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Alemania arranca su ley de cuotas de género con dudas sobre su efectividad

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Salvador Martínez Mas

Berlín —

Pese a la entrada en vigor en enero de 2016 en Alemania de la ley que establece cuotas del 30% de mujeres en los consejos de administración de un centenar de grandes empresas, existen todavía abundantes obstáculos que frenan la llegada del talento femenino a las grandes firmas de la locomotora económica europea. Entre otros, según los expertos, la propia norma, aprobada hace un año aproximadamente y en la que no figuran sanciones consecuentes para aquellas compañías que no quieran apostar por la igualdad en sus órganos de dirección.

Cuando el pasado mes de marzo el Bundestag aprobó la ley de cuotas, la ministra de la Familia, la socialdemócrata Manuela Schwesig, celebró un “paso histórico” hacia la igualdad entre hombres y mujeres, especialmente entre los que se mueven en las altas instancias del capitalismo germano. Pero tras la reciente entrada en vigor de esa normativa, Elke Holst, investigadora del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW, por sus siglas en alemán), describe con estudios en la mano un avance hacia la igualdad “a paso de caracol”.

En vista de cómo es el avance de las alemanas hacia los puestos relevantes de las grandes compañías, habrá que esperar hasta 86 años para ver el mismo número de hombres y mujeres en los consejos de administración de las mayores 200 empresas del país. Así lo cree Holst, responsable en el DIW del Barómetro de las Managers, la publicación de referencia anual sobre la situación de la mujer en el mundo empresarial. “La entrada de las mujeres en las posiciones de liderazgo es realmente muy lento”, dice a eldiario.es esta investigadora. “Tener una mujer siendo canciller como Angela Merkel en Alemania no significa que las mujeres en general estén integradas en los puestos de liderazgo empresarial”, porque si bien “siempre ha habido unas pocas mujeres en el poder político, la realidad del mercado de trabajo es muy diferente”, añade.

Alemania también es de esos países en los que las mujeres, por tradición, han desarrollado las labores domésticas no remuneradas, mientras que los hombres realizaban el trabajo pagado. Pese a que actualmente la integración de las mujeres en el mercado laboral no para de crecer y que hay estudios que muestran que en las universidades las estudiantes están mejor formadas que sus contemporáneos varones, los cargos relacionados con el liderazgo están mayormente en manos de hombres.

Angela Merkel y su partido, la conservadora Unión Cristiano Demócrata, solo dieron su apoyo a esta idea de las cuotas, salida de las filas de sus socios socialdemócratas en el Gobierno, en el marco del acuerdo de gran coalición alcanzado tras las elecciones de hace dos años. Merkel de hecho dijo durante la campaña previa a esa cita con las urnas que no era feminista. “Pondría triste a las feministas si me contara como una de ellas”, llegó a afirmar por aquel entonces la canciller. El debate público de 2014 sobre las cuotas y la posterior aprobación de la ley no han implicado alteraciones en la sociología empresarial alemana. “Las mujeres, también en 2015, estuvieron infrarrepresentadas en los consejos de administración”, habiendo “hasta quince veces más hombres que mujeres”, mientras que en las juntas de vigilancia, donde el porcentaje de presencia de féminas ronda el 20%, “había cuatro veces más hombres que mujeres”, según se lee en el último Barómetro de las Managers del DIW, presentado hace unos días en Berlín.

De acuerdo con los datos de este 'think tank', sólo un 6,3% de los miembros de los consejos de administración de las 200 empresas más relevantes del país eran mujeres. Ese porcentaje representa un crecimiento del 0,9% respecto al año anterior, y no cuenta la proporción en el sector financiero. Este último, “donde más mujeres empleadas hay, la evolución es especialmente lenta” además de registrarse “una mayor diferencia de salario entre mujeres y hombres, algo que indica las escasas probabilidades de escalar posiciones en la jerarquía”, afirma Holst. Según se lee en su estudio, en los “100 mayores bancos alemanes la proporción de mujeres en los consejos de administración era del 8% a finales de 2015”, mientras que en las juntas de vigilancia el porcentaje, tradicionalmente mayor, alcazaba un 21%.

