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ENTREVISTA

Chaloka Beyani, experto de la misión de la ONU sobre Libia: “Cuando los migrantes son devueltos, sufren crímenes contra la humanidad”

Chaloka Beyani durante la presentación del informe final de la comisión de la ONU para Libia, el 27 de marzo en Ginebra.

Francesca Cicardi

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Chaloka Beyani es uno de los tres miembros de la misión independiente de investigación para Libia establecida por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en 2020, con el objetivo de investigar las violaciones cometidas por todos los bandos desde principios de 2016.

Beyani, profesor de derecho internacional y mediador en varios conflictos de África, habla con elDiario.es de la difícil misión, cuyo mandato concluyó el pasado marzo con la presentación de un informe que apunta a que las autoridades libias y milicias armadas son responsables de “muchos tipos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en los pasados años”.

¿Cómo pudo la misión llevar a cabo su trabajo con todas las dificultades sobre el terreno?

Fue una misión llena de retos. Empezamos durante la pandemia en 2020, no teníamos recursos, no teníamos personal… En el primer año no pudimos hacer mucho y luego no fue fácil acceder a Libia, obtener visados para los investigadores. Finalmente pudimos tener acceso a Trípoli [la capital], solo obtuvimos la autorización para ir una vez a Bengasi [sede del Gobierno rival] y tampoco pudimos ir al sur de Libia. Muchas veces estábamos listos para salir y, en el último momento, nos decían que no podían garantizar nuestra seguridad. Fue frustrante en muchos sentidos.

No pudimos acceder nunca a los centros de detención, donde se cometen violaciones masivas de los derechos humanos, que hemos considerado crímenes contra la humanidad. Nos reunimos con la institución encargada de luchar contra la inmigración ilegal, pero nunca nos dieron la autorización para visitar esos centros de detención hasta el final [de la misión en 2023].

La mayor parte de las evidencias que recogimos fue a través de personas que habían estado detenidas y habían sido puestas en libertad; también visitamos las instalaciones en Ruanda y Túnez, donde se encuentran los migrantes que quieren ser reubicados [a través de un mecanismo de la Agencia de Refugiados de la ONU], y también hablamos con migrantes que lograron cruzar el Mediterráneo, en Italia en concreto.

¿Los peores abusos son los que sufren los migrantes?

Los migrantes están en una situación mucho peor: de esclavitud sexual, tortura, trabajo forzoso y maltrato, tanto cuando entran a Libia, cuando se van y cuando son devueltos. Y la red de traficantes [de personas] llegan hasta las prisiones, donde son víctimas de extorsión: pagan rescates para ser puestos en libertad, luego algunos son arrestados de nuevo y devueltos a los centros de detención… Es un gran negocio.

Los migrantes [subsaharianos] son los más discriminados, pero también los propios libios negros, no son tratados como ciudadanos al 100%. Sobre todo en el sur del país, muchos no tienen documentación que les identifique como nacionales y, ya que parte de ellos tenía relación con el régimen de Muammar al Gadafi, han sufrido represalias [desde el comienzo del conflicto].

¿Qué responsabilidad tiene la Unión Europea en los abusos y crímenes contra los migrantes?

Desde 2016, la UE ha adoptado una política de dar apoyo y entrenamiento a los libios, en concreto a los guardacostas; pero lo cierto es que la mayor parte de los migrantes escapan de Libia porque las condiciones de detención son deplorables, así como los métodos de interceptación de los migrantes en el mar, contra los que disparan, hunden sus embarcaciones, etc. Cuando son devueltos a las autoridades libias y a los centros de detención, sufren violaciones de los derechos humanos y crímenes contra la humanidad, y esclavitud. 

La UE debería tener la diligencia y obtener garantías políticas para asegurarse de que ese apoyo que ofrece a las autoridades y agencias [de seguridad] libias no promueve la violación de los derechos de los migrantes. En primer lugar, debería asegurarse de que los migrantes no sean detenidos, porque en esos centros es donde tienen lugar las violaciones y todo tipo de extorsiones, y de que no sean esclavizados y obligados a hacer todo tipo de cosas.   

¿La población libia sufre abusos similares?

