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Chafiq, el joven travesti humillado por la policía en Marruecos: “No puedo continuar mi vida aquí”

Chafiq Lafrid, durante la pasada Nochevieja.

Maribel Hernández

“Una catástrofe”. Es la expresión que más repite al teléfono desde Marrakech el joven Chafiq Lafrid, un marroquí de 33 años que nunca había imaginado que su vida podía romperse del modo en que lo hizo la pasada Nochevieja.

“Iba a mi casa de regreso de una fiesta en una discoteca cuando una moto, hacia las 2:30 de la madrugada, golpeó el retrovisor izquierdo de mi coche. No me pude parar inmediatamente porque venían otros vehículos detrás, así que di media vuelta un poco más adelante y regresé al lugar del accidente”, recuerda en una conversación con eldiario.es.

Chafiq iba maquillado y vestido de mujer. Por eso, cuando la Policía le ordenó que saliera del coche, les suplicó que no le obligaran. “No puedo salir, hay mucha gente, tomad la documentación pero no me pidáis que salga del coche”, les rogaba una y otra vez hasta que, ante la negativa, optaron por romper la ventanilla y sacarlo a la fuerza, según relata.

La escena de humillación que siguió, su exposición pública en plena calle, un denigrante paseo descalzo y esposado, mientras iba ataviado con su vestido ajustado de encaje azul y espalda descubierta, ha circulado ampliamente por medios de comunicación y redes sociales. “Me sorprendió la violencia de la Policía, me sacaron delante de todo el mundo, había periodistas, se pusieron a grabarme, a hacerme fotos, la gente que había allí me insultaba, me amenazaba, les decían que había que matarme”, recuerda Chafiq, que fue trasladado a una comisaría, donde permaneció alrededor de cuatro horas.

“Tomaron fotos de mi documento de identidad y al día siguiente estaba todo publicado. Aquello fue verdaderamente una catástrofe”, lamenta el joven, que todavía no entiende la actuación de “quienes se supone que deben protegernos” y ha emprendido medidas legales con el apoyo de Mohamed El Madimi, del Centro Nacional de Derechos Humanos.

“Me han violado moralmente”

Chafiq cuenta que comenzó a travestirse en 2013, después de abandonar las Fuerzas Armadas, donde sirvió durante 11 años. “El régimen militar es muy severo, no es lo mismo ser civil que militar, por eso decidí liberarme y cambiar al sector privado, yo tengo derecho a vestirme como quiera”.

Siempre ha sido consciente de que gran parte de la sociedad marroquí no acepta a los travestis y condena la homosexualidad, pero admite que nunca había tenido problemas. “He sido siempre muy discreto, aunque sabía que los problemas podían llegar, nunca imaginé esto… Mi vida ha cambiado completamente en menos de 24 horas. Todo ha cambiado”, asegura.

Hasta ese día llevaba una vida anónima y tranquila trabajando como administrativo en la recepción de una clínica privada en Marrakech. “Ahora todo el mundo sabe quién soy. Se ha publicado incluso la dirección de mi casa y algunos vecinos me han dicho que debo irme del edificio”, una vivienda que posee en propiedad. “Salgo a la calle y me insultan. Han roto mi trabajo, mi residencia aquí, mi familia… Me han violado moralmente, yo no he cometido un crimen”, denuncia.

De toda esta experiencia confiesa que lo peor ha sido el choque para la familia. “Mi familia ha roto la relación conmigo. Mi hermano me dijo que mi madre se desmayó cuando vio el vídeo. Ellos no lo aceptan”.

Chafiq estuvo en shock los dos primeros días. Escondido. Asegura que no podía responder ni al teléfono y que lo sucedido le ha afectado mucho psicológicamente, pero también ha reflexionado. Quiere buscar protección lejos de Marruecos. “No tengo que esconderme porque tengo derechos. Yo soy así y por eso no puedo continuar mi vida aquí. Si quiero seguir con mi vida siendo como soy debo irme a un país que proteja los derechos humanos. Vengo de hacer mi pasaporte. Quiero pedir asilo en un país europeo que respete a la gente, a los homosexuales, que proteja su intimidad”, afirma.

“Quedarme escondido no era la solución”

La Constitución marroquí de 2011 protege el derecho a la intimidad. Según su artículo 24, “toda persona tiene derecho a la protección de su vida privada”. No es la primera vez que una persona travestida es expuesta públicamente y agredida en Marruecos, pero lo llamativo del caso de Chafiq es la participación y complicidad de los agentes policiales.

Los cuatro implicados, dos comisarios y dos inspectores, fueron sancionados una semana después de los hechos con medidas, según un comunicado de la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN), que llegan a la suspensión temporal de sus funciones por “no respetar sus obligaciones profesionales” y por “no haber tomado las medidas preventivas necesarias para la protección de los datos personales”.

En los últimos años, han trascendido otros casos similares al de Chafiq. En junio de 2015, un travesti fue linchado por un grupo de personas tras ser expulsado a insultos de un taxi en una calle céntrica de Fez. La agresión también fue grabada y colgada en la red. En los vídeos se ve a la gente golpeando y propinando patadas a un chico vestido de mujer. El joven consigue incorporarse y huir, buscando refugio en un centro comercial, donde es protegido por un policía. En agosto de ese año, dos jóvenes fueron condenados a cuatro meses de cárcel por “violencia y daño intencionado” por este hecho.

En aquel entonces era ministro de Justicia Mustafa Ramid, actualmente al frente de la cartera de Derechos Humanos. Ramid aprovechó la ocasión para lanzar mensajes homófobos advirtiendo a los homosexuales que deberían evitar “provocar a la sociedad”, según denunció en su momento Human Rights Watch. Dos años más tarde, en 2017, volvía a referirse a los homosexuales con términos como “basura” o matizaba sus propias palabras calificando la homosexualidad de “asquerosidad”.

El travestismo no es un delito en Marruecos, ser homosexual, sí. El Código Penal, en su artículo 489, castiga con penas que van de los seis meses a los tres años de cárcel a quien cometa “actos contra natura con individuos del mismo sexo”. Según el último informe de la Fiscalía General marroquí, en 2017 fueron procesadas por mantener relaciones homosexuales 197 personas.

Para Betty Lachgar, cofundadora del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI) y uno de los apoyos clave de Chafiq durante estas semanas en el proceso de búsqueda de asilo y denuncia de su caso, “la vida de las personas LGTB es muy complicada en una sociedad tan conservadora y patriarcal como la marroquí”.

A la activista no le sorprenden los “abusos de poder” por parte de las autoridades. “Aquí, por ejemplo, la policía puede arrestar a un hombre por la calle si le parece que va maquillado o se mueve de forma femenina. Fueron los policías los que expusieron los datos personales de Chafiq y ahora todos conocen lo que él mantenía oculto”, critica.

De la noche a la mañana, la vida también ha convertido a este joven en un activista que no quiere que nadie más vuelva a pasar por su misma situación. “Quedarme escondido no era la solución. Yo soy una persona fuerte, alguien débil en mi lugar tal vez se habría suicidado. Yo he decidido hacerle frente, buscar una solución y hablar para que algo así no se repita”.

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