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Los cinco innombrables de Luis de Guindos y las seis dudas sobre Popular que dejó sin resolver en su explicación

De Guindos compareció en sede parlamentaria por Popular.

Belén Carreño

Luis de Guindos solicitó una comparecencia a petición propia en el Congreso para explicar cómo se había llegado a la decisión de liquidar el sexto banco más grande de España, Banco Popular, en apenas unas horas. De Guindos compareció durante tres horas e hizo tres turnos de intervención pero apenas aclaró las dudas que los expertos llevan planteando durante días. Su ejercicio fue más de sacar balones fuera, al tejado de Mario Draghi en concreto y también en parte al Banco de España y meter miedo con lo que habría ocurrido en el caso de que no hubieran intervenido.

Mucho más interesante que lo que dijo es el análisis de lo que no dijo u omitió, y que da buena cuenta de los charcos que rodean el proceso y en los que el ministro no quiso enfangarse.

Los innombrables

Accionistas y bonistas. Los que lo han perdido todo en esta liquidación no se merecieron ni una referencia del ministro en su primera intervención. Ya en la tercera, el ministro dejó claro que los que entran en bolsa tienen que saber a qué peligros se exponen y cuestionó el concepto de “pequeño accionista”.

Son alrededor de 305.000 personas, muchos de ellos trabajadores del banco a los que la propia entidad ofreció créditos para comprar acciones en la última ampliación.

Emilio Saracho. El último presidente de Banco Popular tampoco se mereció ser invocado en sede parlamentaria. Llama la atención que De Guindos insistiera mucho en los fallos de gestión que incluían el periodo de tiempo de cinco-seis meses que Saracho dirigió la entidad. Se ensañó con que en ese periodo de tiempo el valor había caído en picado, que no se dio información concreta de cómo se iba a llevar el saneamiento de la entidad y otras visicitudes que se circunscribían exclusivamente al mandato del recién llegado de JPMorgan.

Ángel Ron. Sin citar a Saracho tampoco se puede citar a Ángel Ron, el anterior presidente, que fue el que generó la gran bola de nieve que desencadenó el trágico final de la entidad. “El consejo de administración decidió por sorpresa cambiar al primer ejecutivo”, resumió De Guindos, que no aclaró el cúmulo de errores que llevó a esta destitución.

De puntillas reconoció que Banco Popular debería haber traspasado parte de la cartera de ladrillo tóxico al llamado banco malo en 2012, cosa que no hizo. “Eso hubiera supuesto una ayuda pública”, recordó el titular de Economía. Ron no quería ser intervenido de ninguna manera. No quería formar parte del club de “las cajas”. Y ha terminado peor que ellas.

El experto independiente y BBVA. Un experto independiente fue el encargado de poner el precio de derribo a Popular. Lo fijó entre 2.000 y 8.000 millones de euros y con esa valoración la Junta Única de Resolución (los exterminadores europeos) inició la subasta. Toda la prensa ha publicado que fue Deloitte, pero por más que los diputados se lo han preguntado a De Guindos, este no ha contestado. Tampoco ha nombrado a BBVA como el segundo banco que pasó el corte en la subasta, pero que no llegó a hacer una oferta, aunque fueron fuentes del Ministerio las que deslizaron el nombre.

Liberbank. La entidad ha sufrido un duro correctivo en bolsa como efecto contagio de la crisis de Popular, ya que se le ve como el siguiente banco más débil. El ministro tenía una magnífica oportunidad de tranquilizar a inversores y depositantes en su intervención, pero no lo hizo.

Primero, porque estaba más pendiente de la hemeroteca que de frenar una estampida bancaria. Si él no ejerce tareas de supervisión, ¿cómo va a decir que está bien Liberbank? Desmonta toda su teoría. Por no hablar de que las dos veces que le acusaron de haber defendido la solvencia de Popular se revolvió en su asiento.

En definitiva, mejor no salir a tranquilizar sobre el estado de la antigua Caja Astur que ser recordado como el ministro que dijo que no pasaba nada y luego no fue así.

Las incógnitas sin despejar

¿Qué pasó con los test de estrés? Luis de Guindos también hizo pasapalabra. “Los responsables de hacerlos lo están estudiando”. Que el banco aprobara en solvencia y un año después desapareciera ha sembrado la duda razonable de si estos exámenes valen para algo. En los primeros que se hicieron en España para el rescate de 2012, Popular no pasó el corte, pero levantó rápidamente el capital necesario para considerarse sano. 

¿Qué falló en la supervisión para que un banco se quedara sin liquidez? El ministro insiste mucho en un capítulo del relato en el que él es protagonista: cuando Saracho (el innombrable) le llama para decirle a las 15 horas del martes que no tiene liquidez para abrir al día siguiente las oficinas.

Esta anécdota maravillosa para las crónicas periodísticas plantea la principal duda de todas. ¿Qué hacía el supervisor para no controlar que una entidad no tenía dinero un martes y tener que intervenirla? El propio De Guindos reconoce que estas cosas se hacen los viernes, pero el viernes no se vio el problema y el martes el problema era irresoluble. Los niveles de liquidez como ratio para medir un banco sano han quedado en entredicho.

¿Cómo se llega a la conclusión de que un banco solvente pero sin liquidez vale un euro? Esta es otra de las grandes preguntas, porque la aparente solvencia de Popular saldría muy barata con un euro. Aparentemente, la inviabilidad la marcaba la falta de líquido para operar, pero no la valoración contable de la entidad... hasta que entró a opinar el anónimo experto independiente. Hasta que no se conozcan los criterios de esta valoración, no se explica bien esta disyuntiva y tampoco se tendrá una buena fotografía de la compra que ha hecho Santander.

Los responsables patrimoniales frente a las demandas. Se está presentando un reguero de querellas y demandas por asociaciones de consumidores, accionistas, consumidores de todo tipo, algunas penales, otras civiles. Será un nuevo gran problema de gestión para la Justicia, que aún no ha deglutido el caso Bankia ni las cláusulas suelo y que emborronará la compra hecha por Ana Botín. No está claro quién pagará este pato, si el Estado, el banco comprador o incluso la UE.

La posición de la CNMV con los bajistas. Varios diputados preguntaron por qué sí se ha puesto coto a los bajistas en la bolsa en el caso de Liberbank y no se hizo con Popular. La respuesta de De Guindos fue también que a él no le tocaba ese papel ni esa decisión. Lo cierto es que el nuevo presidente de la CNMV quiso dejar funcionar al mercado en el caso de Popular, pero el experimento ha dejado claro que no merece la pena dejar actuar a la mano invisible de los mercados con Liberbank.

Los créditos fiscales que se lleva Santander. En jerga financiera, estos créditos fiscales se llaman Activos Fiscales Diferidos porque tienen un tratamiento diferente al que pueden hacer particulares o empresas de ellos. Se puede diferir su uso en el tiempo más allá de lo normal y, sobre todo, se pueden convertir en capital y utilizarlo para engordar el colchón de los requisitos mínimos regulatorios que se exigen.

El diputado socialista Pedro Saura le insistió mucho sobre el uso de estos fondos que calcula supondrán un extra de 1.800 millones de euros para el banco de los Botín. Esto sí supone una movilización de dinero público, aunque para usarlos la entidad tiene que pagar una comisión al Estado que ronda el 1,5%.

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