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“Si somos iguales, no entiendo por qué yo tengo asistencia sanitaria y él no”

Concentración Madrid contra Decreto Ley sanitario

Gabriela Sánchez

Defensores de la sanidad universal se han concentrado este martes en la Plaza de Callao de Madrid para exigir la derogación del Real Decreto-Ley 16/2012 que desde hace un año provoca la exclusión sanitaria de inmigrantes. Serin, Verónica, Ahmed o Djema son algunas de las personas que se han plantado en la plaza durante dos horas para continuar su lucha por su derecho a recibir asistencia médica.

La protesta, convocada por el colectivo Yo Sí Sanidad Universal, tenía un objetivo informativo además de reivindicativo. Los diferentes grupos de acompañamiento -que asesoran a los afectados por el Real Decreto para lograr su asistencia médica- partieron de sus respectivos barrios antes de la hora programada y en su trayecto hasta Callao ya inciaron su tarea: explicar las consecuencias del “apartheid sanitario”.

“Ningun ser humano sin sanidad”, “tienen mucha jeta, nos quitan la tarjeta”,“soy desobediente, atiendo a toda la gente”, son algunos de los lemas más sonados desde que los diferentes grupos de acompañamiento y demás defensores de la sanidad universal se unieron en la plaza madrileña.

Serin grita con fuerza. Es de Senegal y lleva 7 años en España, donde trabaja como auxiliar administrativo. Sí tiene acceso a la sanidad, pero continúa gritando bien alto junto a su amigo Djema. “Él no tiene asistencia sanitaria”, dice el primero. Su compañero llegó hace 6 años al país, sus papeles estaban en regla pero ahora no tiene trabajo, por lo que ha perdido la tarjeta que le permite acudir a una consulta médica.

“Nadie quiere estar enfermo porque sí”, añade Djema con ironía. Dice que no lo entiende, que le parece mal. Su compañero está más enfadado y llega a interrumpirle. Quiere hablar. “Por más que me expliquen sus razones no puedo entender por qué yo tengo asistencia sanitaria y él no. Si somos iguales, si los dos somos senegaleses y vinimos hace mucho tiempo. La única diferencia es que yo tengo trabajo y él no. No entiendo como eso puede ser tan importante”, denuncia.

La vergüenza que le provoca no controlar el idioma a la perfección impide a Ahmed gritar con fuerza los lemas entonados. También senegales, también sin atención sanitaria. “Tengo problemas en el estómago. He intentado ir varias veces a un centro de salud de Lavapiés y no he podido entrar a la consulta”, dice el joven, quien reconoce que esta situación le ha obligado a pedir ayuda a los grupos de acompañamiento del barrio. “Cuando voy con ellos siempre puedo entrar. Ellos logran explicarse mejor y consiguen convencer al personal del ambulatorio” añade Ahmed. “Pero claro que tengo miedo. ¿Y si me pusiese malo una noche?”, se pregunta.

“Cuando vuelvo a Marruecos a visitar a la familia me preguntan, '¿tú puedes ir al médico?' Saben lo que está pasando en España y lo comentan”. Habla Monir, quien lleva 11 años en España. Por el momento, sus situación es estable. Su trabajo de cocinero le permite vivir de forma cómoda en el país. Aunque no sabía que había una concentración, pasaba por aquí y se ha quedado. “He hablado con conocidos a los que les ha afectado. Incluso un chico me dijo una vez que, después de negarle la asistencia quería pagar una consulta y desde el centro le decían que no era posible, que no sabían cómo hacerlo. Es surrealista”, comenta junto a su novia.

Sus situaciones son muy diferentes pero Ahmed, Djema, Monir y Serin tienen palabras para Alpha Pam. Hablan del joven fallecido de tuberculosis por no contar con asistencia sanitaria sin antes recibir pregunta alguna sobre su caso. Todos ellos le recuerdan, formulan su nombre para ejemplicar hasta dónde puede llegar la ley que les hace permanecer una tarde de martes en esta plaza madrileña. Algunos, como Ahmed, senegalés igual que lo era Alpha, bajan la mirada: le llaman “compañero”.

Son las 21:15. Despues de dos horas, la concentración culmina con un fuerte aplauso. Desde Yo Sí están satisfechos, vuelven a casa con más fuerza para continuar la batalla al día siguiente. “Confiamos en la derogación del Real Decreto”, sentencia convencida Verónica, activista del colectivo. “Desde los grupos de acompañamiento cada día vemos pequeñas victorias y eso nos anima a continuar. Cada vez que alguien se interesa por la situación y se indigna, cada vez que una nueva persona se une a la desobediencia... Son pequeños pasos para recuperar la sanidad universal”.

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