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'Salvadora blanca': el caso de la voluntaria estadounidense acusada de la muerte de niños en Uganda

Imagen del documental en el que se ve a Renee Bach realizando labores médicas.

Víctor Ibáñez

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Una mujer estadounidense ausculta a niños desnutridos en Jinja (Uganda) coloca vías intravenosas, da medicación, pone máscaras de oxígeno, hace diagnósticos sobre su salud y, mientras, la mujer publica constantemente fotos en las que posa sonriente con los pequeños. Pero la mujer no tiene formación médica. Y algunos de los menores fallecen después de pasar por el centro.

Se trata Renee Bach, una estadounidense que, tras trabajar como voluntaria en Uganda, con 19 años decidió regresar y fundar su propia organización benéfica: Serving His Children (SHC). Al principio comenzó a repartir comidas gratuitas pero, tras recibir una llamada de un hospital infantil que solicitaba ayuda, convirtió la casa en un centro donde niños desnutridos y sus madres podían vivir mientras se recuperaban. Con el paso del tiempo, Bach contrató enfermeras ugandesas y llenó una habitación con equipamiento médico, llegando a atender hasta 12 niños a la vez.

Muchos de los menores no sólo estaban desnutridos, sino que tenían neumonía, infecciones, parásitos intestinales, tuberculosis o VIH. Casi todas las semanas moría un niño. Durante el periodo en que estuvo en funcionamiento, al menos 105 menores fallecieron tras haber pasado por el centro, que no estaba registrado como una ONG médica, ni contaba con permisos para realizar esta labor.

El caso ha sido recogido en el reciente documental de HBO 'Salvadora Blanca', que reconstruye la historia de la aparente negligencia cometida por esta cooperante, un ejemplo extremo del denominado “complejo de salvador blanco”, la creencia paternalista y racista, heredada de la época colonial, de que la población negra no puede ayudarse a sí misma. Sobre este pensamiento, miles de jóvenes se lanzan a hacer voluntariados en distintas partes del mundo, especialmente en países de África, sin ningún tipo de preparación.

En 2020 cuatro familias ugandesas, cuyos niños habían pasado por el centro de la cooperante estadounidense, llevaron el caso a los tribunales. Acusaban a Bach de dar tratamiento médico sin estar cualificada. Los documentos de la demanda, respaldados por el Tribunal Superior de Jinja –como recoge el periódico The Guardian–, dicen que las familias llevaron a sus hijos al centro, donde tres de ellos murieron tras recibir tratamiento y el cuarto, que fue operado allí, tiene una extremidad dañada y problemas de salud. La demanda, que sigue su curso en los juzgados, busca una compensación, una sanción penal y una disculpa pública por parte de la estadounidense.

Pero las familias están teniendo dificultades a la hora de reclamar justicia, ya que Bach consiguió escapar de Uganda hace alrededor de tres años. “Sus abogados también han evitado deliberadamente notificar las citaciones judiciales. Por eso hemos explorado otras formas alternativas para garantizar que Renee Bach conozca oficialmente los casos que se han presentado contra ella”, dice desde Uganda a elDiario.es Robert Okot, uno de los abogados representantes de las cuatro familias.

En 2020, tal y como recoge el documental, otras dos madres ugandesas cuyos hijos murieron tras pasar por el centro denunciaron el caso a los tribunales, pero se llegó a un acuerdo extrajudicial por valor de unos 8.000 euros y sin que la estadounidense admitiera ninguna responsabilidad.

Nuevo colonialismo

El de Renee Bach es sólo uno de los múltiples casos de “salvadores blancos” que el continente recibe, cuenta el abogado. El documental explica la narrativa que se ha creado a través de fotos, libros y películas sobre misioneros que buscan cumplir la voluntad de Dios. “La mayoría vienen a Uganda en misiones evangélicas y misiones de otras iglesias”, apunta Okot. Precisamente, Bach trabajó durante nueve meses en 2007 en un orfanato dirigido por misioneros.

