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La actividad empresarial en Alemania cae en agosto a mínimos de junio de 2020 y el euro se hunde por debajo del dólar

El canciller alemán, Olaf Scholz, durante una rueda de prensa en la Cancillería en Berlín, Alemania. EFE   EFE/EPA/CLEMENS BILAN

Daniel Yebra

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La actividad empresarial en Alemania cae en agosto a mínimos de junio de 2020, en tiempo de salida del Gran Confinamiento, según el índice PMI compuesto, que incluye al sector industrial y al de servicios, y que está en terreno de contracción desde julio por el golpe de la inflación y el riesgo de un corte definitivo del gas que importa de Rusia.

El indicador que calcula S&P Global adelanta una recesión en la locomotora económica de la eurozona con encuestas realizadas entre el día 12 y el 19 de este mes. Por debajo de 50 puntos señala caída de la actividad de las empresas. Y esta misma lectura salió este mismo martes en Francia, también de agosto, y en el conjunto de la eurozona.



“Los datos pintan un panorama sombrío de la economía alemana, mostrando una caída cada vez más profunda en la actividad de las empresas”, reconoce Phil Smith, director económico asociado de S&P Global Market Intelligence.

“Positivamente, los datos de agosto proporcionaron evidencia de una mayor relajación tanto de las restricciones del lado de la oferta [de los cuellos de botella] como de los aumentos de costes, lo que ayudó a elevar la confianza empresarial desde el mínimo reciente de julio. Sin embargo, con la amenaza de una crisis energética aún acechando, el panorama sigue plagado de incertidumbre”, continúa.

Coincidiendo con este aviso de recesión en Alemania y en toda la eurozona, el euro se hunde en mínimos de 2002 en su cruce con el dólar, por debajo de la paridad, es decir, del tipo de cambio 1 a 1. A 7 de febrero, apenas un par de semanas antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania, la moneda común se cambiaba por 1,15 dólares. Ahora vale menos que la divisa estadounidense. Algo inédito en 20 años.

Más inflación

En bruto, si no se tienen en cuenta comisiones bancarias ni la evolución de los precios en este periodo, a los ciudadanos, empresas y estados de la eurozona se le han encarecido los bienes y servicios que compran en dólares, como es el caso del petróleo, cerca de un 15%. Lo que se ha depreciado el euro.

La caída del euro es incluso mayor desde los 1,23 dólares a los que llegó a intercambiarse a principios de 2021, de casi el 20%. Ha perdido una quinta parte de su valor medido frente al billete verde.

Las consecuencias de esta depreciación son numerosas, algunas positivas y otras negativas. Suma al crecimiento económico en el sentido en que las grandes economías de la eurozona, como Alemania o Francia, son netamente exportadoras (venden más fuera que lo que compran), y sus bienes y servicios ganan competitividad, al abaratarse por la caída de la divisa sin tener que bajar salarios (o no subirlos) o reducir costes para poder ofrecer lo mismo a menor precio (por cierto, tarea imposible en estos tiempos de inflación abrasiva).

Sin embargo, también resta, y mucho en una crisis precisamente de incremento de precios y de energía, al encarecer lo que se importa, lo que es especialmente crucial para países como España, cuya mayor partida de todo lo que adquiere en dólares es de petróleo. Pero no es solo el crudo. La depreciación de la divisa propia supone un extra de inflación en general porque eleva los costes de la industria, como ocurre con la mayoría de materias primas, que se comercian en dólares (también el gas, con el que se genera electricidad, para lo que el Gobierno ha puesto un tope en nuestro país junto con Portugal), y acaba trasladándose a todos los precios, ya desbocados.

¿Recesión en España?

“Nosotros no vemos en el horizonte inmediato una recesión en España ni muchísimo menos. Vamos a crecer el 4% este año y para 2023 se esperan tasas en torno al 2%, punto arriba, punto abajo”, afirmó Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, en una entrevista concedida a la revista 'Telva' en los últimos días.

La institución entra con una visión optimista en el debate sobre el riesgo de una contracción de la actividad económica desde la última parte de este 2022, que se ha exacerbado durante el verano por la asfixiante subida de los precios mes tras mes, el fin de la era de tipos de interés mínimos, que viene elevando los costes de financiación a empresas y familias, y por la perturbación y la incertidumbre general que supone la invasión rusa de Ucrania, en concreto sobre las materias primas energéticas e industriales.

De momento, los datos apoyan este optimismo. Nuestro país casi duplicó el crecimiento económico de la eurozona en el segundo trimestre, según las cifras confirmadas por Eurostat la semana pasada.

La salida de la pandemia mantiene el fondo de la recuperación económica, con España viviendo su primer verano 'completo' desde 2019, sin restricciones. Una reconstrucción tras el shock del COVID favorecida por planes y estímulos históricos, continuados ahora por las medidas de choque en respuesta a la guerra y a la crisis energética. Y que se basa principalmente en la explosión de demanda con el fin de las restricciones, el buen momento del mercado de trabajo y las inversiones públicas y privadas.

La última revisión a la baja de las previsiones de la Comisión Europea coinciden con este análisis y mantienen a España como el país, entre los más grandes de la UE, que más crecerá en 2022 y en 2023, y son similares a las de las principales instituciones nacionales, como el Gobierno, la AIReF o el Banco de España. Sin embargo, el crecimiento de la actividad por debajo del 3% en 2023 aleja el objetivo de recuperar el PIB pre COVID hasta 2024.



“Claro, no existe el riesgo cero”, matiza Margarita Delgado en la entrevista publicada por 'Telva'. “La incertidumbre está ahí, no podemos descartar que algún trimestre no sea del todo muy positivo, que el potencial cierre del suministro del gas ruso hacia Europa, fundamentalmente hacia Alemania, pueda tener un impacto negativo en el crecimiento económico”, explica.

“España tiene un punto de partida mejor porque no se prevé que vaya a haber desabastecimiento energético. Europa depende del gas ruso, unos países en mayor medida que otros, como por ejemplo Alemania o incluso Italia. Pero para bien o para mal vivimos en un mundo global. Y aunque nuestra exposición como país a la economía rusa es muy pequeña, más allá de algunos elementos comerciales, la subida del precio de la energía hace que todos los inputs acaben al alza, por eso está subiendo la inflación en España también”, expone la subgobernadora del Banco de España.

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