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El lobby bancario pone fin a tres décadas bajo la presidencia de antiguos políticos y miembros del Banco de España

Foto de archivo de Alejandra Kindelán, nueva presidenta de la Asociación Española de Banca (AEB).

Diego Larrouy

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Un exministro de Hacienda con UCD, un subgobernador del Banco de España y un director general de regulación y estabilidad financiera del supervisor. Estos tres perfiles son los de los tres últimos presidentes de la Asociación Española de Banca (AEB), la patronal que engloba a los bancos españoles y extranjeros que operan en el país con Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter, como sus integrantes más relevantes. El papel lobista de esta organización le ha hecho aproximarse desde el arranque de los noventa a perfiles más políticos o con vínculos en los órganos supervisores. Ahora, más de 30 años después, la asociación vuelve a sus orígenes al volver a apostar por un directivo de uno de los grandes grupos bancarios. Y, por primera vez, al frente de la organización estará una mujer.

Alejandra Kindelán ha sido la elegida para suceder a José María Roldán, que este martes deja el cargo tras dos mandatos y ocho años como rostro visible de la asociación. Por primera vez, será una presidenta la que dirija la patronal, a propuesta del Banco Santander, el miembro con más poder en la AEB. La junta de la asociación, que se celebra este martes, confirmará el nombramiento de Kindelán, anunciado en febrero ante la decisión de Roldán de no volver a presentarse para un nuevo mandato, previsto desde hace un año. Los ejecutivos del sector ya habían adelantado desde comienzos de año su intención de nombrar a una mujer para el cargo, la primera de la historia de la AEB.

La nueva presidenta tiene un perfil muy vinculado a Banco Santander. La directiva venezolana, de 50 años, llegó al grupo primero al ya desaparecido Central Hispano, posteriormente absorbido por Santander. Desde entonces, han pasado casi tres décadas en las que ha ocupado principalmente la responsabilidad de dirigir el centro de estudios económicos del grupo, además de haber sido consejera del banco en Argentina y de su filial de préstamos al consumo, Santander Consumer Finance. Ahora pasará a ser el rostro visible de un sector falto de liderazgos femeninos más allá de la presidenta del Santander, Ana Botín, y de la consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa. Y eso pese a que actualmente se estima que más de la mitad de las plantillas del sector está compuesta por mujeres, un porcentaje que decrece a medida que se escala en la pirámide de poder de los bancos. De entre los 26 vocales que componen la dirección de la AEB, solo cuatro son mujeres.

Pero, además de ser la primera directiva que rompe el techo de cristal de la asociación —es la quinta persona que ocupa el cargo—, Kindelán rompe también con la inercia de sus tres predecesores, procedentes del sector público. El propio Roldán, de quien toma el relevo este martes, llegó a la presidencia de la AEB en 2014 pocos meses después de dejar de ser el director general de regulación y estabilidad financiera del Banco de España. Fue un polémico nombramiento, ya que llegó a enfrentar al ministro de Economía de entonces, Luis de Guindos, con los principales directivos de las entidades financieras por su apuesta por un perfil tan vinculado al supervisor en plena crisis financiera tras haberse producido el rescate público de la banca. Luego de 13 años en el cargo, dejaba su traje de supervisor para convertirse en el lobista de la banca española, una puerta giratoria de la que Guindos llegó a hacer público su “profundo malestar” por no ser un nombramiento “estético”.

Guindos llegó a plantear una reforma de la regulación para evitar este paso del organismo al sector privado, que por aquel entonces solo precisaba de seis meses de incompatibilidad, periodo con el que cumplió Roldán antes de asumir su nuevo papel, y el Banco de España revisó su régimen de incompatibilidades. En el contexto del rescate bancario, que se había producido apenas un año y medio antes de la llegada de Roldán a la presidencia de la AEB, el Ejecutivo llegó a contar con el respaldo del portavoz de asuntos económicos de la Comisión Europea por aquellos años, Simon O'Connor, quien mostró que se encontraba “muy a favor” de limitar estas puertas giratorias. Finalmente, el nombramiento se hizo efectivo y, desde abril de 2014, Roldán ha ejercido como portavoz de la banca para los asuntos sectoriales que afectaban a sus intereses, tanto a nivel español como a nivel europeo.

