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La filial nuclear de Iberdrola corta las pérdidas y gana 630 millones en plena crisis energética

La Central Nuclear de Cofrentes (Valencia).

Antonio M. Vélez

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La filial de energía nuclear de Iberdrola ha registrado ganancias de 630 millones de euros en los dos últimos ejercicios, en plena crisis energética, tras encadenar casi una década de pérdidas multimillonarias desde su creación a finales de 2012.

En 2022, esa filial, Iberdrola Generación Nuclear, tuvo 55 millones de beneficios, tras la puesta en marcha del tope al gas, y después de anotarse unas ganancias récord de 574 millones en 2021, según las cuentas anuales que acaba de remitir al Registro Mercantil, accesibles a través de Insight View.

Esas cuentas reflejan que la subida del gas y su contagio a los precios de la electricidad han tenido un impacto muy favorable para las nucleares de Iberdrola, aunque se ha atenuado en 2022, tras la entrada en vigor de la denominada excepción ibérica.

Con los 55,1 millones de beneficios de 2022, Iberdrola Generación Nuclear encadenó dos ejercicios sin pérdidas, algo inédito desde que se creó. Hasta 2020 siempre había declarado números rojos. Desde 2013 hasta ese año, esta filial acumuló cerca de 1.100 millones de pérdidas. Estas fueron especialmente acusadas en 2016 (con un quebranto de 309 millones) y en 2020, el año cero del coronavirus, cuando perdió 240 millones, cinco veces más que en el ejercicio 2019.



Pero llegó 2021 y, especialmente a partir de la segunda mitad de ese ejercicio, el precio de la electricidad en el mercado mayorista empezó a dispararse, en paralelo a la subida del gas. Fue el arranque de una crisis energética cuya onda expansiva dura hasta hoy, provocada por factores como las tensiones en las cadenas de suministro, la meteorología adversa o las incertidumbres sobre el suministro de gas, en una espiral que reventó con la invasión de Ucrania ya en febrero de 2022.

El resultado es que en 2021 Iberdrola Generación Nuclear disparó su facturación casi un 130%, hasta un récord de 1.943 millones, con 574 millones de beneficio, después de que en septiembre de ese año el Gobierno tratase de poner en marcha un límite a los beneficios extraordinarios de las tecnologías no emisoras (como la nuclear), que luego quedó muy descafeinado en el Congreso.

Ese verano, el Ejecutivo también lanzó un mecanismo para detraer los ingresos extra de hidroeléctrica y nuclear por la subida de los derechos de emisión. Pero acabó en un cajón por falta de apoyos en el Congreso para aprobarlo.

Para entonces, y tras los disparatados precios de la luz por la invasión de Ucrania, ya había entrado en funcionamiento el tope al gas. Una vez se puso en marcha ese mecanismo para evitar el contagio de la escalada del gas al mercado mayorista, el beneficio de Iberdrola Generación Nuclear se quedó en 2022 en los citados 55,1 millones, con unos ingresos de 1.058 millones, un 45,6% menos que en 2022.

El ejercicio estuvo impactado favorablemente por la venta de la participación en Tecnatom, que tuvo un efecto positivo de casi 12 millones en la cuenta de resultados de esa filial. 

El pasado 27 de julio, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, afirmó que es “técnica y económicamente posible” alargar la vida de las nucleares “con alguna que otra inversión”, días después de que el PP prometiera revertir el apagón nuclear pactado con las eléctricas en 2019 si Alberto Núñez Feijóo llegaba a Moncloa.

Es el mismo Galán que en 2017 lamentaba las “graves pérdidas” de la filial nuclear de Iberdrola y que un año después veía factible cerrar las nucleares al expirar su vida útil “sin afectar para nada el suministro e incluso con una reducción potencial en el coste de generación”. El ejecutivo salmantino fue el encargado de avanzar en 2016 el cierre de Garoña, tras afirmar que estas plantas se cierran porque “no son viables” desde el punto de vista económico, por los impuestos que el PP les puso en 2012.

Una carga fiscal que se ha rebajado en los dos últimos ejercicios. La filial nuclear de Iberdrola explica en sus cuentas que en 2022 los tributos sobre su actividad (como la tasa que financia Enresa para el desmantelamiento de las centrales y la gestión de sus residuos) ascendieron a 18,9 euros por megavatio hora (MWh) sobre la producción realizada, frente a los 21,4 euros/MWh de 2021, tras la suspensión, desde junio de ese año, del impuesto del 7% a la generación de electricidad.

Además, en febrero de 2022 el Tribunal Económico-Administrativo Central del Ministerio de Hacienda estimó una reclamación de Iberdrola y Endesa respecto a la retroactividad del impuesto a los residuos nucleares en vigor desde 2012. El resultado fue que en 2022 Iberdrola Generación Nuclear registró devoluciones por este impuesto por 104 millones, incluyendo 25 millones en intereses de demora, por “ingresos indebidos” realizados al Fisco desde 2013 por las centrales de Cofrentes, Almaraz y Trillo.

En 2022, la producción de energía de la filial nuclear de Iberdrola creció un 3%, con 23.856 GWh, aunque su actividad se vio penalizada en marzo de 2022, con el precio de la electricidad batiendo récords tras la invasión de Ucrania, por la avería en la central de Cofrentes de un interruptor que había sido sustituido en la parada por recarga de noviembre de 2021.

Avería en Cofrentes

El componente había tenido un coste de adquisición de 3,6 millones. La avería “ocasionó relevantes daños y perjuicios a la sociedad” y la empresa inició el 9 de febrero un arbitraje en la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (CCI) contra el suministrador para reclamar una indemnización. Como consecuencia de esa avería, la filial nuclear de Iberdrola Clientes tuvo que abonar en el pasado ejercicio 97,6 millones a otra filial del grupo, Iberdrola Clientes, “en concepto de penalización por el periodo que la planta de Cofrentes estuvo parada”.

Iberdrola Clientes es la filial que tiene contratada la compra de la electricidad que generan las nucleares de Iberdrola desde el 28 de febrero de 2022, cuatro días después de la invasión de Ucrania, con “criterios de facturación a más largo plazo”, para establecer precios “que respondan de una forma más precisa a situaciones imprevistas en el comportamiento de los precios del gas y de los derechos de emisión como las que se produjeron a partir del segundo semestre del ejercicio 2021”. Hasta entonces, toda esa energía se suministraba a otra filial, Iberdrola Energía España.

Iberdrola cuenta con una potencia nuclear de 3.177 megavatios (MW), que suponen casi un 34% de su parque de generación convencional (no renovable). Es propietaria del 100% de la central de Cofrentes y tiene el 52,69% de la nuclear de Almaraz (Cáceres), la primera que echará el cierre en 2027, según el calendario pactado entre el Gobierno y las eléctricas; también tiene el 19% de Trillo (Guadalajara) y el 28% y el 15%, respectivamente, de Vandellós y Ascó, en Tarragona.

La multinacional vasca es la única gran eléctrica con todo su negocio nuclear aglutinado en una filial específica. Endesa también tiene una creada, pero nunca ha registrado actividad (en 2022 no facturó ni un euro). En este caso, esa pata del negocio cuelga de la filial que aglutina su negocio de generación. En 2022, esa filial de Endesa registró una cifra de negocios de 7.170 millones, un 64,1% más, con beneficios de 788 millones, un 48% más.

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