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“La crisis en Siria tiene cara de niño”

Una joven procedente de la ciudad siria de Der’a coge a su hijo en brazos en el contenedor donde viven en el campo de Za’atari./ Fotografía: Pablo Tosco/ Intermón Oxfam.

Gema Llamazares

Mohamed tiene 8 años, vive en el campo de refugiados de Za'atari, huido de la guerra que asola su país y que le ha obligado a separarse de su hogar, abandonar a su familia, su colegio y a sus amigos. Ahora acude a la escuela junto a otros niños en su misma situación en el campo de refugiados de Jordania. “El colegio es mucho mejor aquí, no hay bombas, puedo ir a clase y seguir estudiando para ser médico”; cuenta Mohamed.

Los principales organismos humanitarios de la ONU anunciaron el pasado 23 de Agosto que el número de niños refugiados en países vecinos por la guerra civil en Siria ha alcanzado un millón. Los niños representan a la mitad de los casi dos millones de refugiados sirios y también a la mitad de las 120.000 personas que acoge Za'atari.

Paloma Escudero, directora mundial de Comunicación y antes directora de UNICEF España, se encuentra allí durante unos días y dice que “debemos recordar que es una crisis de toda la región, no solo de Siria, sino también de Líbano, Jordania, Turquía, Irán y Egipto”, dice a eldiario.es. “Es la mayor crisis en 20 años, 4 millones de niños están fuera de sus casas, separados de sus familias y de lo que era su hogar, 3 millones en Siria, desplazados, y casi 1 millón de niños refugiados en países vecinos”.

“Esta crisis tiene cara de niño”, sentencia Paloma, que remarca que “la prioridad ahora mismo es que estos niños tengan garantizado un entorno seguro para que puedan volver a la escuela, garantizar el agua potable, los niveles básicos de salud (vacunas) y las instalaciones educativas, así como conseguir apoyo psicosocial para los niños con traumas por las horribles situaciones que han vivido”. También, señala Escudero, “será necesario adaptar las escuelas a las necesidades de esos niños, que han perdido meses de su educación y se encuentran en estado delicado”.

“En muchas ocasiones, los niños están acostumbrados a estudiar en otro idioma, lo que aumenta las dificultades de aprendizaje de muchos de ellos. Por eso, se han puesto en marcha ciclos de nivelación, para tratar de igualar su nivel antes del inicio del nuevo curso”, explica a este periódico Pablo Tosco, fotógrafo de Intermón Oxfam que ha pasado las últimas semanas en Jordania, en el campo de refugiados de Zaatari y en Líbano, visitando los asentamientos de los refugiados en este país.

En Líbano, los refugiados sirios se están asentando en diferentes lugares, barriadas de la periferia de las ciudades o incluso centros comerciales abandonados, lo que dificulta la labor de asistencia de las ONG en el terreno. Esta situación entorpece en gran medida las posibilidades de educación de los niños y potencia su estancamiento. “Conocí a un chico de 17 años cuyo padre era profesor de francés. Me contaba que, durante toda su vida, su familia le estimulaba para que leyese, para que se formase. 'Toda la vida he estado con bolis y libros en mis manos... y ahora míramelas', me dijo el adolescente antes de mostrarme sus manos llenas de tierra. Ahora trabaja en la agricultura”, describe Tosco.

ACNUR informa de que más de 740.000 refugiados tienen menos de 11 años y advirtieron a principios de año, junto a UNICEF, de que toda una generación estaba en riesgo en Siria. “Estamos haciendo todo lo posible para ayudar a todos y cada uno de ellos, sus familias y las comunidades que los acogen” dijo el Director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake. “Este año, dentro y fuera de Siria, más de 10 millones de personas han recibido agua potable, unos 2 millones de niños han sido vacunados contra enfermedades mortales, más de 250.000 niños han podido acceder a alguna forma de educación y casi 170.000 han recibido atención psicosocial”.

“Muchos niños escuchan un avión y se tiran al suelo”, lamenta el fotógrafo de Intermón. “A través de los dibujos, los niños plasman algunas de las imágenes que están estancadas en su interior... parecen secuencias cinematográficas del conflicto”.

Paloma Escudero y su equipo de UNICEF visitaron también las casas de quienes acogen a refugiados y a familias enteras que habían tenido que huir de Siria; es el caso de un matrimonio con 6 niños, que tenían una pastelería antes de que estallara la guerra, pero una bomba destruyó el establecimiento y comenzaron a temer por sus vidas y las de sus hijas que ya no podían acudir a clase, y las de sus hijos mayores, que podían ser reclutados para el ejército en cualquier momento. Así que decidieron huir. “Es gente que lo ha perdido todo y que tiene que pensar en cómo volver a empezar”, señala Paloma.

Hay 6 millones de sirios que necesitan asistencia sanitaria directa. “No es solo un conflicto político sino humano”, nos dice Paloma. ACNUR y UNICEF calculan que casi 7.000 niños han perdido la vida desde que comenzó el conflicto, la mitad menores de 10 años; y a día de hoy un 11% de la población jordana y un 25% de la población libanesa es siria. Sin olvidar la gran migración que se produjo a principios de agosto en la que más de 20.000 refugiados cruzaron el Kurdistán iraquí huyendo del conflicto armado que asola Siria desde 2011.

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