En una entrevista de radio de 2009, recogida en el documental, Bach dice: “Con el riesgo de que suene a cliché, una de mis cosas favoritas es mirar a la cara de alguien que no tienen nada según los estándares mundiales, pero les miras a los ojos y están llenos de alegría y de Jesús”. Las referencias religiosas son constantes. Una de las voluntarias, enfermera, que trabajó en SHC, cuenta que, tras observar una mala práctica por parte de Bach, intentó hablar con ella y esta le dijo: “Sé que puede sonar raro, pero a veces siento que Dios me dice lo que tengo que hacer”.

Según Okot, el complejo del salvador blanco es “una extensión del colonialismo”: “El colonialismo era explotación y control. Simplemente ha evolucionado, de los Estados coloniales a organizaciones internacionales y ONG. Mucha gente se está aprovechando de la ayuda internacional”. Por su parte, Jackie Jesko, directora del documental, dice en una entrevista con el New York Times: “Renee y yo crecimos en la misma generación. Todos estuvimos expuestos a esto, especialmente en las películas. Es algo omnipresente en la cultura estadounidense que debe ser cuestionado”.

La organización de Bach, añade el abogado, recibía grandes cantidades de dinero de a través de donaciones (en 2014 recaudó algo más de 700.000 euros). “Anteriormente, también hemos tenido casos de gente que pretendía estar salvando a un grupo de niñas en Uganda, pero en realidad les estaba agrediendo sexualmente”, explica.

Más allá de la foto

Renee Bach aparece en varios momentos del documental posando en fotografías con niños que han pasado por el centro a lo largo de los años. “Hay gente que ve el voluntariado como una fuente de prestigio social cuando vuelven a sus comunidades. Es un gran logro para ellos, pero se olvidan de que están dañando a la gente que pretendían salvar”, reflexiona Okot. “Simplemente están explotando las comunidades que pretenden salvar. Las dañan y ahí afuera hay gente tratando de glorificar a un héroe. Lo hemos visto con gente que trata de defenderla [a Renee]”, apunta.

El documental recupera muchas de las publicaciones en el blog de SHC y numerosas fotografías de Renee realizando prácticas médicas, que reciben respuestas en muestras de apoyo de la gente y de sus donantes. La exposición de Bach es constante y, por momentos, parece que, para ella, la única prueba de que alguien está ayudando es mostrarlo a través de una publicación. La serie muestra cómo Bach se ve obligada a abandonar Uganda, después de que la organización No White Saviors (NWS) hiciera públicos su labor y las muertes de los menores, y de que la financiación a SHC se redujera como consecuencia. En una zona llena de ONG, la estadounidense se pregunta: “¿Quién está ayudando a estos niños ahora? ¿Kelsey (una de las fundadoras de NWS)? No ha publicado nada online, así que estoy muy segura de que no está pasando”.

Muchos voluntarios que van a países africanos no tienen preparación y no deberían realizar actividades para las que no han recibido formación, como es el caso de Renee Bach, subraya Okot: “Si vas a Uganda, tienes que preguntarte qué tipo de trabajo vas a hacer y si hay ugandeses cualificados para ello. Si los hay, no deberían involucrarse, y si lo hacen debería ser en un rol de apoyo, pero no haciendo algo para lo que no están preparados”.

“Los niños que pasaron por SHC necesitaban de una atención médica experta, no alguien que sólo esté jugando”, apunta el abogado. Al menos 105 niños murieron tras pasar por el centro de Renee Bach. Cuatro de las familias afectadas siguen esperando justicia, mientras Bach cuenta su historia en este documental desde la tranquilidad de su rancho en EEUU: “Al menos, cuando SHC estaba todavía funcionando, incluso en los días más duros cuando sientes que todo el mundo piensa que eres una persona terrible, era capaz de mirar atrás y pensar: ‘Ahora mismo hay niños recibiendo servicios que no tendrían de ninguna otra manera si no fuera por SHC’. No puedo hacerlo ahora, porque también soy la razón de que esos servicios no se estén dando”.

“¿Piensa que Renee es una asesina?”, preguntan en el documental a la enfermera que trabajó como voluntaria en SHC. “Yo no… Es una buena pregunta”, responde pensativa la sanitaria.

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