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THE GUARDIAN

Reemplazar tuberías de plomo o invertir en cuidados: cómo el plan de infraestructuras de Biden busca conseguir la justicia racial

En la imagen, Joe Biden, presidente de Estados Unidos.

Lauren Gambino

Washington —
8 de abril de 2021 22:31 h

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Joe Biden ha defendido que su plan de dos billones de dólares para la reconstrucción de infraestructuras como puentes, carreteras y vías férreas competirá en ambición con la carrera espacial y que ofrecerá cambios económicos y sociales tan enormes como los logrados gracias al New Deal. El presidente también ha prometido que las inversiones servirán para revertir la desigualdad racial estructural que las recientes movilizaciones han puesto de manifiesto.

La agenda de infraestructuras de Biden, anunciada en parte esta misma semana, contiene proyectos e inversiones de cientos de miles de millones de dólares con los que su administración pretende impulsar el avance de la equidad racial en cuestiones como vivienda, empleo, transportes, sistema de salud y educación, al mismo tiempo que mejora la situación económica de las comunidades racializadas.

“Este plan no es importante solo por lo que pretende o por cómo pretende desarrollarlo, sino también por dónde pretende hacerlo”, ha declarado Biden durante una visita a un centro de formación profesional en carpintería gestionado por un sindicato a las afueras de Pittsburg. El presidente ha indicado que “incluye a todos, independientemente de la raza o el barrio en el que vivan”.

Su propuesta sustituiría elementos como tuberías de plomo e infraestructuras similares que han perjudicado de forma desproporcionada a los niños negros; reduciría la contaminación ambiental derivada de puertos y centrales eléctricas que han dañado históricamente a los barrios negros y latinos ubicados cerca de ellas; “reconectaría” barrios que han quedado aislados debido a la organización de los sistemas de transporte; expandiría las opciones de vivienda a precio asequible para permitir que más familias racializadas puedan acceder a la propiedad, crearía riqueza y eliminaría leyes de zonificación excluyentes; reconstruiría el sistema de vivienda pública y priorizaría las inversiones en comunidades expuestas en “primera línea”, las más afectadas por el cambio climático y los desastres medioambientales, habitadas sobre todo por personas afrodescendientes.

Su plan también pretende destinar 100 millones de dólares a la formación profesional de quienes viven en comunidades históricamente desatendidas y 20 millones para la mejora de universidades predominantemente negras y otras instituciones que atienden a las minorías (MSI). La propuesta multiplicaría por cuatro los fondos destinados a un programa de expansión de la economía productiva con el objetivo de dar un impulso a las inversiones en empresas “ubicadas en el mundo rural y con dueños pertenecientes a minorías”.

La justicia racial en el centro de sus políticas tras el caso Floyd

Biden ha presentado la propuesta en medio del juicio por asesinato contra Derek Chauvin, el ex policía de Minneapolis que se arrodilló sobre el cuello de George Floyd hasta que este murió. El fatal encuentro desencadenó protestas durante todo el verano y una reflexión nacional sobre el racismo, que empujó a Biden a situar la justicia racial en el centro de su programa de gobierno.

Maurice Mitchell, directora nacional del Partido de las Familias Trabajadoras, dice que el énfasis en la equidad racial en el plan de infraestructura de Biden evidencia que el presidente ha escuchado a los activistas y ha comprendido los retos asociados a la injusticia racial, el cambio climático y la desigualdad económica. “Porque no son neutrales desde una perspectiva racial, son en realidad bastante agresivos y concretos”, agrega Mitchell, quien sostiene que el plan refleja las prioridades de los votantes negros y las mujeres, quienes contribuyeron, primero, a que Biden obtuviera la nominación demócrata y, posteriormente, a su llegada a la Casa Blanca.

Quizás la medida más audaz para abordar la desigualdad racial a través del plan de infraestructura es la inversión de 400.000 millones en el sector de los cuidados de las personas mayores y las personas discapacitadas. Durante su discurso, Biden defendió que su propuesta creará empleos y aumentará salarios y derechos sociales para millones de personas que trabajan en los cuidados, sobre todo mujeres racializadas que ahora son “invisibles, mal pagadas y minusvaloradas”.

“No podemos construir carreteras, puentes o túneles sin cuidados”

Ai-jen Poo, confundadora y directora ejecutiva de la Alianza Nacional de Empleadas Domésticas, lo califica como “uno de los planes más impactantes para abordar la inequidad racial y de género en nuestra economía”. Poo dice que la pandemia, que ha afectado de modo desproporcionado a las mujeres y las personas racializadas, ha puesto de manifiesto la relevancia de las personas que trabajan en los cuidados en el bienestar del conjunto de la población. Para muchas de las personas empleadas en el sector es muy difícil cuidar de sí mismas y de sus familias.