Los libios son oprimidos y reprimidos con el fin de acallar el disenso. Aquellos que critican a las autoridades o a las milicias son maltratados, sobre todo desaparecen forzosamente, pero también son detenidos, torturados y tratados de forma degradante. Esto es una forma para mantenerse en el poder y también de obtener acceso a los recursos y riquezas [del país petrolero].

No podemos calcular cuántos desaparecidos hay porque hemos investigado casos individuales [durante siete años], pero existe un patrón de desapariciones forzosas, secuestros y detenciones.

Por ejemplo, hay dos casos que están ligados a esos patrones. La desaparición forzosa de Siham Sergiwa [secuestrada por una treintena de hombres armados, encapuchados y con uniforme, en Bengasi. Según el informe de la misión, los mandos militares conocían o tendrían que haber estado al tanto de esa ‘sofisticada operación’]. El asesinato de Hanan Al Barassi también puede ser considerada una ejecución extrajudicial. Estas mujeres eran muy valientes y hablaron contra el sistema, iban a revelar información sobre las autoridades libias y desaparecieron.

¿En qué situación están las mujeres en Libia –aparte de aquellas más expuestas como Sergiwa y Al Barassi–?

La situación es mala en general en Libia, las mujeres deben ser excluidas de la vida y el espacio públicos (con base en) la ideología conservadora, que ha considerado que el papel de la mujer es el de ser esposa y quedarse en casa. En el caso de las que están casadas con extranjeros, no son consideradas libias y, por ejemplo, no tienen derecho al voto. Este tipo de actitudes hace que muchas mujeres se queden de hecho en casa. Hablamos con algunas diputadas en Libia: es inimaginable el tipo de acoso que han sufrido online, incluso la propia ministra de Justicia, que es una mujer. 

¿Puede haber una reconciliación nacional en Libia, después de los abusos cometidos por todos los bandos?

Es necesario que haya un proceso de reconciliación nacional sistemático, poner en conocimiento toda la verdad, quién hizo qué a quién, porque son las bases para la reconciliación y el perdón; aquellos que han cometido crímenes internacionales deben rendir cuentas y las víctimas deben ser reparadas. Es una de nuestras recomendaciones [incluidas en el informe].

La reconciliación nacional es un gran reto y un segundo luto. Pero el principal reto ahora mismo para Libia es tener un gobierno que represente a todos los ciudadanos, porque las violaciones de los derechos humanos están vinculadas a evitar que surjan voces alternativas e independientes que representen todo el espectro nacional y que lleven a la celebración de elecciones y a un gobierno legítimo para los libios.

Una parte de la solución y de la sanación es continuar con la reconstrucción, que los desplazados puedan regresar. Unos pocos ya lo han hecho, pero hay zonas a las que no pueden regresar y que no se pueden reconstruir porque están minadas. Libia necesita un gobierno reconocido que pueda llevar a cabo la reconstrucción, también de las instituciones, y que haga rendir cuentas [por los abusos y crímenes].

¿Y el reto de expulsar a los combatientes extranjeros, cuya presencia fue documentada por su misión?

La presencia de combatientes extranjeros ha exacerbado el conflicto y ha generado mucho negocio, pero al final de nuestro mandato [a principios de 2023] la mayor parte de los mercenarios, de Chad, Níger o Siria, no eran tan visibles, aunque nos llamó la atención la presencia de niños sirios [de entre 15 y 18 años] y es necesario investigar más sobre ello [la misión documentó su reclutamiento por parte de grupos armados desde 2019]. No tenemos claro de dónde y cómo llegaron, quién y por qué los reclutaron, pero evidentemente alguien los transportó [hasta Libia]. 

El grupo [paramilitar ruso] Wagner no estaba involucrado en los combates, pero sí en la colocación de minas y explosivos, en Trípoli y los alrededores, de forma organizada. Debido al conflicto en Ucrania, los combatientes de Wagner ya no están tan operativos en Libia, pero hemos visto las consecuencias de lo que dejaron a su paso. Según la convención africana para la eliminación de los mercenarios, involucrarse en este tipo de actividades es un crimen, así que deben perseguirse a los individuos que estaban o están en Libia.

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