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El fantasma de la austeridad se asoma en la Unión Europea

Mark Rutte, Pedro Sánchez, Ursula Von der Leyen y António Costa.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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¿Vuelven los recortes? Aún no se puede afirmar si los pedirá o no Bruselas a partir de 2023 como sí hizo en la pasada crisis financiera. Lo que sí se puede afirmar es que el fantasma de la austeridad empieza a sobrevolar por la Unión Europea ante la división sobre cómo gestionar los desequilibrios a corto plazo. Este martes, la Comisión Europea lanza el debate sobre la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el instrumento de gobernanza económica de la Unión Europea que fija unos topes de deuda –60% del PIB– y déficit –3% del PIB–. Y el debate, que llega con la cláusula de escape activada y el pacto suspendido desde el inicio de la pandemia, se prevé intenso.

De momento, Bruselas, de acuerdo con los borradores publicados por Financial Times, evita tomar partido por los grandes debates abiertos. En las 11 preguntas que propone para el debate el Ejecutivo comunitario, no menciona qué hacer con el objetivo de deuda del 60%, las reglas de oro o si hay que legislar para cambio el Pacto. El documento, eso sí, habla de la necesidad de utilizar indicadores “observables”, y en la “reducción realista, gradual y sostenida de los altos niveles de deuda”, así como en un papel más importante de los organismos financieros nacionales en el seguimiento.

Hay países que aún tienen las cicatrices de la austeridad después de los sacrificios impuestos por la troika durante la crisis financiera de 2008. Tienen memoria, y llaman a aprovechar la oportunidad para reescribir, o incluso enterrar, el polémico Pacto de Estabilidad y Crecimiento que limita el margen de maniobra presupuestaria de los gobiernos.

La Comisión Europea ha afirmado que mantendrá la cláusula activada hasta finales de 2022, para no lastrar la recuperación. Y la incógnita es si en 2023 se retomará el viejo sistema o habrá uno nuevo. La mayoría de los Estados miembros está de acuerdo en simplificar el marco fiscal, pero la inclusión de cláusulas para favorecer la inversión verde, por ejemplo, genera divisiones.

La Comisión Europea está dispuesta a tener objetivos realistas de reducción de la deuda en 2023, cuando se restablezca el pacto, pero las negociaciones serán largas debido a las divisiones profundas sobre lo rígido que debería ser el control fiscal. Un asunto que también está atravesando las decisivas negociaciones para el nuevo Gobierno de Alemania, clave en el devenir del conjunto de la Unión Europea.

Los críticos de la austeridad, principalmente países del sur, defienden que el pacto de estabilidad se basa en teorías económicas obsoletas, mientras que los halcones ordoliberales del norte los ven como imprescindibles para evitar que la deuda se descontrole.

La Comisión Europea buscará un consenso entre las capitales sobre posibles reformas antes de proponer ajustes legislativos concretos el próximo año, con la esperanza de llegar a un acuerdo para antes de enero de 2023.

La relación deuda pública/PIB en la zona del euro ha aumentado en más de 15 puntos porcentuales en comparación con 2019 a causa de la pandemia. Y ahora el reto es cómo reconstruir unas finanzas públicas más sólidas reconociendo al mismo tiempo la enorme inversión pública necesaria para reconstruir las economías e invertir en la transición verde.

Así, se espera que la consulta que abrirá Bruselas este martes no ofrezca indicaciones claras sobre por dónde quiere la Comisión Europea que vaya el debate, dada la necesidad de buscar el consenso entre los estados miembros en los próximos meses, informa Financial Times, que afirma que tampoco impondrá plazos estrictos e indica algunas señales de por dónde irá la discusión:

Deuda

Bruselas no está convencida de querer volver a imponer su regla de reducción de la deuda, que supone una rebaja de una veinteava parte por año en los ratios de deuda de los Estados miembros con índices por encima del techo del 60% del PIB de la UE.

El endeudamiento provocado por la COVID ha dejado los niveles de deuda demasiado altos para que se aplique estrictamente a partir de 2023.

Una respuesta sería avanzar hacia sendas de reducción de la deuda más específicas de cada país, según sugiere Financial Times. Pero lograr un consenso sobre los cambios legislativos a este efecto sería tremendamente difícil. Podría ser más fácil utilizar las flexibilidades existentes disponibles por la Comisión para intentar alcanzar un resultado similar.

Regla de oro en inversiones

Hay un gran interés entre varios Estados miembros por discutir formas de incentivar mejor la inversión pública en prioridades clave.

Esto podría implicar, por ejemplo, eliminar algunas inversiones verdes de las reglas de déficit. Otras ideas también están sobre la mesa de la Comisión, incluidas formas de fomentar una mayor inversión en defensa, por ejemplo.

Una vez más, podría ser posible lograr al menos una parte de esto sin tratar de convencer a los Estados miembros para el cambio legislativo.

Menos es más

Los legisladores de la UE también han soñado durante mucho tiempo con simplificar las reglas, que están repletas de variables difíciles de medir, incluidos los saldos estructurales y la brecha de producción.

Esto probablemente requiera que la UE se someta a una reescritura legislativa, una perspectiva complicada.

Hay muchas más preguntas que respuestas cuando se trata del futuro del marco de política fiscal de la UE.

Europa está lejos de estar unida. El mismo día que Francia dijo que su presupuesto se centraría en impulsar el crecimiento económico en lugar de aumentos de impuestos, ocho países de la UE encabezados por Austria escribieron una carta en apoyo de la reducción de los niveles de deuda. “Las finanzas públicas sólidas son un pilar central de la pertenencia a la UE”, dijeron los ministros de finanzas de esos países en su carta: “La sostenibilidad fiscal combinada con reformas que apoyen el crecimiento económico debe continuar”.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, ha dicho que el pacto es obsoleto. “Tenemos detrás de nosotros la pandemia y por delante la transición climática”, ha recalcado el italiano Paolo Gentiloni, comisario europeo de Finanzas. “Por eso es tan importante esta discusión”.

Un ojo puesto en el futuro Gobierno alemán

Mientras, todos miran de reojo las negociaciones para el nuevo Gobierno alemán. El liberal Christian Lindner, líder del FDP, ha dejado claro que aspira al Ministerio de Finanzas. Si gana la cartera, sus homólogos franceses, italianos y españoles tendrán más complicado ganar el debate para cambiar las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Y eso lo saben los socialdemócratas alemanes y también los verdes, compañeros de futura coalición.

En paralelo, los principales partidos políticos de los Países Bajos están discutiendo un nuevo enfoque para las inversiones relacionadas con el clima para que no cuenten para el déficit presupuestario general del país, informa Bloomberg.

La propuesta colocaría las inversiones relacionadas con el clima “fuera del presupuesto regular para que el déficit de la Unión Económica y Monetaria no se vea afectado directamente”, según el documento de las negociaciones para formar Gobierno. Un cambio hacia un régimen fiscal más flexible en los Países Bajos también influiría en el debate europeo, en tanto que Holanda es uno de los principales países del autodenominado club de los frugales, opuestos históricamente a las tesis económicas del sur.

En el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, está influyendo la nueva correlación de fuerzas salida de las urnas en marzo pasado, cuando perdió peso la línea dura de los democristianos de la CDA en comparación con su mandato anterior, frente al proeuropeo D66, que puede ser receptivo a un enfoque más flexible de la política presupuestaria.

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