Poo cree que la propuesta de Biden puede ofrecer a la economía y los cuidados lo que otros programas ofrecieron a la industria. Es decir, que trabajos peligrosos y mal pagados puedan convertirse en espacios donde sea posible el ascenso económico y social con una cierta seguridad. Durante generaciones, las personas que trabajan en el servicio doméstico han sido excluidas de los derechos laborales. Ahora, según Poo, ellas se encuentran en la primera línea del plan con el que Biden busca reconstruir la economía estadounidense.

“Nada hay más fundamental para la rehabilitación económica que cuidar de las familias”, dice. “Sin eso, no funciona nada más. No podemos construir carreteras, puentes o túneles sin cuidados”.

Brecha digital entre los blancos y las familias negras y latinas

El plan de Biden cuenta con 100.000 millones de dólares para invertir en Internet de banda ancha y en medidas para favorecer acceso y conseguir precios asequibles. En la Casa Blanca creen que ese tipo de ayudas contribuirá a disminuir la brecha digital entre los blancos y las familias negras y latinas.

“Internet es un instrumento en el que todas nos apoyamos. Cuando parte de la población se queda atrás, si no tienen acceso a los mecanismos [digitales], especialmente quienes han sido menos favorecidos históricamente, se queda aún más atrás”, afirma Angela Siefer, directora ejecutiva de la Alianza Nacional para la Inclusión Digital.

Biden ha anunciado que su plan ayudaría al descenso de los costes a través de un incremento de la competencia, mediante la oferta de subsidios a corto plazo a las familias de menos ingresos. Siefer cree que este tipo de medidas son importantes, pero se mostró escéptica respecto a la posibilidad de que las tarifas bajen lo suficiente para que las familias con pocos recursos puedan pagar Internet de alta velocidad en el caso de que estas ayudas no sean permanentes.

Según Siefer, la mejora de la alfabetización digital es de gran importancia para enfrentarse a la desigualdad racial. Añade que “para llegar a la equidad real, tenemos que ir más allá de las ideas: tenemos que ponerlo a disposición de la gente”.

La propuesta también incluye 5.000 millones de dólares para programas de prevención de la violencia en las comunidades. Los activistas negros y latinos defienden desde hace tiempo que ayudaría a reducir el impacto de la violencia.

La administración ha sugerido que se incrementarán los esfuerzos adicionales para reducir la brecha racial de riqueza. Medidas como guarderías de acceso universal, una educación superior al alcance de todos los bolsillos y un aumento de las bajas laborales por motivos familiares, dicen, aparecerán en la segunda parte de un programa que podría incrementar su presupuesto hasta los cuatro billones.

Progresistas piden más inversiones contra el cambio climático

Los republicanos acusan a Biden de entregar un “Caballo de Troya” para financiar iniciativas progresistas. “El plan de Biden incluye cientos de miles de millones de gasto en políticas de izquierda y prioridades de los estados azules”, ha dicho el Comité Nacional Republicano, que cuestiona aquellas medidas del proyecto de ley que pretenden abordar la desigualdad racial y de género, como la destinada a las trabajadoras domésticas.

Aunque muchos demócratas de alto nivel han acogido con satisfacción el plan, muchos progresistas consideran que no va lo suficientemente lejos. En este sentido, han pedido 10 billones de dólares durante la próxima década para hacer frente al cambio climático, incluyendo inversiones más fuertes en energías renovables y el objetivo de que Estados Unidos pase a tener cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2030.

Biden ha dicho que está abierto a la negociación y espera poder atraer a los republicanos al plan. Ante las críticas despertadas, el presidente ha sugerido que los republicanos se apresurarían a actuar si supieran que el agua potable del Capitolio fluye por tuberías de plomo.

Mientras el Congreso comienza el proceso de convertir el proyecto de Biden en legislación, los grupos progresistas están montando una campaña para presionar a los legisladores para que adopten una agenda aún más ambiciosa. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) forma parte de una coalición de grupos que organizan protestas para exigir al Congreso una “recuperación económica transformadora”.

“Si van a ser grandes y audaces, sean grandes y audaces y resuelvan el problema por completo”, dice Mitchell. “Estamos en un momento de crisis y no tendremos otra oportunidad”.

Traducido por Alberto Arce

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