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África, ante una “crisis económica sin precedentes” y una oportunidad única

África, ante una "crisis económica sin precedentes" y una oportunidad única.

EFE

Dakar/Nairobi —

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Las previsiones económicas para África debido a la COVID-19 no son nada halagüeñas: el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) auguran recesión y una crisis sin precedentes.

Unas predicciones que, a ojos de varios economistas africanos, se quedan cortas, pero que ponen al continente ante una oportunidad única para plantarse ante la deuda y las políticas impuestas durante años por estos organismos multilaterales.

El BM augura una caída en 2020 que puede oscilar entre el -2,1 % y el -5,1 %, y con ella la primera recesión en los últimos 25 años; mientras el FMI prevé que África se enfrentaá a una crisis económica y de salud “sin precedentes” con un retroceso del 1,6 % este año.

Para el economista guineano y alto representante de la Unión Africana (UA) para Europa, Carlos Lopes, muchos pronósticos sanitarios hechos hasta ahora para África “son un poco alarmistas”, pero los económicos “no tanto” e incluso “son un poco optimistas”, en un continente que, de momento, ha registrado oficialmente más de 70.000 casos y más de 2.400 fallecidos por el coronavirus.

Para el economista senegalés Ndongo Samba Sylla, el FMI es “muy optimista” en sus previsiones y estamos “en un periodo en el que no podemos hacer estimaciones” porque “nadie sabe lo que puede suceder” pero, en cualquier caso, “el crecimiento va a caer mucho”.

CRECIMIENTO DEL PIB Y DESIGUALDAD

Según el FMI, de las 30 economías con mayores crecimientos en el mundo, 16 son africanas; y la mitad de la población del continente vive -o vivía- en un país cuya economía crecía por encima del 5 %.

Se trata de un crecimiento justificado por la buena coyuntura económica, el precio de las materias primas o la relativa estabilidad política desde inicios de los 2000, pero criticado por algunos economistas que reprochan que esa riqueza no beneficia a toda la población.

“Incluso en un país con un 6 % de crecimiento desde 2012 -indica a Efe Sylla refiriéndose a Senegal-, la mayoría de la población no vive bien y las encuestas muestran que el 52 % de los hogares no tienen acceso ni a agua ni jabón”.

“Nuestro PIB (producto interior bruto) ha estado aumentando en paralelo con nuestra desigualdad. Así que esto hace plantearnos para quién es el crecimiento cuando el PIB está aumentando pero para la gente cada vez es más difícil poner alimentos en la mesa para sobrevivir”, advierte a Efe la economista keniana Crystal Simeoni.

El crecimiento de África disminuirá debido a que sus economías son dependientes de las ganancias de la exportación de materias primas, cuyos precios se han desplomado, como los minerales, el cacao, el café o el petróleo, que ha sufrido una caída a máximos históricos que ya ha ocasionado a Nigeria -primer productor petrolero de África- una pérdida de ingresos por crudo de un 80 %.

“Hay 35 países africanos que están en la categoría de 'altamente dependientes de las materias primas'. Eso significa que, por lo menos, el 80 % de sus exportaciones proceden de rentas de materias primas. ¡Eso es enorme! Van a tener una reducción de sus ingresos por exportaciones brutal”, avisa Lopes en declaraciones a Efe.

La crisis golpeará más en el continente que en otras partes del mundo, según Lopes, porque África, a diferencia de Europa, no puede definir sus propias políticas monetarias.

“Cuando existe una crisis en Europa, el Banco Central Europeo puede decidir que los tipos de interés sean del 0 % o negativos; los africanos no tienen esta posibilidad. Pagar una deuda con ese tipo de cuadro fiscal, donde las tasas son del 0 % o negativas, no es lo mismo que pagar una deuda al 7 %”, ejemplifica el experto guineano.

CONDONAR O RETRASAR EL PAGO DE LA DEUDA

Entre las medidas que plantean tanto el BM como el FMI para que el choque económico sea menor para los países africanos y ese dinero pueda utilizarse para controlar la COVID-19 se encuentra “el alivio inmediato de la deuda” por parte de los acreedores bilaterales.

Sin embargo, las medidas de moratoria del pago de intereses de la deuda anunciadas por el FMI afectan solo a 19 países africanos y, en palabras de Lopes, “perdonar una parte de esa deuda, en términos concretos para esos 19 países, es como perdonar 242 millones de dólares únicamente. No es nada, es el costo de un Boeing”.

“No debería ser una moratoria, sino un perdón de los intereses de la deuda por uno o dos años. Yo creo que los montos de los que se habla son pequeños (a nivel mundial), pero permitiría a estos países respirar”, considera el economista guineano.

Según Sylla, lo que debería hacerse es “anular toda la deuda pública exterior de África” bajo el fundamento de que “no fue contraída en nombre de los pueblos africanos” pero “es el pueblo quien paga la deuda a través de la degradación de su situación económica porque las poblaciones más vulnerables necesitan los servicios públicos”.

LA SALUD, UNA DEBILIDAD IMPUESTA

En busca de que el impacto del coronavirus sea lo menos grave posible para África, las dos instituciones creadas en los acuerdos de Bretton Woods (1944) también instan en sus informes publicados a mediados de abril a aumentar el gasto en salud.

“Es importante recordar que muchas de las brechas del continente africano, en el sentido de cómo no podemos gestionar una crisis o lo mal que lo pasamos durante una crisis, fueron impuestas por las políticas del FMI y el BM en los años 80 y 90 (del siglo pasado) con sus planes neoliberales de ajuste estructural”, recuerda Simeoni.

Para la economista keniana, están usando otra vez “los mismos esquemas que provocaron esta crisis, en parte para tratar de resolverla”.

Así, el pasado 6 de mayo el FMI aprobó un préstamo de emergencia de 730 millones de dólares para Kenia y 491,5 millones para Uganda. Dinero, una vez más, que estos países tendrán que devolver con intereses.

“Es -asevera Sylla- lo que llamamos lágrimas de cocodrilo. En los años 80 el FMI y el BM querían que los países del sur pagaran la deuda y para ello era necesaria la austeridad”, que se traducía en menor inversión en salud y educación.

“Vienen a decirnos que tenemos que invertir en salud, sí, pero ¿por qué no hemos comenzado antes? Porque en un momento dado, incluso a los esfuerzos que algunos países africanos hacían para dotarse a fin de hacer frente a epidemias, el FMI dijo que no”, recuerda el experto senegalés.

UNA OPORTUNIDAD PARA CAMBIAR

Según Lopes, la crisis ocasionada por el coronavirus va a poner sobre la mesa un conjunto de situaciones que transformarán completamente el debate económico y “se va a alterar el debate sobre el papel del Estado en la protección social”.

En un contexto en el que se observa “la poca fe y confianza” que las poblaciones del continente africano tienen en sus gobiernos debido a “la percepción de que el Estado africano es incapaz de proveer”, la economista keniana cree que la crisis actual “realmente nos da la oportunidad de repensar todos estos modelos que hemos estado implementando y que se nos imponen muy externamente”.

Pero, como apunta Sylla, todo dependerá “de la respuesta de los gobiernos”. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, cuyo país ejerce este año la presidencia rotatoria de la Unión Africana (AU), está liderando la respuesta conjunta para reclamar una congelación de la deuda y plantea un frente unido.

Pero, “¿van a elegir ponerse de pie con la Unión Africana para presionar por esa moratoria? -se pregunta Simeoni-. O van a decir: sólo necesitamos un poco de dinero para resolver nuestra situación de salud en este momento”.

María Rodríguez e Irene Escudero

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