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La Gran Somalia: el fracaso de un sueño

Mercado Hamar Weyne en Mogadisco, capital de Somalia. / Efe

GuinGuinBali

Pablo Arconada —

La bandera del estado somalí actual está representada por una estrella blanca de cinco puntas, una por cada una de las 'Somalias' que deberían conformar el estado de la Gran Somalia. ¿Cinco Somalias? Todos hemos oído hablar siempre de una Somalia, el Cuerno de África.

La Somalia de hoy en día (a pesar de la desintegración interna que sufre desde 1991) está formada por dos de esas Somalias: Somalilandia, al norte, antigua colonia británica, y la antigua Somalia Italiana, que formaría parte del resto del estado actual de este país. Faltan otras tres que los diferentes Gobiernos de Mogadiscio han reivindicado con fervor desde la independencia y la unificación del país en 1960.

Estas son la Somalia Etíope (regiones del Ogadén y el Haud), parte o el total del estado de Yibuti (antigua Somalia francesa) y la Provincia Nororiental, una vasta extensión que forma parte de Kenia. Las reivindicaciones no se basan en una pertenencia histórica de las regiones a Somalia, ya que una Somalia unida en su totalidad como tal nunca ha existido. Esta tesis sugiere que todo aquel territorio habitado por pueblos somalíes debe ser integrado bajo los límites de un estado somalí libre y unificado.

Pero ¿quién es somalí? Los movimientos migratorios en la zona han sido muy numerosos desde hace siglos, y la llegada continua de pueblos que se han ido superponiendo complica la identificación de una “raza” somalí.

A pesar de esta variedad, podemos identificar los principales pueblos que habitan el Cuerno de África: los dir-issa, que pueblan y son mayoría en Yibuti; los darod, la mayor de las etnias en extensión, ya que ocupa diversas regiones al norte y al sur de Somalia e incluso grandes extensiones en la región del Ogadén; los gadabursi, también en el Ogadén etíope, los is’haq, que se encuadrarían en la Somalilandia británica y, finalmente, entre otros, los hauiya y los rahanueyn-digil, que habitan en la costa sur.

Además habría que pensar qué es lo que construye la identidad del pueblo somalí, si tradicionalmente ha existido un sentimiento nacional somalí a la europea o más bien se podría hablar de varios aspectos que conformen esa identidad como la conciencia común de una cultura, una religión, una lengua y la defensa de unos hábitos comunes.

Obviamente, el ideario de “nación somalí” se encuadra sobre todo por el Islam como religión unitaria y la lengua común usada por todos ellos: todos hablan un somalí estándar, a pesar de los diferentes dialectos existentes.

¿Cómo empezó?

Al margen de todo ello, el ideal pansomalí no comenzó a construirse hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando empezó a aparecer el que se podría conocer como “padre de la Gran Somalia”. Sayid Mohammed Abdullah Hassan, conocido por los británicos como Mad Mullah, vio la necesidad de unificar a todos los somalíes para, entre otras cosas, defenderse de las agresiones de las diferentes potencias extranjeras que llevaban varias décadas interesadas en el control del Cuerno de África.

Los etíopes, de la mano de Menelik II, ocuparon las tierras al este de Etiopía, las regiones del Haud y el Ogadén. El imperio británico se asentó en el Somaliland en 1884 creando un protectorado. Francia también creó su propia Somalia con centro en Yibuti en 1888; e Italia, que ya se había asentado en Eritrea en 1869, recibió una serie de concesiones de los sultanatos de Obbia, Midyurtina y Zanzíbar para asentarse en la región sur del Cuerno de África, lo que le permitió crear otra Somalia bajo mandato italiano.

Es en estas circunstancias cuando Mad Mullah, asistiendo a la desmembración de su pueblo, se lanzará a una resistencia dura y activa que liderará hasta su muerte en 1921, y que provocará no pocos quebraderos de cabeza entre los británicos, los italianos y los etíopes. La lucha continuará incluso después de su muerte (aunque ya de baja intensidad), hasta 1927, cuando se logró poner fin a las resistencias somalíes.

El fin de la lucha armada no implicó la desaparición del ideal de unión de todos los pueblos somalíes bajo una bandera, que seguirá muy vivo a lo largo de todo el siglo XX. Cuanto más resistente se hacia este ideal, menos posibilidades había de reunir a las cinco Somalias.

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