Roldán no es una excepción. Su predecesor en el cargo fue Miguel Martín Fernández, quien desde finales de los setenta ocupó cargos como el de director general del Tesoro o, brevemente, el de presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Tras ello, llegó al Banco de España, donde llegó a ser subgobernador en la época en la que Ángel Rojo dirigía el supervisor bancario. Permaneció en el puesto desde el año 1992 al año 2000, volviendo al organismo un año más tarde para la supervisión interna. El nombre de Martín llegó a figurar incluso entre la media docena de alternativas que se barajaron para sustituir a Rojo, aunque finalmente el elegido fue Jaime Caruana.

Entre los asuntos con los que tuvo que lidiar el tándem que formaban Rojo y Martín, destacó sobre todo la crisis de Banesto, que acabó siendo intervenida y adjudicada al Banco Santander. Años más tarde, Rojo acabó como consejero de Banco Santander y Martín fue aupado hasta la presidencia de la AEB, un nombramiento avalado por la entidad presidida entonces por Emilio Botín, el BBVA y el Banco Popular. El antiguo subgobernador del Banco de España permaneció como rostro visible de la patronal bancaria desde 2006 a 2014, coincidiendo con los primeros años de la crisis financiera que arrasó al sector.

Martín había tomado el relevo de José Luis Leal, quien ocupaba el cargo de adjunto del presidente del BBV. Sin embargo, Leal, como su dos sucesores, también tenía un paso en el sector público. En su caso, el economista fue miembro de la UCD en la transición y con el partido ocupó cargos como el de director general de política económica o, durante unos meses, el de ministro de Hacienda, en una de las remodelaciones acometidas por Adolfo Suárez de su Ejecutivo. Ha sido hasta la fecha el presidente de la AEB con más años en el puesto, al que accedió en 1990 y del que salió en 2006, a las puertas de la crisis financiera.

Vuelta al origen

Con Kindelán, la AEB vuelve a su origen al elegir un perfil sin pasado en el supervisor o en el Gobierno. Su primer presidente fue Rafael Termes, que asumió en 1977, en plena Transición, el encargo de poner en marcha una organización patronal que englobase a los bancos privados del país. Termes, un perfil económico muy vinculado al Opus Dei, era el consejero delegado del Banco Popular, uno de los principales bancos privados en aquellos años, y se mantuvo al frente de la patronal hasta 1990.

Kindelán asume el cargo de representar a un sector muy adelgazado respecto a aquel que heredó Roldán cuando accedió a la presidencia de la AEB. Una crisis de por medio y una tendencia a reducir al mínimo la red de oficinas y las plantillas han dejado al sector bancario en un tamaño que representa en torno a la mitad de aquel que existía en 2006. Ahora, la próxima presidenta tendrá que lidiar con uno de los problemas que ha tenido Roldán durante la última década: la pérdida de reputación del sector. Uno de los últimos trabajos de Roldán al frente de la AEB ha sido la creación del decálogo del sector para mejorar la atención de la banca a los colectivos más vulnerables, en concreto la población mayor.

Kindelán también hereda el sempiterno debate del futuro de las patronales bancarias. Actualmente existen tres en España, la AEB, la CECA (antiguas cajas de ahorros) y Unacc, que engloba a las cajas rurales. Desde que desaparecieran las cajas de ahorros y prácticamente todas se convirtieran en bancos, se ha planteado en el sector el debate sobre la fusión entre la AEB, con Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter, y la CECA, hoy por hoy prácticamente acaparada por CaixaBank, una cuestión de la que siempre se ha especulado pero que nunca ha llegado a tomar forma. Así, la nueva presidenta de la AEB tendrá que lidiar con la convivencia con la CECA y con la colaboración con su presidente, el histórico banquero Isidro Fainé.

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