La ley que ha entrado en vigor este mes en Alemania obliga a un centenar de grandes empresas – con más de 2.000 empleados – a cumplir con las cuotas del 30% de mujeres en sus consejos de administración de cara a los eventuales nuevos nombramientos. Por ejemplo, si en el fabricante de coches Volkswagen dimite en lo sucesivo alguno de los nueve miembros del consejo que no sea Christine Hohmann-Dennhardt, responsable de Integridad y Asuntos Legales además de única mujer de dicha instancia de la empresa, el consorcio tendría que nombrar a otra empleada. Así, hasta contar con tres mujeres en ese nivel de la dirección del consorcio con sede en Wolfsburgo. En caso de querer hacer lo contrario, la empresa no podría nombrar a un hombre y se vería obligada a dejar el asiento vacío en el consejo de administración.

Faltan penalizaciones

A otras 3.500 empresas con menos de 2.000 empleados, la ley les obliga a dar cuenta públicamente de sus objetivos en materia de participación femenina en la dirección de la compañía y de si esos objetivos se cumplen. Pero en cualquier caso, la normativa no contempla contrataciones forzosas de mujeres, ni castigos especiales. Por eso mismo, Holst entiende que “la ley no es muy ambiciosa” ya que “no sanciona cuando las compañías no la respetan”. Con ella coincide Michel Domsch, investigador de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Lübeck y otro de los expertos de referencia en la integración de las mujeres los puestos de dirección empresarial. “Con las cuotas no es suficiente, solo están concernidas un grupo pequeño de empresas y el ritmo de inclusión de las mujeres en la dirección es muy lento”, por eso “en los próximos años no habrá grandes cambios en Alemania”, expone a Domsch a este periódico.

Por su parte, Schwesig, la ministra de la Familia, defiende que “ahora hay que dejar a la ley hacer su trabajo y llevarla a la práctica”. Sin embargo, Domsch y Holst se muestran escépticos, conocedores de que hay ejemplos de normativas destinadas a incorporar a las mujeres en los puestos de gran responsabilidad de las empresas que han tenido un impacto muy limitado.

Para ella, sin sanciones consecuentes parece imposible acelerar la incorporación de las alemanas en la dirección de las grandes empresas. En el contexto actual, las mujeres sólo pueden incorporarse a los consejos de administración “en raras ocasiones, cuando los puestos quedan libres o se crean puestos suplementarios”, de acuerdo con Domsch. “Los hombres no quieren ceder, la pérdida de poder no es algo que deseen, es difícil ceder en algo que uno mismo desea tener”, señala el investigador de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Lübeck, al tiempo que evoca medidas punitivas más eficaces que la actual ley. “Si se pagara menos a los hombres en caso de no ceder el puesto a mujeres, entonces las mujeres subirían en la jerarquía”, agrega.

Con todo, entre las élites alemanas se cuentan mujeres suficientes como para que la revista económica Manager Magazine presentara hace unos días una clasificación con las 50 mujeres más influyentes de Alemania. Entre ellas se contaban un buen número de líderes empresariales, como Stephanie Czerny, la cofundadora de la Digital Life Design, una conferencia internacional dedicada a la innovación del grupo mediático Hubert Burda Media. O Dorothee Blessing, la jefa en Alemania de la empresa financiera estadounidense JP Morgan Chase. No obstante, la elección de dicha revista de “mujer del año” daba cuenta de que esos casos son excepciones que confirman la regla según la cual el poder de las compañías está, sobre todo, en manos de los hombres. Porque Manager Magazine no eligió a una líder salida de un consejo de administración o de una junta de vigilancia, sino a alguien del mundo sindical. A saber Christianne Benner, vicepresidenta del sindicato IGMetall. Hasta que la ley promovida por Schwesig porte sus frutos, “en las empresas alemanas se está desaprovechando el talento de las mujeres”, concluye Domsch.

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