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Los cuatro retos frente a la desigualdad extrema: de la brecha de género a la disparidad salarial

La ayuda al desarrollo en África debería servir para luchar contra la pobreza.

Moha Gerehou

Como cada año, Oxfam Intermón presenta un informe al Foro Económico de Davos que pone el foco y la perspectiva en la otra situación del crecimiento y el desarrollo global. Bajo el título, “Una economía al servicio del 1%. Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema”, la ONG vuelve a alzar la voz ante el club más selecto del mundo sobre la recuperación injusta y el acaparamiento de riqueza que crece cada año. En esta ocasión, se pone especialmente el ojo en la desviación de capitales a los paraísos fiscales que propicia que el 1% de la población no redistribuya su riqueza.

62 personas poseen lo mismo que los 3.600 millones más pobres

En cálculos realizados por Oxfam Intermón, la mitad más pobre del planeta acumula la misma riqueza que las 62 personas más ricas del mundo, con más de 1.500 millones de euros. Este club cada vez es más selecto ya que en 2010 lo conformaban 388 personas. Los que se mantienen han disparado su patrimonio económico un 44%. En el lado contrario de la balanza, la mitad pobre redujo drásticamente su ya nimio poder económico un 41%. Desde el año 2000, la mitad de la nueva riqueza generada ha ido a parar directamente a los bolsillos del 1% más rico, según IO.

La brecha de género: solo 55 mujeres entre las 500 personas más ricas

La brecha de género continúa siendo abismal y estadísticas como las ofrecidas por el FMI reflejan claramente como las mujeres obtienen un beneficio muchísimo menor del crecimiento económico que los hombres. Así lo demuestra que de las 500 personas de mayor patrimonio económico, 445 sean hombres. A esto se suma la diferencia salarial entre un género y otro, una realidad que afecta especialmente a las mujeres de sociedades más desiguales. En estas zonas, ellas copan los empleos peor remunerados y de mayor precariedad. El ejemplo claro de la diferencia lo muestran los países donde la economía ha crecido más en los últimos años, como China o Rusia, donde la reducción de la desigualdad de género avanza a un ritmo muy lento.

A la realidad discriminatoria del trabajo remunerado se suma el que está más invisibilizado y del que no se obtiene beneficio económico. Las mujeres dedican al trabajo no remunerado hasta 2,5 veces más tiempo que los hombres. A pesar de los aparentes avances en la conciliación, la carga de trabajo de cuidados por parte de las mujeres sigue sin reducirse, pese al evidente aumento de su participación en el mercado laboral.

Los paraísos fiscales: un agujero en la redistribución de la riqueza

La evasión fiscal se ha convertido en uno de los mecanismos más consolidados entre los más ricos para aumentar las desigualdades, eludiendo su dinero de las obligaciones impositivas a las que se deben enfrentar al trasladarlo a paraísos fiscales. Se estima que hasta el 8% del patrimonio financiero individual se encuentra oculto en los paraísos fiscales.

Según Oxfam, es especialmente el sector bancario el que se beneficia de los paraísos fiscales, ya que toda esta riqueza está gestionada por solo 50 de estas entidades. Pero en general son las grandes empresas las que sacan provecho de la ingeniería financiera, ya que en un análisis de la ONG se demuestra que de las 200 mayores compañías del mundo, nueve de cada diez tiene presencia en los paraísos fiscales, lo que han contribuido a que la inversión en estos lugares se haya multiplicado por cuatro desde 2001.

El caso paradigmático es el de África, donde un tercio de la fortuna de los más ricos se encuentra alojado en paraísos fiscales, afectando directamente a la población de a pie que pierde más de 13.000 millones de euros anuales en ingresos fiscales. Para hacerse una idea, de reinvertir esta cantidad en sanidad y educación, cuatro millones de niños se salvarían de la muerte y se podrían contratar profesores como para dar cobertura a todos los chavales africanos.

La disparidad salarial: directivos que cobran 400 veces más que sus empleados

Trabajar no es garantía de estar alejado de la miseria. De hecho, en la Unión Europea el 9% de los trabajadores se encuentra en riesgo de pobreza, en una realidad que no ha parado de crecer en la última década.

La realidad más habitual, especialmente en los países más desarrollados, ha sido el aumento de la brecha salarial entre el trabajador medio de una compañía y los directivos. Los primeros han visto como se estancaban sus emolumentos, mientras que los segundos han visto su remuneración aumentar espectacularmente.

Por ejemplo, los sueldos de los presidentes de las principales empresas estadounidenses han crecido un 54,3% desde 2009 a la par que sus empleados medios veían sus salarios crecer (si es que lo hacían) a un ritmo muy moderado. Así, esta desigual redistribución de la riqueza a través de los sueldos deja situaciones como las de la principal empresa tecnológica de la información de la India, donde su presidente gana 416 veces más que un trabajador medio de la misma compañía.

El 10% que menos tiene y que es golpeado por la pobreza, el hambre y la exclusión tan solo ha visto aumentar sus ingresos en unos tres dólares durante los últimos 25 años. A efectos prácticos, menos de un centavo anual, a lo que hay que sumar el aumento del coste de la vida.

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