ha ocurrido en Nepal, de donde ya ha tenido que regresar la UME.

Por ello, surgen fácilmente una serie de preguntas:

¿Por qué España no pone medios para ayudar a la población nepalí o personas de cualquier otro país que puedan haber sido víctima del terremoto, y no dirigir egoístas actuaciones? ¡La ayuda debe ser altruista!

¿Por qué no disponemos de equipos civiles, como la mayoría de los países, para dar respuesta a estos desastres? El envío de equipos militares, como la UME, es inusual en la acción humanitaria, y en general poco deseado, pues no suele gustar la presencia de militares ajenos.

¿Dónde están los “cascos blancos” sanitarios que Sanidad y las CCAA decidieron crear el pasado marzo en la Conferencia Sectorial de Sanidad? ¿Fue sólo un brindis al sol?

¿A qué fueron estas unidades caninas y los miembros de la UME? ¿A recuperar la imagen del ministro Margallo y del Gobierno en conjunto?

¿A qué vino ahora ese despliegue ostentoso, si entre 2010 y 2015 el Gobierno del PP ha laminado la Cooperación al Desarrollo y la ayuda humanitaria, que ha pasado de 4.500 a 1.750 millones de euros (un recorte de más del 60%), dejando la Ayuda Oficial al Desarrollo española en niveles de la época de Cuéntame?

¿Son estas actuaciones coherentes con la responsabilidad de España como Miembro no permanente del Consejo de Seguridad desde el 1 de enero?

¿Por qué no ha actuado España a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil, creado en 2001 para atender situaciones de este tipo y que coordina a 31 países europeos?

  1. ¿Desconoce el Gobierno la Norma Humanitaria Esencial, cuya versión en español se presenta este mes de mayo en Madrid, Barcelona y Bilbao, y que orienta sobre la eficaz gestión de la acción humanitaria?

¡Lean esa Norma, por favor, y mantengan la ayuda humanitaria española en niveles dignos! No es admisible que España haya sido el país de la OCDE que más haya recortado su ayuda oficial al desarrollo. Y desde luego, no hagan imposturas, la vida de los nepalíes y la dignidad de las víctimas no se lo merecen.

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