El bloqueo sobre Yemen dificulta más la vida de la población que los bombardeos y combates
La devastación que sufre Yemen demuestra que la necesidad de poner fin a las hostilidades es más urgente que nunca. Pero incluso si se consigue un alto el fuego temporal, éste sólo supondrá una leve mejora en la vida de la mayoría de los yemeníes. Para que la situación pueda mejorar de una manera sustancial, es necesario que también se levante el bloqueo de las importaciones básicas llevado a cabo por la coalición liderada por Arabia Saudí, y que impide incluso la entrada de alimentos y combustible.
El fin de los bombardeos y de los combates permitiría que la ayuda llegara a las zonas afectadas por los combates y que los civiles heridos pudieran ser evacuados, pero, como decía hace un momento, esto sólo serviría para cubrir parcialmente las graves y cada vez mayores necesidades de la población civil de Yemen. Los ataques aéreos de la coalición, encaminados a detener la ofensiva de los hutíes en Yemen, han dañado los aeropuertos, los puertos, las carreteras, los puentes, los depósitos de agua, las estaciones de servicio y otras infraestructuras vitales.
Los ataques de los hutíes en Adén, Al Dhale, Taiz y otras ciudades y pueblos están causando también una enorme destrucción y están dejando tras de sí una terrible pérdida de vidas humanas. Según Naciones Unidas, 1.849 personas han muerto en los combates o a causa de bombardeos como el que fue perpetrado el 6 de mayo, mientras que 7.394 personas más han resultado heridas. Durante el último mes y medio, los equipos médicos de Médicos Sin Fronteras han tratado a más de 1.700 de esos heridos. Uno de los pacientes de nuestro hospital, en la ciudad norteña de Saada, me dijo que 27 miembros de su familia habían muerto a causa de los ataques aéreos de la semana pasada.
El bloqueo llevado a cabo por la coalición está haciendo más dura y difícil la vida de los yemeníes que los propios bombardeos y combates. Y de todo lo que resulta necesario, la falta actual de combustible es una preocupación fundamental.
La falta de combustible puede causar más muertes que las bombas
La falta de combustible puede causar más muertes que las bombas
El combustible, en todas partes, es un elemento esencial para la vida. Y en Yemen es especialmente crucial para garantizar el suministro de agua. El país tiene una de las tasas per cápita de consumo de agua más bajas del mundo. En muchas ciudades, el agua tiene que extraerse de profundos pozos, utilizando para ello bombas alimentadas por electricidad o por combustible diesel. Así que, la ecuación es sencilla: sin combustible, en Yemen no hay agua.
El sistema de bombeo de agua en Saná actualmente tiene sólo el 20% del combustible necesario para abastecer a la población de la ciudad. Hemos observado que, entre el 15 de marzo y la primera semana de mayo, el precio del agua en varias zonas de Saná se había multiplicado prácticamente por dos. En muchas otras áreas de la ciudad es directamente imposible comprar agua porque los tanques de gas de los camiones de reparto están también vacíos.
Todo el mundo está tomando medidas para preservar el agua. Ducharse o lavar la ropa es ahora un lujo que no te puedes permitir. Aquellos que se encuentran en extrema necesidad han tenido que pedir a sus vecinos que les den algunos litros de agua para poder sobrevivir. En MSF somos testigos de los robos que se llevan a cabo durante la noche en los depósitos de agua y de las continuas peleas que se producen en los puntos de abastecimiento. Todo el mundo tiene miedo de que pronto no quede nada de agua, así que su precio ya ni siquiera importa.
Además de los combates, la falta de combustible impide que la población pueda acceder a la atención médica, ya sea para tratar una herida o lesión provocada por las bombas, o para poder dar a luz. La mayoría de nuestros pacientes llegan a los hospitales a pie. Es prácticamente imposible encontrar un taxi, aunque, de todos modos, casi nadie puede permitirse pagar por uno. Esta semana un padre me contaba que trató desesperadamente de encontrar combustible para poder llevar a su hija al hospital. No tuvo suerte y la niña murió.
Incluso aquellos que llegan hasta los hospitales no tienen garantizado que vayan a recibir una atención sanitaria. Muchos centros de salud han tenido que cerrar porque no tienen combustible para alimentar los generadores. En Saada, que se ha visto muy afectada por los bombardeos, tres de los cinco hospitales de la ciudad están ahora cerrados por falta de electricidad. Y los dos principales hospitales de referencia del país han reducido sus servicios porque la electricidad no llega a todos sus edificios.
La crisis actual, es, con mucho, superior a todo lo que he visto antes
La crisis actual, es, con mucho, superior a todo lo que he visto antesDurante los últimos siete años he trabajado con frecuencia en Yemen, siendo testigo de la guerra en la región de Saada, de enfrentamientos mortales durante las manifestaciones a favor de la independencia en 2010, y de las batallas en la capital, Saná, durante la revuelta de la primavera árabe. Sin embargo, puedo decir que el impacto de la crisis actual, es, con mucho, superior a todo lo que he visto anteriormente.
Para dejarlo claro de una vez: la falta de combustible puede causar muy pronto más muertes que las bombas y el conflicto.
Un alto el fuego temporal no será suficiente. Aunque se tome la decisión de permitir que entre en el país una cantidad adecuada de combustible, se necesitarán varios días hasta que esos suministros lleguen a todas las partes del país y para que el acceso a los servicios de agua y salud se restablezcan.
En las próximas semanas no parece que se vaya a condenar la magnitud de la tragedia que se está viviendo en Yemen.La coalición y sus aliados deben asumir ahora la responsabilidad de los daños que esta ofensiva militar está provocando entre la población civil de Yemen.Y deben levantar inmediatamente el bloqueo ejercido sobre aquellos productos que son esenciales para la vida.
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Teresa Sancristóval es coordinadora de Emergencias de Médicos Sin Fronteras. Este texto fue publicado originalmente en el Washingon Post.