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“Bajar salarios no va a ayudar a la recuperación económica”

Raymond Torres. FOTO: EU Social

Ana Requena Aguilar

Madrid —

Después de varios años de reformas laborales y austeridad, y a pesar de que el paro sigue aumentando y España continúa en recesión, muchos aún sostienen que la austeridad sigue siendo imprescindible para luego crecer, ¿es así?

Pese a las evidentes dificultades presupuestarias que tienen los países europeos, los gobiernos tienen margen. Primero, para no hacer medidas contraproducentes. Por ejemplo, una caída fuerte de la cobertura de la negociación colectiva o una disminución de los salarios no va a ayudar a la recuperación económica, y es algo que se pude evitar, que no es necesario.

Hacen falta otras medidas, en cada páis y también en el conjunto de la zona del euro. A nivel europeo, hay medidas urgentes que adoptar, como la creación de una verdadera unión bancaria para restablecer la confianza en el sector financiero en todos los países. También un mecanismo de política presupuestaria que tenga sentido, que evite esta carrera hacia la austeridad, este 'a ver quién es más austero' para ganar la confianza de los mercados mientras se daña el conjunto de la UE. El apoyo a los jóvenes desempleados es también algo que se puede hacer ya. Si no hay margen presupuestario suficiente, se puede crear mediante mayor recaudación, lucha contra el fraude fiscal, impuesto a las transacciones financieras...

Precisamente, mientras se han adoptado muchas medidas en el mercado laboral, en el sector financiero, que fue el origen de la crisis, aún no se han completado las reformas...

El ajuste del sector financiero se ha demorado demasiado. Solo ahora se ha trabajado en el 'banco malo', pero, por ejemplo, todavía no se han depurado responsabilidades de aquellos directivos que tuvieron una vinculación directa en lo que ha pasado. Tampoco se ha discutido la participación en el accionariado: si se ayuda a los bancos a deshacerse de los activos tóxicos, el accionariado -que además ha recibido importantes dividendos- tiene que pagar buena parte del coste, porque si no es el conjunto de la sociedad -que no es responsables de esta situación- la que lo paga.

El paro es el problema más grave de España y probablemente de Europa, pero las medidas que se están tomando no sirven para paliarlo, ¿es realmente una prioridad para los gobiernos?

Es ahora cuando se está empezando a tomar verdadera conciencia de que el empleo debe de ser una prioridad para Europa, probablemente estemos en un punto de inflexión. En algún momento se pensó que la austeridad iba a restablecer la confianza en los mercados y eso estimularía la inversión y el empleo. Es evidente que eso no ha sucedido: las tasas de paro siguen creciendo un mes tras otro.

Además, el paro empieza a afectar a otros países hasta ahora a salvo, como Alemania, Holanda o Francia. Hasta hace poco, el desempleo se veía solo como un problema de los países del sur de Europa. Ahora ya se está tomando conciencia de que, cuanto menos, la austeridad y esas reformas estructurales que están desfasadas con la realidad no son suficientes, y que hay una serie de medidas que se deberían adoptar. El problema es que esto lleva tiempo, la pregunta es si ese tiempo será demasiado dilatado y llevará a que caiga todavía más el empleo y la economía, y llegue a hipotecar la recuperación a largo plazo. Habría que tomar medidas en el próximo año.

¿Reducir la indemnización por despido ayuda a crear empleo?

Más allá del debate teórico, la cuestión es si en recesión es el momento de recortar este tipo de prestaciones, sobre todo cuando ya habían disminuido, ¿por qué ir más allá? Este tipo de discusiones, sobre prestaciones y contratos de trabajo, serían temas perfectos para un gran pacto social en España en el que intentar reunir a trabajadores, empresarios y Gobierno. Todo el mundo entiende ya que con una mera reforma de los contratos laborales no se va a recuperar ninguna economía europea, hace falta una estrategia global para recuperar el país, una estrategia conjunta de política macroeconómica, de mercado laboral, educativa, financiera... Sería un buen momento para crear un consenso entorno a una serie de principios básicos, y evitar populismos o puntos de vista radicales.

Entonces, ¿se ha aprovechado la crisis para deteriorar derechos laborales?

No creo que haya sido una política deliberada, al menos no en general o no por parte de todos los gobiernos, quizá sí desde algunos sectores. Creo que ha sido más bien un apriorismo de que este tipo de políticas iba a mejorar la competitividad de forma suficiente para crear crecimiento y empleo. Evidentemente hay medidas o reformas que sí son necesarias.

¿Cuáles?

Por ejemplo algo de lo que se lleva hablando veinte años: la relación entre el sistema educativo y el mercado laboral, que ya era deficiente antes de la crisis y que se debería haber mejorado hace tiempo. La multiplicación de contratos temporales y de interinidad es algo también contraproducente y hay que hacer algo al respecto. Además, parte del gasto público no se correspondía con la necesidad del país, ha habido gastos inútiles y desviados de sus objetivos iniciales, tanto en España como en otros páises. Pero una cosa es racionalizar el gasto y otra, recortar derechos.

¿Cuál es vuestra propuesta para el paro juvenil?

Sea cual sea el panorama económico de los próximos años, la situación de los jóvenes es un elemento que será fundamental para que la cohesión social se debilite o se fortalezca. Proponemos un programa para que todos los jóvenes que lleven tres o cuatro meses desempleados tenga una entrevista individualizada con un orientador que les pueda ofrecer varias oportunidades. En algunos casos puede tratarse de volver al sistema educativo, cuando la formación sea insuficiente; puede ofrecerse una formación complementaria para ayudar a buscar empleo en sectores concretos; pueden ser ayudas a la contratación o contratos en prácticas. También deberían facilitarse oportunidades en otros países y entrevistas frecuentes con los orientadores. No es ninguna teoría, es algo que ya se llevó a la práctica en Suecia después de la crisis financiera que sufrió en los años noventa y tuvo resultados muy positivos.

¿Y esas prácticas serían remuneradas?

Por supuesto, es muy importante que haya siempre una remuneración, que sea un sistema de obligaciones recíprocas: que el joven se esfuerce y que la empresa se comprometa a remunerarle y que se conciban sus prácticas como un aprendizaje y no como una forma de sustituir a un trabajador. En algunos países, como Alemania o Suiza, todos los profesionales de casi todos los sectores tienen con frecuencia a su lado a jóvenes en prácticas que aprenden un trabajo. Y en muchos casos, los programas formativos de los centros educativos ya contemplan un periodo de prácticas.

¿Cuánto costaría ese programa?

Calculamos que unos 21.000 millones para la zona del euro y unos 3. 000 para españa. Es una cfira que efectivamente pesa en los presupuestos pero que hay que ver como inversión para el futuro del país. Si hace falta se puede recortar en otras partidas, o se buscan otros recursos. Además, todo el mundo entiende que este es el momento para ayudar a los jóvenes.

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