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Caixabank compra Barclays: ¿qué pasa con mi cuenta si soy cliente del banco azul?

Caixabank ha comprado el negocio de Barclays en España por 800 millones de euros

Pilar Blázquez

Madrid —

“Lo que se acaba de dar a conocer es un acuerdo. La operación no estará sellada hasta que CaixaBank deposite el dinero y se formalice. Eso será en el mes de diciembre”. Esta es la explicación oficial de Barclays respecto a la operación de compra de su negocio minorista que ha anunciado CaixaBank.

De cara a sus clientes, esto significa que su actividad diaria no va a implicar ningún cambio. Al menos, hasta diciembre. Será entonces cuando ambas entidades plasmen por escrito las condiciones de la venta y cuando comenzará el movimiento.

El más previsible será el cierre de oficinas. Es pronto para decir si serán los clientes de Barclays los afectados o los de CaixaBank. Lo cierto es que la entidad catalana es una de las que más oficinas tiene en toda España y la compra de la red de Barclays puede provocar redundancias que obliguen al cierre de un número que todavía es una incógnita. Andar unas manzanas más para hacer sus gestiones bancarias será el primer contacto que algunos clientes tendrán con la entidad adquirida.

Un cambio que sí afectará a todos es la modificación del IBAN, el número con el que ahora se identifican las cuentas. Cuando CaixaBank sea dueña del banco azul, el número que identifica la entidad en el IBAN cambia, y éste, por tanto, deberá ser actualizado.“En principio, las entidades tienen establecidos sistemas para asociar de manera automática nuestro antiguo número de cuenta con el nuevo durante un tiempo”, aseguran en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Aun así, el cliente debe estar atento a aquellos pagos no periódicos o no domiciliados para evitar retrasos provocados por la no actualización del IBAN. En caso de que éstos se produzcan es muy posible que el sobrecoste que implican sea imputado a los clientes.

La gestión de la banca a distancia suele ser otra operativa que se modifica con el cambio de entidad. Es probable que se requieran nuevas tarjetas y, tal vez también, un nuevo contrato para permitir el acceso con garantías de seguridad al servicio online de CaixaBank.

A partir de aquí, no debería haber ningún otro cambio de gran calado. Según ha explicado a eldiario.es el abogado y experto en derecho financiero Fernando Zunzunegui, “el comprador debe asumir todos los derechos y deberes que ahora tiene Barclays España”.

En teoría, esto significa que todos los productos que tienen contratados ahora los clientes de Barclays con su banco deben continuar en las mismas condiciones. Ya sea un plan de pensiones, una hipoteca o incluso las tarjetas de crédito.

Adicae advierte que “son los propios consumidores los que deben estar atentos para no permitir que haya variaciones en los términos y condiciones de cada contrato que empeoren sus derechos”. Porque según explican, “esto es algo que no debe variar por el mero hecho de que ahora pertenezcamos a otra sucursal”.

Contratos intocables, dentro del plazo determinado

Pero la realidad no siempre se cumple como indica la teoría, y el cambio no siempre es tan idílico. OCU puntualiza: “Las condiciones pactadas no pueden ser modificadas en los contratos de duración determinada, como los de un préstamo o un contrato de depósito hasta que finalice el mismo”. Pero, ojo, cuando este venza y CaixaBank deba renovarlo tendrá libertad para modificar cualquier condición.

Cuando se trata de contratos sin fecha de caducidad, como los de una cuenta corriente, algunas tarjetas o una cuenta de ahorro, las entidades sí pueden modificar unilateralmente las condiciones. “Esta posibilidad suele venir recogida en la letra pequeña de los contratos. Eso sí, es obligatorio que la entidad avise del cambio con dos meses de antelación en los servicios de pago (transferencias, cuentas, domiciliaciones y tarjetas) y un mes en el resto”, explica Enrique García, portavoz de OCU.

Un ejemplo de este tipo es lo que puede ocurrir con el acceso a los cajeros automáticos. Hasta ahora, los clientes de Barclays tienen acceso libre a toda la red de ServiRed, mientras que los de CaixaBank pagan comisión si utilizan alguno que no sea de la red de sucursales. “Es muy probable que tras la compra esto se modifique en perjuicio de los actuales clientes de Barclays, aunque se venderá como el acceso a la mayor red de cajeros de España. Pero por muy grande que sea la red CaixaBank, siempre será inferior que todo ServiRed”, asegura García.

Por supuesto, el cliente siempre tendrá la capacidad para decidir si quiere o no continuar con el producto o incluso si quiere abandonar la entidad.

La OCU asegura que esto no suele ocurrir. A pesar del intenso proceso de fusiones que se ha vivido en España en los últimos años, no suele haber muchas reclamaciones por parte de clientes por este motivo. “En general no suelen ser procesos complicados, porque están muy automatizados y lo realmente importante (condiciones de la hipoteca o tipos de interés de los depósitos) no cambian”, asegura Enrique García.

Antecedentes problemáticos

Los incidentes suelen ser relativamente menores, como el error informático que dejó a los clientes de Caja Granada sin tarjetas tras su fusión con BMN. La fecha de caducidad se puso mal y eso les impidió el uso de las mismas durante días.

Tampoco estaban muy contentos los clientes de Caixa Penedés cuando pasaron a formar parte del Banco Sabadell. Además del comentado cambio de oficina, muchos se quejaban de que la nueva entidad les imponía la adquisición de nuevos productos, cuentas, tarjetas, seguros, etc, para mantener la misma política de comisiones que en la Caixa Penedés. De no aceptar, sus viejas cuentas y tarjetas eran cargadas con comisiones mucho más elevadas.

Más generalizadas son las quejas (no formales) cuando se produce algún cierre de oficina. En total, la crisis financiera ha provocado que se cierren alrededor de 7.000. En estos casos se rompe el lazo de confianza con los gestores habituales lo que puede dar al traste con ciertos tratos de favor, o acuerdos que cada cliente negocia discrecionalmente con el director de la entidad. Es el caso de las comisiones: bajarlas o quitarlas es una decisión que puede tomar cada director de sucursal con cada uno de sus clientes. Un trato discrecional que los nuevos gestores no tienen obligación de mantener.

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