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La economía creció un 0,3% en el tercer trimestre gracias a la resistencia del consumo

El consumo privado tira de la economía por las ganancias de poder adquisitivo y la creación de empleo.

Daniel Yebra

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La economía creció un 0,3% en el tercer trimestre, respecto al trimestre anterior, gracias a la resistencia del consumo de las familias y pese a la debilidad internacional y a la caída de la inversión en vivienda. El avance del PIB (Producto Interior Bruto) se sobrepuso al daño de la inflación y de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) por los aumentos de salarios y por la creación de empleo, que apoyaron la capacidad de gastar de los hogares en pleno verano y en la principal temporada para el turismo.

El crecimiento apenas desaceleró una décima respecto al 0,4% que la economía de España creció en el segundo trimestre, y se mantiene en el camino que le dirige a cumplir las expectativas de un incremento de la actividad cercano al 2,5% en el conjunto de 2023, el más destacado de la eurozona.



De hecho, desde el Ministerio de Asuntos Económicos destacan que “este dato confirma el crecimiento diferencial de la economía española respecto a los principales países desarrollados y está en línea con las previsiones macroeconómicas incluidas en el Plan Presupuestario”.

La variación interanual del PIB (que compara el tercer trimestre frente al mismo trimestre de 2022) se sitúa en el 1,8%, frente al 2,0% del trimestre precedente. Y, concretamente, “la contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual del PIB es de 1,7 puntos. Por su parte, la demanda externa presenta una aportación de 0,2 puntos”, según recoge el INE.

Fuerte crecimiento del gasto de las familias en verano

Volviendo al cálculo trimestral, el consumo de las familias aumentó un 1,4%, al mayor ritmo de todo el año, corroborando, como ya explicó elDiario.es en esta información, que en niveles agregados las familias se han repuesto del shock de la pandemia y también de la crisis de inflación que exacerbó la invasión rusa de Ucrania. El incremento es el mayor desde el segundo trimestre de 2022, justo después de la última gran ola de contagios por COVID.



En el gráfico se observa la evolución del consumo final, que incluye el gasto de las familias, el de las Administraciones públicas y el de las organizaciones sin ánimo de lucro, que supera ya en 2,6 puntos porcentuales el nivel previo a la COVID, mientras que el PIB lo hace en 2,2 enteros.

La renta disponible de los hogares se ha recuperado rápidamente del daño de las subidas de precios por los aumentos de salarios desde finales de 2022, la creación de empleo y las medidas del Gobierno. La extraordinaria respuesta política, que ha favorecido la flexibilidad fiscal permitida desde la Unión Europea (UE), va desde la financiación pública de los ERTE (Expedientes de regulación de empleo), pasa por el incremento de las pensiones según el IPC y por la reforma laboral y el récord de contratos indefinidos, y llega hasta el tope al gas (o mecanismo ibérico) para contener la escalada de la electricidad.

Esta evolución del dinero que las familias tienen para consumir o para guardar dista mucho del hundimiento de los años de la austeridad tras la gran crisis financiera de 2008. Por supuesto, se trata de una visión promedio, que no atiende a la desigualdad que existe en nuestro país entre los más ricos y los más vulnerables. Sin duda, uno de los principales problemas estructurales de España y de todo el sistema capitalista.

Caída de la inversión en vivienda

El golpe de las subidas de los tipos de interés oficiales, que se traslada directamente al Euríbor (el índice de referencia para las hipotecas), sí que se notó la inversión en vivienda, que retrocedió 2,2% en el tercer trimestre, respecto al trimestre anterior. Se trata de la mayor caída de toda la recuperación tras el shock de la pandemia, después de llegar a avanzar un 3,5% en el segundo trimestre y otro 1,4% en el arranque de ejercicio.

Sin embargo, sí que creció la inversión de las empresas tanto en “maquinaria, bienes de equipo, sistemas de armamento y recursos biológicos cultivados” (según el sistema de clasificación y cálculo del INE), un 2%, como en “productos de propiedad intelectual”, un 1,1%, principalmente por el despliegue del Plan de Recuperación.

Eso sí, si se observa la evolución de los distintos sectores, los grandes beneficiados entre julio y septiembre fueron los servicios, que crecieron un 0,9%, con un extraordinario tirón del 11,9% de las “actividades artísticas, recreativas y otros servicios”. Un salto, relacionado con la buena campaña turística y la resistencia del consumo de las familias, que no solo se dio frente al trimestre anterior sino que fue del 8,9% respecto al verano de 2022. En cambio, el crecimiento trimestral de “comercio, transporte y hostelería” fue discreto, del 0,1%, aunque avanzó un 3,3% en términos interanuales.

La mayor debilidad surge, de nuevo, en las “actividades inmobiliarias”, que acumulan tres trimestres consecutivos de caídas de la actividad. Y, además, en el otro gran foco de incertidumbre para la economía española: las exportaciones, que disminuyeron un 4% respecto al trimestre anterior pese al tirón del turismo. En el cálculo interanual, retrocedieron un 2,4%.

“Esta desaceleración se produce por un descenso en las tasas interanuales de las exportaciones de bienes (del −3,3 al −6,4%) compensado, en parte, por el incremento de las exportaciones de servicios (del 4,6% al 7,6%)”, resumen el INE, que destaca que, por su parte, “la variación del gasto de no residentes en el territorio económico aumenta 14,4 puntos (del 2,2% al 16,6%)”, como consecuencia de la temporada veraniega.

Asimismo, sufrieron una caída trimestral de la actividad la construcción (-0,6%) y “la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (-3,4%)”, mientras que creció la industria manufacturera, un 0,8%.

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